El primer viaje internacional de Atlético Tucumán, un equipo con más tradición en la Segunda División del fútbol argentino que en la élite, será recordado tanto por el resultado, un triunfo 1-0 frente a El Nacional en Ecuador, como por el periplo plagado de aventuras que protagonizó para lograrlo. «Lo que vivimos seguro da para una película», dijo Mario Leito, presidente del club de la provincia de Tucumán, situada al norte del país, a más de mil kilómetros de Buenos Aires.
El plantel de Atlético Tucumán viajó el fin de semana rumbo a la ciudad ecuatoriana de Guayaquil para aguardar allí el momento de partir a Quito, ubicada a 2.700 metros de altura y sede de la revancha correspondiente a la primera fase de la Copa Libertadores, el torneo más importante a nivel continental. Los jugadores, el cuerpo técnico y decenas de aficionados subieron a un avión chárter de la empresa chilena DAP. Todo parecía estar en orden hasta que el comandante de la aeronave anunció que el vuelo no tenía autorización para despegar por presuntas irregularidades en las licencias para hacerlo.
Los futbolistas bajaron a la pista desesperados. Allí esperaron dos horas. Las posibilidades de llegar a tiempo a Quito eran pocas. El partido de ida, disputado en San Miguel de Tucumán, había terminado 2-2 y el equipo estaba obligado a ganar para avanzar en la Copa Libertadores, torneo al que clasificó por primera vez en su historia, que comenzó en 1902. Finalmente, 16 jugadores y el cuerpo técnico subieron a otro avión. En Quito, los esperó el embajador argentino en Ecuador, Luis Juez, un político conocido en Argentina por sus bromas e histrionismo.
El plantel bajó corriendo del avión y se subió al bus para ir al estadio. También lo hizo Juez. «Nos pusimos los cinturones de seguridad y dijimos ‘que sea lo que Dios quiera’. Pudo haber sido una tragedia», reconoció el defensor Bruno Bianchi. El bus viajó a 130 kilómetros por hora. «Que nos esperen 15 minutos más», gritaba el embajador Juez mientras hablaba por teléfono con la prensa. Alguien reparó en que las camisetas, pantalones, medias y botines habían quedado en Guayaquil. Llegaron casi una hora después al estadio. Pero la dirigencia de El Nacional accedió a postergar el partido más allá de lo que fija el reglamento del torneo.
En el vestuario, los futbolistas se encontraron con que jugarían con el equipo deportivo que utiliza el seleccionado argentino sub-20 que disputa el torneo Sudamericano en Ecuador. Entonces, Fernando Zampedri, el delantero de 30 años que convirtió el gol del triunfo, utilizó la camiseta número nueve de Lautaro Martínez, que tiene 19 años. Su compañero de ataque, Leandro González, nacido en 1985, vistió con la de Ezequiel Barco, que tiene 17 años. «Prácticamente estábamos en ‘patas’ y sin ropa. Yo me levanté hoy y no podía pisar porque los botines me quedaban chicos. Pero vamos a recordar este partido toda la vida», dijo Bianchi.
El entrenador de Atlético Tucumán, Pablo Lavallén, sugirió que la demora en Guayaquil pudo haber sido una maniobra para que el equipo no llegara a tiempo y perdiera el partido. En su historia de más de un siglo, Atlético Tucumán solo pudo jugar tres temporadas en la Primera División de Argentina. En la última finalizó sexto y consiguió la clasificación a la Copa Libertadores. Nunca antes había salido de la provincia. «Una historia digna de Netflix», publicó el diario ‘La Gaceta’, de Tucumán. Se espera que miles de aficionados reciban al plantel cuando llegue de regreso desde Guayaquil para celebrar el final feliz de la película.