El equipo de Hansi Flick jugará la final de la Copa del Rey después de vencer al Atlético de Madrid en el Ryhad Air Metropolitano. Un único gol de Ferran bastó para decantar la eliminatoria, aunque el 0-1 no reflejó la superioridad blaugrana, especialmente en la primera parte. Los del Cholo volvieron a verse atropellados por una máquina, que estrenado el mes de abril sigue viva en todas las competiciones y parece imparable.
La primera parte del Barcelona en Madrid fue sencillamente sublime. No se ha visto a un equipo jugar tan bien al fútbol en mucho tiempo. Como ya ocurrió en otros partidos, por momentos daba la sensación de estar viendo al Bayern de 2020, entrenado por el propio Flick, o incluso al legendario Barça de Guardiola. No, no es ninguna exageración. La capacidad que mostró el conjunto catalán para recuperar el balón y enlazar ataques de calidad fue excitante. No le duraba el balón al Atleti, ahogado en un mar de fútbol al unísono. Los jugadores del Barça parecían olas moviéndose en un mismo sentido, con el objetivo de picar con fuerza una vez alcanzada la orilla. Posesiones de calidad e inteligencia con el balón que derivaron, en su mayoría, en ocasiones claras de gol.
Ferran Torres no anotó hasta el minuto 27, definiendo con clase tras una asistencia escandalosa de Lamine Yamal. El canterano encontró el hueco entre la defensa, dejando un pase que demuestra su potencial más allá del desborde. Lamine domina todos los aspectos del juego y no necesita de goles para demostrar su trascendencia. Antes del gol del tiburón, el partido y la eliminatoria ya pudieron quedar sentenciados. Cualquier jugador amenaza, incluso los de la línea defensiva; como Kounde, que anoche se marcó una actuación colosal a nivel defensivo, pero que también tuvo protagonismo en ataque. Un comportamiento admirable, un compromiso encomiable por parte de cada jugador culer, que adquiere más valor teniendo en cuenta la exigencia del calendario; el de anoche fue el tercer partido del Barça en 6 días.
El Cholo encontró algo de igualdad en la segunda parte. Las entradas de Sorloth, Javi Galán y Lenglet le dieron al cuadro colchonero más balón y movilidad en el centro del campo. Marcos Llorente y Pablo Barrios emergieron con fuerza para compensar el juego. Flick respondió dando entrada a Ronald Araujo y Eric Garcia. El papel del de Martorell fue clave, aportando equilibro al centro del campo, más allá del trabajo defensivo. Ganó duelos, recuperó balones y sumó con balón, recuperando el control cuando peor lo pasó su equipo. Pedri y Frenkie De Jong también aportaron lo suyo para sacar de cualquier apuro al Barça. Finalmente, no fue necesaria ni una parada de Szczesny, quien, eso sí, blocó cada balón que alcanzó sus guantes. El polaco volvió a mostrar una seguridad tremenda bajo palos. ‘Tek’ ya suma 19 partidos sin perder desde que ocupa la portería blaugrana.
El segundo billete a la final de la Cartuja se fue para Barcelona, habrá Clásico en Sevilla el 26 de abril. Antes, los cuartos de final de la Champions ante el Borussia Dortmund y unas jornadas de Liga igual de importantes que las anteriores en la carrera por el título. La prudencia choca con la ilusión lógica que provoca el desempeño del equipo; la palabra triplete asoma la cabeza en la capital catalana.