Esta semana se ha disputado la última ronda de la fase inicial de la Coppa Italia. Desde inicios de agosto, 9 equipos de Serie D, 27 de Serie C, 22 de Serie B y 12 de Serie A han disputado cuatro eliminatorias se han ido eliminando entre sí hasta quedar ocho, que disputarán fase final, desde octavos de final, a partir del mes de enero. En este ronda entran los ocho mejores equipos de Serie A la pasada temporada, es decir, los clasificados para competiciones europeas más Parma y Milan.
Este año ningún equipo de divisiones inferiores ha conseguido alcanzar los cuartos de final. Varese, Pescara, Perugia, Avellino y Brescia cayeron claramente a domicilio ante equipos de Serie A, mientras el Modena dio más guerra -ya había goleado al Palermo en la ronda anterior- y solo perdió en los penaltis tras un espectacular 4-4 en Cagliari. Lo más grave es que ninguno de estos equipos está preocupado por ser eliminados del torneo, al igual que ninguno de los que ganaron está excesivamente contento.
Parece evidente que un sistema así, pese a ser a partido único hasta semifinales, deja muy poco lugar a la emoción. Los grandes equipos aparecen solo en los últimas rondas en un sorteo dirigido, y el premio de la Europa League es escaso. De hecho, acostumbra a beneficiar más al séptimo clasificado en el campeonato que al campeón de Coppa. Por otros lado, los equipos pequeños ven sus opciones reducidas al mínimo ante una fórmula que ejerce de guillotina. Si este año ningún equipo de Serie B ha llegado a octavos de final, la situación no ha sido mucho más lúcida en las últimas ediciones de la Coppa Italia.
La temporada pasada el Siena, en Serie B -actualmente desaparecido por quiebra- alcanzó los cuartos de final tras eliminar a Bologna y Catania y perder en el derby con la Fiorentina. La Robur ha sido el único conjunto de divisiones inferiores en alcanzar los cuartos de final de Coppa Italia desde el Arezzo -con Sarri en el banquillo, Bremec, Ranocchia, Croce o Floro Flores- fue eliminado por el Milan en 2007. Spezia y Avellino también llegaron a octavos en 2014, para ser eliminados por Milan y Juventus respectivamente.
Antes, un erial de equipos de Serie B en octavos de final: solo Verona y Reggina en 2013; de nuevo el Verona en 2012; ninguno en 2011; Lumezzane, Novara -ambos de Serie C- y Triestina en 2010; Empoli y Salernitana en 2009; Ascoli en 2008 -solo participaron equipos de Serie A y Serie B en el torneo- y Napoli, el propio Arezzo y la Triestina en 2007. En definitiva, la Coppa Italia supone más una campeonato paralelo a la Serie A, lejos de la esencia abierta y ‘democrática’ de las competiciones coperas en otros países.
En las finales, la apertura se reduce al mínimo, y solo un puñado de equipos han alcanzado los partidos decisivos de la Coppa Italia. Desde 2002, Inter (4), Lazio (3), Roma y Napoli (2) y Milan se reparten los títulos, y en finales destacan Roma (7) e Inter (6) -disputaron entre ellos cuatro de cinco finales entre 2005 y 2010, ademas de Lazio (3), Juventus (2) y Napoli (2). En esta lista, fuera de los grandes solo se cuelan la Sampdoria (que ganó un Scudetto relativamente reciente) y el Palermo en 2011. En los últimos 30 años, solo tres equipos fuera de la super élite del Calcio (Ancona 1994, Vicenza 1997, con triunfo, y el Palermo 2011) alcanzaron la final.
Una competición sin ambición, desdeñada por los clubes y por el público por su nulo interés, tanto para los grandes -prefieren centrar los esfuerzos en el campeonato- como para los pequeños -ante las escasas oportunidades de alcanzar altas cotas dado lo estricto y dirigido del sistema-, que usan la competición para dar minutos a los futbolistas menos utilizados. Un parche entre los campeonatos. Un torneo sin alma.