Mikel no es delantero. Tampoco tiene la experiencia del jugador que lleva años en la élite. Mikel, por así decirlo, acaba de aterrizar. Sigue jugando en la sub-21. Tiene 21 años, por dios. Pero sus números, sin embargo, son los de estrella de la Liga Santander.
Oyarzabal ha jugado más de 130 partidos con la Real Sociedad. La campaña pasada disputó 43 entre Liga, Copa y Europa League. Hizo 14 goles y repartió ocho asistencias. En ésta ya suma nueve tantos, los mismos que el delantero centro del equipo, Willian José. Algunos, como los que le hizo al Leganés, son de ariete puro, de cazagoles. Remate de cabeza inapelable y fusilamiento tras recoger un rechace en el área. Su acierto mantiene al equipo de Imanol Alguacil a solo dos puntos de Europa cuando a principios de curso peleaba por evitar el descenso.
No son las estadísticas las que hacen de Mikel un jugador realmente impresionante. Probablemente estemos ante el extremo más completo del torneo. Calidad en el regate, capacidad para sortear rivales en estático y en velocidad, conducción de primerísimo nivel, zancada poderosa, derroche físico y definición de killer. Oyarzabal lo tiene todo para triunfar.
El potencial que se le adivinaba en su primera temporada en la Real hoy da sus frutos. Su adaptación fue tan rápida que en seis partidos dejó de ser el revulsivo para entrar de lleno en acción. En su tercer partido como titular marcó dos goles en un 3-0 al Granada. Poco después el país entero le conocería con un testarazo a los cinco minutos que derrotaba al Barça de Luis Enrique. Han pasado casi tres años de aquello, y Oyarzabal no se ha vuelto a mover del once ni ha bajado un ápice su nivel.
Es obvio que el aficionado realista tiene miedo de una posible marcha del que ya es su jugador franquicia. 21 años, esos números, ese potencial… Hace tiempo que Oyarzabal está para un grande. El cariño de Anoeta es mayor hacia Mikel por ser un chaval humilde, de la cantera, que además siempre da el cien por cien en cada partido. Para colmo, su renovación poco después de ser tentado por el Athletic (le ofrecía un contrato de entre cinco y siete temporadas con un sueldo inicial de cinco millones, el doble de lo que ganaba en San Sebastián) fue como una declaración de amor eterno. Luego, en la primera oportunidad que tuvo, marcó en el derbi vasco y no dudó en besarse el escudo.
No sabemos qué hará Oyarzabal en el futuro. Si quisiera, podría hacer historia con la Real. Tiene 21 años (¡21!). Y si quisiera, podría fichar por cualquier grande de Europa y pelear por los títulos de los que seguro soñó de pequeño. Está en su mano.
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