Minimizar daños. Ese era el único objetivo de la Roma en el Allianz Arena. Suena preocupante que el segundo mejor equipo de Italia la pasada temporada y único candidato a disputarle el Scudetto a la Juventus en el presente, tenga que salir con esta mentalidad a un campo en Champions League. Pero el partido en el Olímpico de Roma dos semanas antes había sido un golpe letal, no tanto para sus aspiraciones como para su confianza.
El 1-7, cinco de esos goles en apenas media hora de encuentro, sirvió para demostrar a los más ilusamente optimistas que el equipo romano, lógicamente, no está preparado todavía para competir con los grandes de Europa y el peldaño a superar sigue siendo inmenso. Como consecuencia, en Munich se vio a la Roma más defensiva de la temporada. Una actitud que frenó la sangría de goles encajados -solo dos, al final- pero no la evidente diferencia futbolística entre ambos conjuntos.
Rudi Garcia cambió incluso el sistema, pasando a un 4-4-2 con las dos líneas defensivas muy juntas, hasta el punto de que los tres mediocampistas -los tres de corte más físico del equipo, De Rossi, Nainggolan y Keita-, además del tuttofare Florenzi, se incrustaban en línea con la zaga. Al contrario de su habitual estilo, se desentendió absolutamente del balón -no llegó ni al 30% de posesión- y apenas tuvo un par de oportunidades de correr con Destro, oscuro y aislado junto a Iturbe en ataque.
Aun así, el Bayern no sufrió para ganar y clasificarse para octavos de final. La acumulación de hombres no sirvió para taponar una internada del hiperactivo Alaba. El austriaco, pieza clave por su movilidad en el sistema de Guardiola, encontró un pasillo por banda para asistir a Ribéry, que anotó en la primera oportunidad clara bávara poco antes del descanso. De nada sirvió en esta ocasión defender con más hombres también las bandas, tras el destrozo que Robben había provocado en el Olímpico. En la segunda parte, Götze haría el segundo. Sin sudar.
Quizás pesaron las palabras del entrenador tras el duelo directo con la Juventus, en la que aseguró que su equipo había demostrado ser más fuerte que los bianconeri en la carrera por el Scudetto. Desde entonces el equipo ha combinado buenas actuaciones contra equipos asequibles, como el Chievo, y momentos de blackout absoluto en el que el equipo, incapaz de variar el registro para superar la presión rival, ha sido aniquilado, como también sucedió en Napoli.
Aun así, echándole un ojo a la clasificación, la Roma ha salido fortalecida de este doble enfrentamiento con el Bayern. No por méritos propios, por supuesto, sino gracias a la actuación del CSKA. El equipo ruso, goleado por los giallorossi en la primera jornada, ha dejado prácticamente fuera al Manchester City y está empatado a puntos con la Roma por la segunda plaza, aunque con el inconveniente de tener que visitar todavía Munich. De este modo, el combinado de Rudi Garcia tiene el viento a favor para avanzar a octavos de final. Sin embargo, la élite europea sigue estando muy lejos.