Gennaro Ivan Gattuso (Corigliano Calabro, Cosenza, Italia) ha caído de pie en Valencia. Pero recto como una estaca. Está siendo el antídoto perfecto para la desmoralización y desarraigo que se estaba viviendo en las últimas temporadas. Llegó de sopetón, sin que nadie lo viese venir, casi señalado por ser de la cartera de Jorge Mendes y con el agravante de ser el recambio de un entrenador que calaba y que había llevado a los de Mestalla a otra final. Recuerdo la incredulidad cuando se destapó su viaje a Singapur para dejarlo todo cerrado, los interrogantes de su fugaz vivencia en Florencia (solo 23 días en el cargo) y la nula experiencia en España. Pero todo se lo ha fumado en su vaper naranja.
En solo 3 meses se ha ganado a plantilla, directivos y afición. Ha conseguido un giro camaleónico en cuanto al estilo futbolístico y que su honestidad y carisma sean cuño para el valencianismo. Gattuso y Mestalla armonizan como nota al pentagrama. Acoplan como una fotografía a su marco. Su pasión, ambición y carácter es la extensión de la Valencia futbolera. No duda en señalarse como el principal culpable cuando la carretera se empina y en delegar el éxito a sus futbolistas cuando se está en la cresta de la ola. A ‘Rino’ nadie le tiene que explicar lo que es un vestuario. Sabe lo que sienten aquellos que conviven con él en el día a día y cómo tenerlos enchufados. A todos. Y que se le ocurra a alguien tambalearse o estar distraído que de la colleja que le pega le carga hasta el teléfono móvil.
El Valencia lleva la mitad de puntos disputados (9 de 18) y uno menos que la temporada pasada a estas alturas pero el poso de equipo está en otra dimensión. Hay cuajo de equipo trabajadísimo y con automatismos e ideas muy claras. El técnico italiano perdona el error pero insiste en la idea. No se admite otra vereda que la de su manual. El fallo lo contempla pero no la falta de intención. Por ahí no traga. Se perdió en ‘Valecas’ -como dice Gattuso- haciendo un mal partido por falta de intensidad y siete días después todavía estaba receloso. Eso sí, se mereció mucho más en San Mamés ante el Athletic. Un borrón en seis páginas hasta el momento. Qué duda cabe que se puede perdonar. Es una evidencia que la asignatura a la que hay que echar codos es a la de visitante. Si los blanquinegros mejoran ahí y encuentran el equilibrio es más que probable que pueda pelear con los mejores. Y en eso reincide el calabrés. En no tener que dejar el trabajo para Mestalla porque cada encuentro se convierte en responsabilidad máxima.
‘Rino’ ha logrado en tiempo récord que sus futbolistas abandonen el miedo a ser atrevidos con el balón y que se gane en casa con gusto y regocijo. Mestalla, que ha recuperado su latido con la nueva grada de animación, está disfrutando. Y lo hace porque su equipo gana jugando bien, bonito y porque se siente identificado con un entrenador que le ha devuelto la ilusión. Gattuso es sinónimo de persuasión. Ya no para esparcir sus ideales sino para convencer a jugadores que Valencia es la plaza perfecta para recuperar sensaciones y volver a sentirse importante. Tiene gancho. Atrae. Explica lo que necesitaría de ellos y a la vez es el mejor publicista de una entidad enorme y centenaria. Por la grandeza del club y también por ‘Rino’ los buenos futbolistas escogen Valencia como destino. Y si se sigue creciendo, el acceso a ese target será mucho mayor.
El gruñido italiano es tendencia en el Túria. La mirada desafiante y bravucona al compás de esa barba canosa tiene adeptos en cada rincón. Su caminar retador buscando víctimas ya es un ‘hashtag’ en Mestalla. Puede ser Samu Castillejo el que reciba un cate si está buscando el lucimiento personal o un aficionado de la primera línea de tribuna el que se lleve un meneo cervical para que se olvide de cualquier contractura previa. Suda la camiseta como si estuviese jugando y lo vive como lo hacía vestido de corto. Es genio y figura. Sin duda, lo mejor que le pudo pasar al Valencia. Aunque, como siempre, dependerá del balón. Gattuso alzó escombros en Milan y Napoli y ahora quiere reconstruir y recomponer un club que lleva tres años sin Europa y a la deriva institucional. Y lo quiere hacer, primero, haciendo de su casa un lugar inaccesible para los rivales.
Mestalla y ‘Rino’. Tracas y ruido. Olor a pólvora. Un binomio maravilloso al que, por cierto, habrá que añadir a Edinson Cavani. Pero de ‘Edi’ hablaremos otro día.
Imagen de cabecera: @valenciacf
Oliva • Ontinyent • Valencia. Periodista | Me lees en @Spherasports | Me escuchas en @matadorvalencia | Actualidad del deporte | Examino al @valenciacf | Ex Comarcal TV | Adoro la radio
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