
Corría el verano de 2017. En Austria, Ajax de Ámsterdam y Werder Bremen se daban cita en un bolo de pretemporada. Los neerlandeses presentaban un equipo temible. Aquel que, una temporada después, alcanzaría las semifinales de Champions League. De pronto, Abdelhak Nouri, uno de sus jugadores más prometedores, se desplomó sobre el césped. Sufrió un infarto. Tardaría casi tres años en volver a despertar y su historia serviría de inspiración a toda una generación y a unos compañeros que llevarían su identificativo dorsal por todos los campos del mundo.
Abdelhak Nouri, a quien todos llamaban Appie, nació en la capital de Países Bajos en 1997. Creció en Geuzenveld, uno de los barrios más pobres de las afueras de la ciudad, jugando al fútbol con su hermano mayor (eran seis en total) en un campo destartalado. Su juego desprendía desparpajo. Se notaba que se había criado en la calle, a base de las adversidades que encontró al provenir de una familia de inmigrantes marroquíes asentados en las afueras de la capital. Por eso, en cuanto empezó a progresar, sus compañeros se terminaron refiriendo a él como ‘El soñador de la calle’. Aquel que dormía con las botas de fútbol puestas.
A los 7 años, el Ajax no dudó en integrar en su academia a ese niño que driblaba con una facilidad poco antes vista a chicos que le superaban en edad y altura. Porque Appie nunca fue el más dotado físicamente, pero aquello no le importaba. En la cantera ajaccied progresó ante la atenta mirada de los ojeadores en una de las mejores escuelas del mundo. Jugaba como mediapunta con total libertad y aquello le valió para acudir a la selección neerlandesa en la primera categoría posible: Sub15. Allí, no dudaron en darle el dorsal número 10, el brazalete de capitán, y relegar al banquillo a un chico rubito que tenía muy buena pinta, que jugaba en el Willem II y que respondía al nombre de Frenkie de Jong. Entonces, The Guardian nombró a Appie como uno de los mejores jugadores juveniles del mundo en la lista que anualmente publica el reconocido medio.
“Era muy diferente al resto. Sobresalía. Tenía un repertorio de jugadas y trucos inimaginable. Y lo mejor es que lo hacía de forma natural. Era divertido y a la vez efectivo”, diría Wim Jonk, leyenda del fútbol neerlandés que le entrenaría en el Ajax y que dirigía la academia en gran parte de su etapa. “Le dije que era el digno sucesor de Iniesta y que tenía ADN Barça”, admite el hoy asistente de Koeman en la absoluta. La comparación, por cierto, es secundada por el hermano de Appie, que confirma que el Barcelona se puso en contacto con ellos en varias ocasiones para hablarles del interés que tenían en su hermano pequeño coincidiendo, precisamente, con los años en los que el club le empezaba a buscar relevo a Iniesta.
Appie fue el periscopio de todas las categorías inferiores del país en aquellos años y destacó sobre todo en la Sub19, con la que a los 17 años ya era el capitán designado por Aron Winter para formar un trivote con el mencionado De Jong y con Van de Beek, su mejor amigo. Fue precisamente en un Europeo Sub19, el de 2016, donde Nouri se destapó por completo. Y es que, pese al mal torneo de su selección, que solo ganó uno de los cuatro partidos disputados, él dejó unas sensaciones impresionantes que le acabaron colocando en el XI ideal del torneo.

Su crecimiento le llevó a debutar con el primer equipo del Ajax al comienzo de la temporada 2016-2017, a las órdenes de Peter Bosz. El día que se vestía de corto por primera vez como profesional, lograba anotar su primer tanto. Un golazo de falta que se permitió el lujo y el desparpajo de arrebatar a todo un experto como Schone. Pero Appie apenas jugó en aquel curso. En su posición se desenvolvía Ziyech, que había llegado ese mismo verano como fichaje estrella del club, y un poco más atrás lo hacía el experimentado Klaasen, capitán y líder de esa plantilla. Para su fortuna, Nouri vio cómo sus minutos aumentaban con el paso de las jornadas y cómo se ganaba la confianza del entrenador. De manera paralela, ya le habían dado la alternativa con la Sub21. Y entonces llegó la mejor noticia. Bosz se marchó del club y el Ajax ascendió al técnico del filial, ese que había tenido a Nouri como piedra angular y por el que había ganado dos años seguidos el premio a mejor jugador de la cantera. Appie, que acababa de hacer los 20 años, tenía todas las papeletas para ser importante en el equipo, si además tenemos en cuenta que ese mismo mercado Klaasen abandonó el equipo y dejó una vacante en la medular.
Y entonces llegó el verano fatídico. En aquel partido a principios de julio en Austria, Appie se desplomó. En un principio, los médicos que lo atendieron pensaron que podía ser fruto del cansancio. Entonces, Appie estaba en pleno Ramadán, una ola de calor asolaba Europa y aquel día las temperaturas eran altísimas. Un par de días antes, Appie había sufrido un pequeño mareo fruto de aquello. Las asistencias tardaron en dar una cobertura idónea al jugador, que realmente había sufrido un infarto sobre el césped. Le faltó oxígeno durante mucho tiempo y aquello le causó un daño permanente que le indujo en un coma que sería eterno. Appie pasaría casi tres semanas en cuidados intensivos, luchando por su vida, y una investigación posterior concluiría que la actuación de los médicos de primeros auxilios fue negligente. También se descubrió que la Federación poseía informes desde 2014 de que su corazón tenía algún problema, pero nunca habían sido informados ni el jugador ni su familia.
El mundo del fútbol recibió la noticia con pesar y la comunidad marroquí se solidarizó con su compatriota. Appie era un chico amable, servicial y muy querido entre todos los que le conocían. Era, además, el favorito de la hinchada ajaccied. También la persona más importante y más querida de Geuzenveld. A su edad, había ayudado a los más necesitados, solía jugar al fútbol cada tarde con chicos que militaban en asociaciones de discapacitados, realizaba donaciones de manera habitual, había pagado operaciones quirúrgicas de quienes no podían afrontarlo y se había postulado para mediar en conflictos que alejaran a los jóvenes de ascendencia marroquí de las pandillas y las drogas en la ciudad. Y de la noche a la mañana, ya no estaba. Sí en cuerpo, pero no en alma.
Su dorsal, el 34, se convirtió en un emblema, tanto que más de una decena de futbolistas decidió portarlo como homenaje. Algunos como Van de Beek, Amrabat, Justin Kluivert, Younes, Diks, Veltman, El Ghazi, Riad o Bergwijn terminaron llevando el ‘34’ en la espalda en su honor. Las primeras informaciones fueron abrumadoras. Se auguraba lo peor. Appie presentaba daño cerebral permanente. Cuando Edwin Van der Saar, directivo del club, lo anunció, la casa de Appie se convirtió en zona de peregrinaje obligado. Miles y miles de personas se agolparon alrededor, para dar apoyo a la familia. Una foto de su padre, saliendo a saludar desde un coche, se hizo tan emblemática que está expuesta desde aquel día a la entrada del Museo de Ámsterdam, que ha confirmado que estará allí “durante generaciones”. Ámsterdam se llenó de pintadas con la figura del futbolista y la tienda del Ajax colocó tres maniquíes donde la serigrafía de las camisetas rezaba: “Stay Strong Appie”.

