Graham Potter tiene una de esas trayectorias que emocionan. Sus primeros pasos en los banquillos, tras una carrera modesta como jugador, como bien dicen la gran mayoría de periodistas, fueron en la cuarta categoría de Suecia. Raro, ¿no? Nadie podía esperar que en menos de una década el Chelsea, claro ejemplo de entidad ciclotímica, iba a pagar 20 millones para contratar a ese tipo educado y calmado que ha encandilado a la Premier League con los famosos expected goals: esa métrica que analizaba que las ocasiones que creaba su conjunto eran suficientemente buenas para ganar, pero que sus delanteros no anotaban.
En The Guardian, clásico medio que debes visitar de vez en cuando para acordarte de lo que solía ser el periodismo antes de los bailes en Twitch, le preguntaron a Potter si él hacía caso a los pitos del estadio del Brighton. “No puedes agradar a todo el mundo”, contestaba el inglés con estoicidad. El de Solihull, cuando acabó su carrera en el verde, pasó mucho tiempo estudiando en universidades. De hecho, justo antes de trabajar en el extranjero se sacó un máster en inteligencia emocional. De ahí fue al Östersunds FK.
En Suecia, en tan solo 7 años, consiguió ascender a su cuadro hasta en tres ocasiones y lo metió en Europa. Cuando jugó en el Emirates Stadium ya había llamado la atención de los grandes periódicos ingleses. Y lo gracioso es que aterrizó allí gracias a la recomendación de Graeme Jones, un compañero de vestuario en su etapa de futbolista que quiso echarle un cable. Increíble.
El retorno a su país sirvió para foguearse en el Championship: el Swansea, un club acostumbrado a contratar a entrenadores que aman el juego de posición, le dio el altavoz definitivo para saltar a la máxima categoría. Allí no ha parado de demostrar que no solo sabe hacer que sus equipos jueguen brillantemente al fútbol: sus fichajes han sido alucinantes. Marc Cucurella, Alexis Mac Allister, Leandro Trossard, Moisés Caicedo o Pascal Gross son ejemplos de futbolistas que se han convertido en grandes futbolistas bajo su mandato.
Queda por saber si será capaz de aguantar la presión de una plantilla mucho más grande. Pasa de un club sin grandes exigencias, mas allá de salvar la categoría, a un doble campeón de Europa. Es todo muy similar a lo que ha sido su carrera como técnico: del barro a lo más grande. En principio nadie se reirá más con los expected goals.
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