Sergio M. POTENCIANO – Comenzaba la temporada y con ella un nuevo sueño en Vallecas. El barrio obrero de la capital madrileña se vestía un año más con sus mejores galas, esa alfombra roja, la de la máxima división del fútbol español, la del Real Madrid y el F.C Barcelona, los dos gigantes solo asustados por el pequeño ejército rojiblanco que, a pocos kilómetros del Estadio de Vallecas, mantiene un pulso ya de por sí brillante y digno de admiración.
Con la franja roja cruzando el pecho, presupuesto irrisorio pero con casta, corazón y una afición como pocas, Paco Jémez y Felipe Miñambres debían formar un plantel capaz de aguantar un curso más en la clase de los aprobados.
Se venía una campaña diferente a la pasada, más difícil, no era ningún secreto y con los mismos problemas internos y discrepancias entre ‘mandamases’ y afición. Desde el precio de los abonos al nombre del feudo, las categorías inferiores, los viajes, el distanciamiento con el fútbol femenino, hasta día de hoy la sección del club que ha regalado más alegrías, capaz de pasear el escudo por Europa no hace mucho. La de Vallecas es una afición especial, una afición fiel, entregada pero especial. Y es que este club no se entiende sin ellos, el Rayo Vallecano es patrimonio de su gente, tradición de padres a hijos, de los niños que acceden al campo de la mano de sus abuelos. Eso es Vallecas y eso es el Rayo Vallecano.
Facilitar las cosas a los que sienten y viven el Rayo es ganar puntos, esos que al final salvan temporadas en el último minuto, como el cabezazo de Tamudo que hizo temblar los cimientos del campo. O más recientemente, lograr ya de la mano de Paco Jémez, la mejor clasificación de la historia del club. Hoy corren vientos fuertes, rachas de frío inquietantes, una meta en la cima que parece difícil de escalar. Pero en su gente está la base, ellos se agotan cada partido en casa y recorren España para alentar cada encuentro lejos de Vallecas.
A los mandos y tras ganarse el respeto de los clubes y la prensa siguió Paco Jémez. Una renovación nada sencilla y tan esperada como celebrada. Era el mejor fichaje, con él debía forjarse un equipo que volviera a hacer sonreír al barrio. La idea de Paco es brillante, huele a balón e irradia fútbol. Pero la idea de Paco no es la única, a esto se juega de muchas maneras y el saber adaptarse a las circunstancias es crecer como técnico y ganarse aún más, un prestigio más otorgado que ganado.
Para muchos al Rayo da gusto verle, juega al fútbol desde atrás, asume riesgos y en su mente solo vale ganar. El problema es que le cuesta hacerlo, mantiene la posesión y se deja los partidos. Juega y deja jugar, no llega y le llegan, no marca y regala goles. ¿La idea? La idea de Paco es buena. Sus resultados no tanto. Un equipo atrevido, sin miedo a morir matando pero más cerca de morir que de matar.
Y es que Paco se dejará la vida por el Rayo, no hay dudas de esto. El problema es que se la está dejando mal y el tiempo se agota. En el fútbol solo vale ganar y en Vallecas más. A Paco nadie le pide posesión, nadie le exige jugar de tú a tú a los grandes, nadie le exige manejar los partidos y nadie le exige olés desde la grada. Vallecas quiere sumar. A Paco se le exigen resultados y con su mentalidad no llegan.
El aficionado a la Liga se lo agradece, un grandísimo entrenador este Jémez. Pero Vallecas duda, esa duda entre la mejor temporada de la historia y el año donde salen goleados en partidos en casa frente a Valladolid, Espanyol, Villarreal o Granada e idénticos resultados lejos, en Málaga, Sevilla, Barcelona o el Vicente Calderón.
Los elogios desde lejos de casa y la prensa no deben cegar la realidad. Y si, Paco Jémez es un grandísimo entrenador con una idea brillante, pero un entrenador no es solo una idea, un técnico debe adaptar su idea a la plantilla o adecuar su plantilla a la idea. Paco no lo está consiguiendo y su idea, al menos hoy, no funciona. Adaptarse a otro fútbol quizás es salir campeón, eso también es entrenar, eso es también ser un gran entrenador y esta es la asignatura pendiente de Paco.
Con Jordi Amat, Javi Fuego, Chori Domínguez, Piti y Leo Baptistao su idea funcionó y a Paco se le aplaudió, desde Vallecas y desde lejos del barrio. La prensa le ensalzó y le cada día le regalaba elogios y minutos de tele y radio. Su idea se mantiene, su fútbol se mantiene, los elogios desde lejos de casa y los minutos de tele y radio también, pero sus resultados no. Nadie dice que no se elogie su trabajo, ni a Ancelotti que no le aplauda, pero ahora sí parecen regalos, porque Vallecas no quiere ideas precisas ni preciosas, Vallecas quiere luchar, dar ‘guerra’ y no que se nos recuerde por jugar, dejar jugar y morir. Porque morir matando y morir valientes al final es morir. Vallecas no quiere y a Paco se le sigue regalando mucho, ahora sí, cada vez más es eso, regalando. No cabe duda que Paco es grande, pero quizás un grande sin capacidad de adaptación, ¿gustar y regalar? Difícil amistad.
Valencia, 1989. Productor Audiovisual. Cultura y fútbol Brit como forma de vida. Intento ir más allá de lo que veo. Tengo mucho que aprender, y es maravilloso.
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