La ínfima credibilidad del proyecto del Valencia o, más en concreto, del ‘VaLIMcia’ pende de un hilo. Credibilidad minorada por las decisiones de Peter Lim, el cual tiene ante sí una oportunidad de demostrar que le sigue importando el club que compró. El Valencia lleva dos temporadas consecutivas luchando por salvar la categoría y eso no se puede consentir.
A 23 de marzo, el Valencia sigue sin tener decidido quien será el entrenador la próxima temporada. Se desprende que no podrán hacerse grandes desembolsos, unido a que se deberá seguir vendiendo. En un equipo condenado a verse debilitado por problemas de Fair Play financiero, la decisión final cobra, si cabe, mayor relevancia.
Dadas las circunstancias, muchos entendemos que la posición más importante a reforzar es la del banquillo. Con un entrenador que saque el máximo de sus jugadores en cualquier encuentro y consiga hallar la mejor versión de cada uno. Alguien con variantes tácticas, capaz de cambiar desde su pizarra el rumbo de los partidos. Uno, sobre todo, que devuelva al Valencia al sitio que, por historia y afición, merece.
La rumorología con respecto a posibles nombres es constante. Desde Quique Setién a Marcelino García Toral, pasando por otros como Aitor Karanka, Curro Torres o Eduardo Berizzo. Si alguna similitud guardan entre ellos es que no guardan ninguna. El club debe definir qué estilo busca. Si me preguntan, no tengo ni la menor duda que se necesita cerrar el equipo desde atrás. La estadística habla por sí sola con 51 goles encajados en lo que va de Liga. Ya basta de buscar gente que intente hacer jugar al Valencia de forma vistosa. Es el turno de aquel que pueda hacer del Valencia un equipo incómodo, un club de esos contra los que no quieres enfrentarte. Como el Atlético de Madrid actual en resumidas cuentas.
Desde Rafa Benítez y su magnífico legado, sus predecesores se caracterizan en su mayoría por su casi inexistente currículum. Vinieron aquí en busca de un máster deportivo. Y, sorpresa, pocos salieron por la puerta grande. El que dejó mejor sabor de boca quizás haya sido Ernesto Valverde y, sorpresa, era el que tenía mayor experiencia entrenando. De vez en cuando, se justifica que cuando llegó un imberbe Benítez desde el Tenerife, no era la primera de las opciones aunque eso ha de ser la excepción y jamás la regla.
Experimentar con el banquillo del Valencia debe dejar de ser una opción. Nuno, Neville, Ayestarán, Prandelli y Voro. Esas han sido las apuestas hasta la fecha de Meriton Holdings. De nuevo entrenadores sin rasgos comunes. Un amigo del dueño, un comentarista deportivo, un preparador físico, un antiguo seleccionador de Italia y un delegado. Dados los antecendentes, Marcelino García Toral sería mi candidato. Bien es cierto que en su momento rechazó al Valencia (2008) pero eso no quita que sea el más indicado. Su periodo en el Villarreal es uno de sus mayores avales.
Dicen que una de las condiciones de Marcelino es hacer una limpieza de vestuario. La limpieza puede resultar casi imperativa pero eso de tener que vender a la mayoría porque “no valen” parece una práctica cada día más común y empieza a hacerse algo pesada. No hallar el perfil indicado, como sucede con los entrenadores, hace que den la sensación de jugadores que vienen de paso, sin saber qué club es el valencianista. Más pendientes de pedirle la camiseta a los jugadores del Barça que de darle valor a la del Valencia. Contaríamos con una mano los futbolistas de la plantilla a los que otorgaríamos el cartel de intransferible. Y sí, incluso con cinco dedos sobraría. Lim, depende de ti. La pelota está en tu tejado o, mejor dicho, en el banquillo.
P.D: Si me permiten la intromisión, dejemos de quemar a Voro. El es tan valencianista como los que achacan sus planteamientos o discursos y, aunque, eso no le exima de culpa, hay que agradecerle que cogiera un equipo al que nadie se atrevía a coger y lo haya casi salvado.