Riesgo de crisis total en la Roma. Tras el ridículo sufrido en el Camp Nou encajando 6 goles, el equipo no se ha podido levantar y volvió a perder, esta vez en casa contra la Atalanta 0-2. De nuevo los errores defensivos condenaron a un conjunto que encadena tres encuentros consecutivos negativos, algo que en la capital no se perdona. El técnico francés ya tiene un ultimátum, o se gana contra el BATE Borisov y se consigue la clasificación para los octavos de Champions Legue, o difícilmente se comerá el panettone.
La ‘loba’ continua siendo el mejor ataque del campeonato con 29 goles, sin embargo sin Salah ni Gervinho sólo han sumado 1 punto de los últimos 6 posibles. El golpe psicológico sufrido contra el Barça puede afectar, ya ocurrió el año pasado tras caer 1-7 ante el Bayern Munich. La confianza en García disminuyó y la actitud de la plantilla tras ese momento decayó a causa de la disminución de confianza en el preparador francés. Hace 12 meses no existió reacción a la caída sufrida y supuso decir adiós a la lucha por el Scudetto y casi a jugar Champions esta temporada. Esta vez la historia se puede repetir.
Las dos derrotas consecutivas sufridas esta semana, contra Atalanta y Barcelona son muy diferentes tácticamente pero provienen de un mismo problema: la desatención y la falta de intensidad. Siempre ocurre algo. Contra los de Bergamo, Digne comete un error claro y regala el 0-1. Después fue muy duro levantar el partido. En el Camp Nou, la actitud fue todavía peor. Sabiendo del empate del Bayer Leverkusen en Borisov, simplemente se dejaron llevar. Y así llegó la humillación.
La afición de giallorossa ha escarmentado este año y la mayoría no confía más en Rudi García. Se ha pasado en menos de dos meses de escuchar que eran los favoritos para ganar el campeonato, a percibir a su entrenador decir que el objetivo mínimo es clasificarse a Champions. El Olímpico no soporta más a jugadores que no prestan la atención adecuada y a un preparador incapaz de cambiar el rumbo. Más aún si se sabe que después del ridiculo, Szczesny se pone a fumar con algunos compañeros. Pequeños detalles que en Roma afectan mucho.
El ambiente es aún más incendiario sabiendo que no hay duda de que la calidad de la plantilla giallorossa es de las mejores del campeonato. De no ser por sus continuos errores atrás, el equipo estaría líder. El calamitoso nivel defensivo, en su mayor parte por desatenciones y errores individuales, han permitido que la Juventus recorte 8 puntos en cuatro jornadas. Lejos queda ya el 2 a 1 a los bianconeri a finales de agosto.
Los números demuestran que el actual proyecto, es el peor defensivamente hablando de la era García en la Roma en los primeras 14 jornadas. Primero por los goles recibidos: una media de más de 1,2 goles recibidos por 90 minutos. Una estadística que comparte con el Udinese que tiene 9 puntos menos en la clasificación. Segundo, y más explicativo, son los encuentros en los que han logrado mantener la portería a 0. Tan sólo dos: contra Lazio y Frosinone.
Contra Atalanta, Rudi Garcia pensó en volver utilizar a Leandro Castan. El brasileño sufrió el año pasado un cavernoma que le tuvo fuera de los terrenos de juego toda la temporada. Algo que ha afectado a su juego, ya no es el mismo de hace dos temporadas cuándo formaba en la zaga junto a Benatia. Esto limita las opciones en una defensa lejos de ser fiable, Rudiger comete innumerables errores y Gyombér ha demostrado estar lejos de estar preparado. Manolas no encuentra un compañero a la altura.
Es cierto que cuándo se pierde, todo se mira con lupa. Tres derrotas han bastado para que “arda Roma”. Se ha descubierto un grupo de jugadores sin ganas, una defensa inexperta y una nula idea de creación en fase de posesión de balón. Con esas directrices es normal que la responsabilidad caiga en el jefe del vestuario, incapaz de evitar que la plantilla caiga en depresión ante la primera dificultad. También parte de culpa recae sobre una sociedad demasiado esquizofrénica en el mercado. Traer muchas caras nuevas cada año evita crear unión, sobre todo en la línea de defensores.
Ahora García se arriesga a acabar de manera repentina su carrera en la capital de Italia. Si no logra reanimar al grupo y lograr el pase a los octavos de Champions, con toda probabilidad tendrá que hacer las maletas. Por el momento, la primera medida será concentrarse desde el jueves para el próximo partido ante el Torino. Cuatro días después llegará la primera final del año. Un choque que el propietario James Palotta no se perderá, quizá querrá darse el gusto de despedir él mismo al entrenador francés.
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