Se acerca el sueño de Leo Messi y de su país. Tras su derrota ante Alemania en 2014 y la decepción de 2018 parecía que esta era la última opción del astro. Los argentinos parecen más contentos por su ’10’ que por su propio país. Así se siente en cada celebración de la albiceleste.
Ayer tenían un reto complejísimo y lo solventaron a las mil maravillas. Croacia, una selección acostumbrada a estar entre los cuatro mejores o a caer en la fase de grupos, no pudo contener el huracán del todocampista argentino. Los de Zlatko Dalic salieron al verde tratando de evitar que ocurrieran muchas cosas. Era mejor no arriesgar y esperar una maravilla de Luka Modric, pensaban. Nada más lejos de la realidad.
Después de media hora de tanteo, Julián Álvarez consiguió forzar un penalti discutible de Dominik Livaković. El delantero del Manchester City levantó el balón por encima del guardameta y chocó con este, que no se había movido. Penalti y partido completamente distinto ya que Messi no perdonó en los once metros. Todo se complicaba aún más con una terrible acción de la zaga de los europeos, que no fueron capaces de despejar un balón loco que solo persiguió Álvarez. Se asemejó a una jugada de patio de colegio.
En el segundo acto, los de Scaloni controlaron el envite. Lo rompió una vez más Messi con una jugada para la historia que culminó de nuevo Julián Álvarez. El futbolista del PSG, imagino, ya no es ese ‘pechofrío‘ que no iba a ganar nada con su país. Alguno llegó a decir que solo sabía marcar goles contra equipos mediocres. Ahora se le vuelve a amar con locura.
Los sudamericanos esperan rival ya. Hoy se juega la otra semifinal con un claro favorito: Francia. Vivirán la fiesta con Marruecos, un combinado que no estaba invitado. Sin embargo, las piernas de Amrabat, la clase de Ziyech y la fe de Walid Regragui son argumentos de peso para competir ante el vigente campeón. Sueñan los marroquíes y sueña África.
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