Tiene trote caro. Normal: tiene 21 años y ya ha movido 80 millones de euros en un traspaso que no parece que sea el último en su carrera. Kai Havertz se convirtió en un respiro entre desescaladas y gráficos de Fernando Simón. La Bundesliga, en pleno confinamiento, arribó a nuestras casas para hacernos los días un poco más llevaderos, mientras engordábamos con madalenas y tartas de chocolate. En el Bayer Leverkusen, uno de los conjuntos más divertidos de aquellos tiempos, correteaba un alemán en la punta del ataque que quizás ni era delantero, ni mediapunta, ni extremo. Era un compendio de todo. Y lo mejor es que, cada vez que las circunstancias le pedían unas virtudes u otras, solventaba todas las cuestiones que le planteaba el fútbol con una sencillez aplastante. Daba igual si el contexto le pedía un regate, un pase o un gol. Le salía todo. “Ese chico es muy bueno”, nos decíamos.
Havertz era tan superior que toda Europa suspiró por él. Las grandes entidades del viejo continente ya le conocían, ya le habían visto, pero es evidente que la crisis del coronavirus no les dejó participar en una pugna que se anticipaba movida. Madrid y Bayern, según The Athletic, suspiraron por él y creyeron que igual podía aguantar un año más en el club en el que estaba desde juveniles para ir a por él el siguiente verano. Ahí entró el Chelsea, ávido de calidad en su escuadra, conociendo a la perfección que su situación económica era muchísimo mejor que la de sus competidores: el curso pasado no habían gastado y la burbuja de la Premier League, pese a la galopante crisis económica, sigue sin explotar.
Probablemente el germano no era una necesidad imperiosa para la plantilla de Frank Lampard. Los londinenses poseen un elevado número de futbolistas jóvenes en zona de tres cuartos. Sin embargo, su excelso nivel en la Bundesliga y esa oportunidad en el mercado han permitido que el Chelsea acumule un sinfín de grandes futbolistas en su ataque, aunque todavía siga faltando alguien atrás que acabe de acicalar a esta plantilla para batallar ante Liverpool y Manchester City. Eso ha llevado a que los blues, por ejemplo, no pudieran dominar el encuentro ante los vigentes campeones por errores individuales atrás de jugadores que ya el curso pasado estuvieron en la picota y que parece que este lo seguirán.
En cuanto al teutón, la prensa inglesa se cebó con él. Jamie Carragher aseguró que “le cuesta verle en un 4-3-3”. Havertz es un mediapunta, correcto, pero eso no es óbice para situarle en otros lugares del campo. Incluso en este 4-3-3 puede caer a una banda o jugar como falso nueve para que Timo Werner, como él ha disfrutado también durante su corta carrera, pueda hacer diagonales desde izquierda. El contexto de los dos choques de Premier League le llevó a no destacar, pero eso no significa que no vaya a tener espacio en el sistema de Lampard o que no se vaya a adaptar al fútbol inglés. Así lo demostró ante el Barnsley este miércoles, en Carabao Cup, con un hat-trick que ha podido calmar esa tempestad provocada por los expertos de siempre. Simplemente, necesita un tiempo -le pueden ayudar los partidos de Champions League- para mostrar que ese trote caro tiene un precio muy alto.
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