La situación pintaba inmejorable para la armada italiana en Europa League. Rememorando los mejores momentos de los años 90 en la Copa UEFA, cuando el Calcio era el gran dominador del torneo, cinco equipos italianos se clasificaron para los octavos de final de la segunda competición europea. Un récord que, ya en el partido de ida de la eliminatoria, se ha dado de bruces con la realidad.
La fábula del Toro alcanzó su punto culminante hace unos días con la gesta de San Mamés. En este ronda, el equipo no pudo reaccionar ante las circunstancias. La mentalidad defensiva del equipo fue el primer clavo en la tumba granata. El segundo, la absolutamente evitable expulsión de Marco Benassi, el joven medio escuela Inter que cada vez preocupa más por sus graves, puntuales errores de actitud sobre el campo. El tercero, la potencia resolutiva del Zenit, que apoyada en las dudas del portero Padelli, permitió los goles de Witsel y Criscito. El cuarto todavía no está puesto, difícil evitarlo en la vuelta en el Comunale.
Ante su propia existencia tampoco pudo hacer nada el Inter. El Wolfsburg, uno de los equipos más en forma de Europa, simplemente pasó por encima de la mano de De Bruyne. El gol de Palacio, nada más comenzar, un espejismo. La realidad, una defensa de un nivel de Serie B: Ranocchia y Juan Jesus parecen obviar las nociones básicas de una zaga –Naldo remata un córner sin siquiera saltar- y Carrizo, directamente no está a la altura para jugar en Europa. El 3-1 en cualquier situación podría ser remontable, una opción remota vistas las diferencias reales entre ambos equipos.
La realidad del Napoli, por suerte para ellos, es que Higuaín cada vez es un futbolista más decisivo. Lo peor, su creciente dependencia. La disminución del rendimiento de Hamsik, Callejón o Mertens, junto a la lesión de Insigne, le han dado prácticamente todos los galones al argentino. Tras el susto inicial del Dinamo Moscú, por medio del antiguo internacional alemán Kuranyi, el ‘nueve’ aportó tranquilidad con sus tres goles. De cabeza, de penalti o de volea. Definitivamente, Higuaín ya se está convirtiendo sobre el campo en el nuevo símbolo partenopeo.
Nada halagüeña sigue siendo la Roma versión 2015. Hundida en el campeonato, perdida la lucha por el Scudetto y en riesgo hasta la Champions, el equipo de Rudi Garcia tampoco mostró una versión positiva en el duelo italiano con la Fiorentina. Pobre en la creación, con problemas físicos (De Rossi y Manolas se lesionaron en los primeros minutos), sin profundidad. El bloque sólido de hace unos meses ha mutado en una serie de individualidades inconexas.
Aun así, pese al dominio viola, el gol del empate a domicilio de Keita tras córner permite una ligera ventaja giallorossa. La Fiorentina, ilusionante desde la llegada de un Salah siempre decisivo –asistió en el tanto a Ilicic- no supo ni ampliar primero ni defender luego el resultado. De hecho, el portero Neto, maravilloso desde su retorno al campo tras no renovar, tuvo que lucirse un par de veces y parar un penalti inexistente a Ljajic.
La realidad pareció imponerse a la ilusión europea del Calcio en este primer asalto. Sin embargo, una de las características del fútbol italiano es su capacidad para, por alguna razón, a veces inexplicable, darle la vuelta a contextos completamente desfavorables. Al fin y al cabo, ya lo hizo clasificando a cinco equipos para esta ronda.