El domingo fue un día histórico en el fútbol inglés: el Burnley jugó un encuentro sin Sean Dyche en la banda pegando gritos. El técnico inglés, el Clint Eastwood de los banquillos de la Premier League, fue despedido el pasado viernes. El comunicado de la entidad fue escueto. Todos los actores principales de la Premier League, incluido jugadores y staff de los clarets, se quedaron alucinados con la decisión. 10 años en el cargo y el resultado es brillante: ha habido ascensos y viajes por Europa. No ha servido ni para tener una despedida digna. Ha pasado algo, segurísimo, detrás de las cámaras que se nos escapa porque en septiembre había renovado su contrato hasta 2025.
Es cierto que en los últimos meses la relación entre el antiguo técnico y la dirección parecía haberse deteriorado. El prócer, con muy poco dinero, debía construir cada curso un equipo lo suficientemente fuerte para salvar la categoría. El mercado invernal fue horrible: vendieron a Chris Wood, su principal ariete, a uno de sus grandes rivales en la batalla por la salvación. El cuadro de Turf Moor, ya lo hemos contado en infinidad de ocasiones, no jugaba un fútbol preciosista: el 4-4-2, con balones largos y aprovechando al máximo las jugadas a balón parado, era su estilo.
Michael Jackson -habéis leído bien- es el hombre escogido para, en principio, terminar el curso. Por supuesto, las bromas en Twitter afloraron rápidamente. Será un thriller, decían algunos. Ben Mee, capitán del equipo, ya ejerció también de segundo entrenador en el partido del pasado domingo ante el West Ham. Pese a que el resultado no es del todo malo, los londinenses se acaban de colar en las semifinales de la Europa League, el Burnley se queda a tres puntos de la salvación a expensas de lo que haga el Everton, que tiene un partido menos.
Los mismos que criticaban a Dyche azotaron ayer al cuerpo técnico actual tras lo acontecido en el London Stadium. ¿Qué ocurrió? Max Cornet, que también había sido reprendido públicamente por el antiguo técnico, decidió tirar un penalti con 0-1 en el marcador. Al parecer, nadie en la previa había seleccionado un lanzador. El francés, que había forzado la pena máxima, lo chutó fuera. A partir de ahí el choque se decantó para los anfitriones. Pese al gran ejercicio de resistencia de los de Jackson solo pudieron salir de la capital con un punto. Ahora toca hacer lo más complicado: salvar la categoría sin el hombre que lo cambió todo en la ciudad. No va a ser nada fácil.
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