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Ser verticales

Existía una sensación que envolvía a la Selección española en la que parecía imposible cambiar el guión establecido desde un principio. Tenemos un estilo bien definido, que es el que se ha inculcado desde categorías inferiores tanto en la sección masculina como la femenina. Toque, toque y toque. Dominar los partidos a través del balón y desesperar así al rival. El problema era siempre el mismo… ¿qué pasaba cuando el rival es superior y no puedes tener toda la posesión que querías? ¿O cuando tienes que vigilar con mayor atención atacantes de contrastado nivel internacional?

España tenía un plan B, eso lo sabíamos todos. Lo que no sabíamos es si Jorge Vilda se atrevería a utilizarlo. La entrada al once de Silvia Meseguer para reforzar el centro era evidente (aunque no la sacrificada, Vicky Losada) pero el segundo cambio respecto a Sudáfrica era un clamor popular: Nahikari García acompañaría en ataque a Jenni Hermoso. Se cayó Amanda Sampedro, que estaba mostrando un rendimiento inferior al que nos tenía acostumbrados.

Vilda dio el paso, pero tenía que verse el cambio de sistema sobre el césped. Los primeros 20 minutos de la Roja fueron los mejores ante una selección top en mucho tiempo. No solo por conseguir llegar al área en apenas dos toques, sino por la espectacular intensidad con la que arrancaron las jugadoras y que intimidaron a Alemania. Por momentos, Schult se veía en situación de despejar ante nada menos que dos jugadoras españolas presionando. Precisamente un robo muy cerca del área germana estuvo a punto de acabar en el 0-1, pero el disparo de Meseguer se marchó desviado.

En este cambio de rumbo fue clave la actuación de Virginia Torrecilla, que ha demostrado tener un guante en la pierna. Si ya sirvió un pase milimétrico a Lucía García en su gol ante Sudáfrica, la orden frente a Alemania era clara: balones al espacio para aprovechar la velocidad de Nahikari y Mariona. Como China, España supo ver el daño que hacía por dentro, y la del Montpellier no se lo pensó cada vez que vio a una de las atacantes en posición de desmarque. Segundos después del pitido inicial, un balón de Torrecilla obligó a la portera germana a salir de su área con Mariona preparada para fusilar. Poco después llegaría la mejor ocasión del partido, con Nahikari en un mano a mano que desperdició ante Schult. 

El pase en este caso fue de una Jenni Hermoso más liberada con la entrada al once de la jugadora de la Real Sociedad. Sin duda, la mayor beneficiada del cambio de sistema. Su calidad en tres cuartos y su visión de juego la convierten en la mejor socia posible para sus compañeras. Importante tomar nota para el choque ante China.

Un golpe sufrido por Nahikari apagó la euforia española durante el parón y Alemania lo aprovechó a la perfección. Dio un paso adelante, marcó un gol con fortuna y en un momento crucial, a solo tres minutos del descanso. Luego dio dos pasos atrás y cedió la pelota a España. El guión del partido cambió y las de Vilda ya no encontraron los mismos caminos que en la primera parte. El arreón final en busca del empate, aunque sin premio, quizá habría resultado efectivo ante cualquier otro rival. Pero Alemania es Alemania.

La derrota deja un sabor agridulce, pero hay que estar contentos. Por primera vez, y pese a la diferencia de experiencia y físico, España estuvo a la altura de las grandes potencias en el mayor torneo de selecciones. Y lo que es más importante: España puede ser agresiva y vertical. Nos gusta el tiqui taca, pero la versatilidad en un equipo es importantísima en un Mundial y en el futuro que nos depara. Vamos por buen camino.

Alicante, 1991. Mi madre siempre me decía: "No sé por qué lloras por el fútbol, sino te da de comer". Desde entonces lucho por ser periodista deportivo, para vivir de mis pasiones (y llevarle un poco la contraria).

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