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Cruyff granota

A veces parece que los fichajes de campanillas por parte de equipos fuera de la élite corresponden a aquella época dorada, en cuanto a este tipo de contrataciones, que fueron los años noventa. Pero ya mucho antes el fútbol español ha podido vivir alguno de esas incorporaciones que por algunos días cambiaron el foco de atención de los aficionados desde Madrid y Barcelona hacia otras latitudes.
Algo así buscó Francisco Aznar cuando, como presidente del Levante, consiguió que Johan Cruyff dejara su retiro dorado en la NASL para volver a vestir de azulgrana.

El escenario tenía algún punto en común, pero muchos más de diferencia. El Levante por aquel entonces militaba con paso firme hacia el ascenso en la Segunda División y buscaba un golpe de efecto tanto deportivo como económico que rubricara la vuelta a la Primera adelantándose a un buen grupo de equipos europeos que pelear por hacerse con ‘El Flaco’.
La operación, tan rimbombante como arriesgada, se firmó con algunos números de impacto si la ubicamos en 1981. El club pagó diez millones de pesetas por cada uno de los cuatro meses que jugó Cruyff como levantinista.

El plan de Aznar iba más allá de traer a uno de los mejores jugadores de todos los tiempos al Nou Estadi (así se llamaba entonces el Ciutat de València). Cruyff debía traer más público al estadio (lo consiguió en su debut de donde pilló dos de los cinco millones de recaudación por contrato), significaría mayor atención mediática y sería la guinda para el ascenso y, por ende, aseguraría más ingresos. Porque el club no andaba muy sobrado en cuanto a recursos económicos y aquel ascenso podía ser una bocanada de aire de cara a ponerse al día con sus acreedores, los primeros, los futuros compañeros de Cruyff.

Lamentablemente para el cuadro granota la aventura de la mano del holandés no pudo tener peor resultado. El rendimiento del triple Balón de Oro distó demasiado del de sus mejores años, nadie esperaba que su aportación valiera una cuarta pelota dorada, pero viendo como jugó tras su salida del Levante, quedó cierto regusto a engaño entre los hinchas azulgranas.

Tampoco se logró el ascenso. De la tercera posición que se alcanzó tras el debut de Cruyff (victoria en casa 1-0 contra el Palencia) el equipo finalizó aquella campaña noveno y hubo que esperar a 2004 para ‘que el gato subiera a la palmera’ y volver a ver al Levante en Primera. Cruyff dejó claro que con el nivel técnico de sus compañeros no había suficiente como para que él brillara, rubricando así las dudas que había sembrado su llegada en el vestuario y, con razón o no, la verdad es que el saldo como levantinista del ‘Flaco’ quedó marcado para siempre en la historia del club como uno de los fiascos más grandes que han vestido la zamarra rayada del Levante en proporción a las expectativas generadas: diez partidos, cuatro victorias, dos empates, cuatro derrotas y dos goles (ambos para salvar un punto en casa ante el Oviedo).

Se tardó tiempo en volver a sufrir algún delirio de grandeza en cuanto a ir a por algún crack de renombre, jamás de la categoría (anterior y posterior, nunca durante) de Cruyff, pero en el fútbol moderno, es inevitable no sucumbir al atractivo de contar con un jugador mediático, más allá de su aportación al equipo.

Ni 'analista', ni 'parabólico', ni 'especialista', ni 'experto', ni 'periodista'. Me gusta hablar de fútbol y ya está. Opino y comparto enlaces. Colaboro en el This is Fútbol de COPE.

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