Seguro que has oído hablar muchas veces de la felicidad en futuro. Como si no pudieras apreciarla hoy. Como si la hubieran colocado allí, al final del camino. Lees sus letras a lo lejos, como si se tratara de un cartel de autopista que te hace adivinar que estás llegando al destino deseado. El GPS está atento para que no te despistes de tomar la siguiente salida. Has venido para esto, supongo. Sin embargo, muchas veces hay que preguntarse qué es la felicidad. El juicio de cada uno para responder ante tal cuestión puede ser totalmente distinto. Incluso en los grandes pensamientos de la filosofía, la apreciación ante tal emoción es diversa. Además, influye la subjetividad. Tal vez deberíamos tener más presente eso de la felicidad, en vez de cometer el grave error de emplazarla a largo plazo. No vaya a ser que hayamos llegado y ni siquiera nos hayamos dado cuenta. Que los minutos nos vayan pasando sin percibir que la estamos experimentando sin valorarla demasiado.
La felicidad interviene también el fútbol. En el rendimiento y las tendencias, en la fuerza mental, en la autoconfianza y la fe. Es probable que ni el propio Pierre-Emerick Aubameyang imaginara que en cuestión de meses su vida deportiva daría tal giro. Tras perder la capitanía y estar apartado del terreno de juego por un caso de indisciplina, no poder disputar la Copa África por cuestiones de salud y abandonar Londres, aquel lugar donde fue una estrella tan querida y lo sigue siendo en muchos hogares ingleses. Sin embargo, ha entrado con buen pie en Barcelona. Volver a verle feliz: un factor determinante.
Pablo Aimar decía que “el fútbol tiene mucho de improvisación. Técnicamente hay futbolistas muy buenos, físicamente muy buenos, pero los que hacen la diferencia son los que deciden bien, que es lo más difícil”. Jorge Valdano nos recuerda que “el fútbol es un estado de ánimo”. Algo que explica a la perfección arreones y épicas. Pep Guardiola, sobre la compleja tarea de gestionar a los jugadores que no juegan, comentaba en una entrevista a Visión de Líderes de Itaú: “Yo a mis jugadores les he dicho: os quiero felices, os quiero bien. Ya nos conocemos de hace muchos años. Si estáis descontentos, os tenéis que ir. La felicidad no sabemos dónde está. Si supiéramos dónde está iríamos todos allí a buscarla, volando. Pero nadie sabe dónde está”. Acerca de la propia felicidad de Aubameyang, se pronunció Rio Ferdinand: “La gente subestima y subestima lo importante que es tu felicidad cuando eres futbolista, o en cualquier trabajo que tengas que tener ese elemento de felicidad y satisfacción. Él simplemente no tenía eso en el Arsenal”.
El bienestar del gabonés se aprecia en el campo. Ha llegado con la efectividad debajo del brazo. Aubameyang, que ha sido titular en siete partidos, lleva a sus espaldas siete dianas. Una situación idílica. Una entelequia que parece propia de la mejor imaginación. El Barça se ha hecho con los servicios de un atacante dinámico, que sabe ir muy bien al espacio, capaz de adaptarse a distintos contextos y que tiene gol. La gran incógnita pasaba por lo que podría costarle recuperar la confianza. Sin embargo, a día de hoy, parece haber convencido a Xavi para ser el 9 del conjunto blaugrana. Como decía Michael Jordan en The Last Dance: «Solo necesitas una cerilla para prender todo ese fuego». Aubameyang volvió a hacerlo en el infierno de Estambul.
Imagen de cabecera: FC Barcelona