Si el Manchester City consigue sobrevivir en el Bernabéu esta noche jugará la final de París ante su Némesis: el Liverpool de Jurgen Klopp. Es gracioso pensar que algunos llegamos a creer a principio de curso que el Chelsea de Thomas Tuchel, que todavía no ha confirmado su presencia en la próxima Champions League, podía combatir por un título que solo ha tenido dos contendientes. No es la primera vez que se da esta batalla entre los de Liverpool y los de Mánchester. Y parece que no será la última en una rivalidad que recordaremos siempre.
Klopp ya es leyenda del cuadro de Merseyside: nadie puede obviar la excelencia en sus decisiones dentro y fuera del campo. Si bien es cierto que ha tenido muchos recursos, todos los jugadores que ha tocado se han transformado en estrellas mundiales. Sadio Mané era bueno, sí, pero a nadie se le ocurría colocarle entre los más grandes del mundo cuando aterrizó proveniente de Southampton. Otro ejemplo claro es el de Mohamed Salah: es complejo olvidar aquellos choques con la Roma marrando ocasiones sin cesar. El egipcio pasó de ser un buen soldado a ser el líder que todos querrían tener.
Los de Anfield han construido este equipo a base de dinero, es innegable, pero es que las adquisiciones han salido de diez. Un sinfín de escuadras han hecho también grandes dispendios y languidecen en el verde. Van Dijk y Alisson parecían carísimos y ahora son indiscutibles, guiando a una plantilla amplísima en la que cada pieza entiende a la perfección su rol. En el plano táctico, el momento en el que los reds dieron el paso definitivo fue cuando pudieron comprender que el nuevo balompié te obliga a ser bueno en todos los contextos: cuando no tienes el cuero, cuando te presionan arriba, cuando te ponen un bloque bajo o cuando tienes que contragolpear. Este Liverpool es camaleónico. Por eso triunfa.
Que coincidan en el tiempo los dos colosos son buenas noticias: se retroalimentan. Los cityzens, en la Premier League, saben que no pueden tener un mínimo despiste ya que sus rivales no van a pinchar. Los de Guardiola, veremos si hoy pesa el escudo o no, están a un paso de enfrentarse en la final de la Champions a sus grandes rivales en los últimos tiempos. Parece imposible que haya dos conjuntos de este nivel en un futuro, pero todos sabemos que el fútbol siempre nos sorprende.
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