“Yo no solo quiero ganar; ¡también quiero sentir!”, aseguraba un Jurgen Klopp apasionado en una entrevista para El País. La juventud a veces te puede llevar a cometer errores, pero cuando realizas lo que amas siendo un monaguillo el hambre suele engullir a la inexperiencia. Ni su técnico ni sus futbolistas tenían una gran historia en Europa. Robert Lewandowski, Marco Reus y Mario Götze aterrizaron en la máxima competición continental con ganas de jarana. Madrid, Ajax y Manchester City se reían de la bisoñez del conjunto alemán. La fase de grupos, se suponía, debía devorar a la joven plantilla de Klopp. Una vez más el balompié no comprendió a la lógica.
Aquella temporada, la 12-13, iba a ser una explosión de sorpresas. El Borussia Dortmund, tras quedar primero de grupo, se dirigió a los octavos de final con la ilusión por las nubes. Ya todo el mundo, incluso los que no veían la Bundesliga, hablaba sobre esa plantilla desprovista de cualquier miedo. El ‘Gegenpressing’ no solo es una de las mejores tácticas del Football Manager: también sirve en el fútbol. A veces uno piensa que el videojuego es más real que la vida misma.
Tras eliminar al Shakhtar Donetsk empezaron a ver, a lo lejos, el trofeo de las orejas. Ya nadie podía hablar de los germanos como ese conjunto sorprendente. En cuartos de final eliminaron al Málaga en una vuelta trepidante, muy polémica, con un gol de Eliseu y otro de Felipe Santana en fuera de juego. Los boquerones todavía recuerdan aquella noche con lágrimas en los ojos. Ya en semifinales se cruzaron ante el Madrid de José Mourinho. El portugués deseaba con todas sus fuerzas levantar la décima. No sabía lo que le esperaba.
En el Signal Iduna Park los madrileños se enteraron de lo que era el Dortmund. Los locales mostraron su vigor con un juego imparable; digno de todo un campeón de Europa. Fue la noche en la que Lewandowski se hizo famoso: anotó cuatro tantos a Diego López. Los blancos, en la vuelta, con un Bernabéu entregado lo intentaron con todo, pero no pudieron remontar. Los de Klopp acabaron cayendo en Wembley ante un Bayern colosal. Daba igual. El Dortmund mostró que al subcampeón también se le recuerda.
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