Los médicos confirmaron que era imposible que Appie volviera a tener una vida normal. Su familia, en cambio, buscó segundas opiniones en médicos de todo el mundo, sin éxito. A su vez, interpusieron una denuncia al club por el trato recibido en los primeros auxilios y, después de defender la idoneidad de la actuación, el Ajax acabó admitiendo que se habían cometido errores en aquel campo en Austria.
Si bien algunas informaciones apuntan que Appie despertó del coma 13 meses después, su hermano confirmó que realmente lo hizo en 2020, cuando estaban cerca de cumplirse tres años del incidente. Unos meses antes, el Ajax informó que no renovaría el contrato del chico, que finalizaba en 2019, pero que pagaría a la familia una indemnización de 7 millones de euros y que se encargaría de todos los gastos derivados del suceso. La plantilla del Ajax, por su parte, se conjuró para ganar el título de Liga y dedicárselo a Appie. Curiosamente, al conseguirlo, se trató del 34º título de Eredivisie. El Ajax decidió retirar su dorsal para siempre.
Appie regresó a su casa, aunque no a la de siempre, sino a una adaptada para los cuidados que debía tener para el resto de su vida. Tanto en el hospital como en su casa, no paró de recibir la visita de amigos y familiares. Cuenta De Jong que, cuando firmó por el Barcelona, lo primero que hizo fue ir corriendo a contárselo, pese a que Nouri seguía entonces en estado de coma. “Sé que me escuchó. Cuando mencioné Barcelona, alzó la ceja y entonces supe que mi decisión había sido la correcta”. También Van de Beek, a quien le unía una relación desde la infancia, que decidió pasar noches con su amigo como habían hecho cuando se quedaban a dormir el uno en la casa del otro siendo unos críos.
Pero la vida sigue. Durante mucho tiempo, hemos estado sin noticias de Appie. Hace solo unos días, su hermano confirmó que Appie sigue progresando y confía que alguna vez puedan tener comunicación fluida. A día de hoy, no habla, pero se comunica con gestos y suele ver fútbol. A veces, incluso, se ríe cuando le cuentan chistes. “Lo mejor es que nos entiende, y nosotros a él también”, dice su hermano.
Rayane Bounida, la nueva estrella de la academia del Ajax (aunque fichado desde el Anderlecht), admite haberse visto reflejado en Appie para llegar al primer equipo y es uno de los que suelen ir a visitar al ex futbolista a su cada para recibir inspiración. La afición del Ajax, por cierto, también ve en el chico el mismo alma y espíritu de Nouri. E, incluso, el propio Bounida ha confirmado que eligió la oferta del Ajax por encima de otras como la del Manchester City, Barcelona o PSG por el vínculo que él ya observaba compartía con el ‘34’.
La cancha de fútbol sala donde jugaba de pequeño ahora se ha rebautizado como Campo Appie Nouri, donde una pintada con el lema Appie 4 ever ocupa todo el frontal. La plaza del barrio donde se crio también lleva su nombre. Una fundación creada por su familia lucha por maximizar las ayudas contra las paradas cardiorrespiratorias y, tras un acuerdo con el ayuntamiento, 34 desfibriladores se han desplegado por los estadios de fútbol base de la capital, en una campaña que lleva el lema de Appie.
La Fundación Nouri, encabezada por su padre y sus hermanos, también celebra un torneo de carácter anual para las categorías inferiores de los equipos del país. El asiento de Nouri en el vestuario ha sido trasplantado a la tienda del club, donde sirve de monumento para el recuerdo. El Ajax realiza la publicación oficial prepartido a las 7:34, como homenaje al jugador. Appie no ha muerto. Sigue vivo. Progresa cada día un poquito más. Y lo que es seguro es que nunca será olvidado por toda la capital neerlandesa. Ni siquiera cuando no esté.
Periodista | Profesor | Deporte en general y fútbol en particular | Escribí 'Atleti, historia de un despertar' | A veces hago hilos

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