Con una solidez que cuesta encontrar en una selección sub 17, Portugal conquistó el Europeo de la categoría trece años después de su último título. Los lusos sumaron su sexta corona continental tras superar en la tanda de penaltis al dominador histórico de la competición, España, que regresó a una final tras seis años de ausencia y fue el único conjunto que discutió la superioridad de sus vecinos.
En Azerbayán, país que acogió la competición, Alemania volvió a meterse entre las cuatro mejores selecciones del continente por segundo año consecutivo, pero la remontada de la selección española le impidió acceder al definitivo asalto por el título. En la antesala de la final también finalizó su andadura Holanda, que sufrió la pegada de José Gomes, máximo artillero del torneo con siete dianas. La puntería del ariete con raíces en Guinea Bissau también sentenció a Austria, que dio una muestra más de su buen trabajo en categorías inferiores, pero fue avasallado por el rodillo luso en cuartos de final.
No pudo siquiera llegar a esos duelos a cara o cruz Italia, la gran decepción del torneo, que hizo las maletas de forma prematura tras no poder superar el duro grupo con Serbia, Holanda y España. En la derrota frente a los subcampeones echó en falta a su referente ofensivo, Moise Kean, que refrendó las comparaciones con Balotelli al demostrar tanto su buena mezcla de condiciones físicas y técnicas como su carácter volcánico, plasmado en una absurda expulsión que supuso la triste despedida de un torneo que siempre deja nombres a apuntar para el futuro.
Mile Svilar (Anderlecht/ 1999)
Bélgica mostró a otro producto de su prolífica factoría de guardametas, que apenas encajó dos goles en cuatro partidos. Carismático y de gran potencia en la estirada, sostuvo a su equipo en los partidos más complicados, ante Portugal y Alemania. Llegó a las esquinas de su portería para desbaratar potentes disparos desde fuera del área y protagonizar las intervenciones más espectaculares del torneo, además de mostrar velocidad para achicar espacios al atacante en el uno contra uno y concentración para abortar el peligro con salidas lejos de su área. Sus únicas dudas llegaron en saques de esquina botados cerrados, al segundo palo.
Diogo Dalot (Oporto /1999)
Un portento físico que no negoció en el esfuerzo para recorrer con regularidad todo el carril diestro. A un nivel muy alto durante los seis encuentros de la competición, ofreció un plus ofensivo en los encuentros decisivos, con un tanto para sentenciar la semifinal y otro para inaugurar el marcador en el choque por el título. Menos protagonista con balón que su homólogo en el costado izquierdo, fue perseverante y leyó bien el curso de la jugada para aprovechar en el segundo palo su potente disparo, que exhibió con frecuencia. Aguerrido en la marca, aunque mostró ambición para adentrarse en el área rival, no siempre ejecutó con pulcritud técnica.
De Ligt (Ajax /1999)
Capitán y líder de la zaga de la selección holandesa, justificó en territorio azerí los elogios que le dedicaban los técnicos de la UEFA en la previa del torneo. Central corpulento de pose elegante, con un excelente manejo de balón que le permite ofrecer una salida de balón aseada e incluso filtrar pases en campo contrario cuando decide batir líneas de presión en conducción, se reveló como una pieza clave en las acciones de estrategia ofensivas y defensivas de su equipo. Intuitivo para anticiparse al desarrollo de la jugada, le falta algo de cintura para resistir los quiebros de los delanteros más habilidosos, pero se rehace con acierto.
Tom Baack (Bochum /1999)
Se estrenó en la competición como pivote defensivo y no tardó en pasar al eje de la zaga, donde demostró las cualidades que le permitían funcionar con solvencia como ancla de la selección teutona. Muy sereno con y sin balón, gestiona con sangre fría y acierto la presión rival. Ágil en el desplazamiento lateral, no es el más rápido, pero sabe anticiparse para evitar el desafío del delantero en carrera y cuerpea con acierto. Asume responsabilidades en el inicio de las jugadas sin conceder pérdidas peligrosas, es valiente en los balones divididos y para salir del balcón del área, aunque sufre para reubicarse con balones filtrados a su espalda.
Vinagre (Mónaco/ 1999)
Lateral izquierdo de largo recorrido y brillante pierna izquierda, de la que saca réditos su equipo tanto por su tacto para el centro en carrera como por su precisa ejecución a balón parado. Muy participativo, dobló con frecuencia a su extremo por fuera y se escudó en su buena conducción cuando tiró la diagonal para transitar por pasillos interiores. Eléctrico en el cambio de ritmo, hizo valer sus inicios como extremo para eliminar rivales con el regate y crear superioridades en sus asiduas irrupciones ofensivas. Aunque algunos le buscaron las cosquillas en el juego aéreo, estuvo sólido cuando fue encarado gracias a su velocidad.
Mboula (Barcelona /1999)
Descarado, de larga zancada y buen temple para seleccionar el momento preciso en el que dar la asistencia. Tres condiciones que le convierten en un extremo muy desequilibrante y diferencial. Regateó con suma facilidad tanto en carrera como tras recibir frenado en el vértice del área. Incisivo para atacar los espacios, contribuyó a desnivelar el duelo de semifinales ante Alemania con su facilidad para el desborde y su insistencia, pero estuvo más apagado en la final, bien vigilado por Vinagre. Reposado para esperar a su compañero tras deshacerse de su par, explota la espalda del lateral y no titubea para rentabilizar su buen disparo.
Gedson Fernandes (Benfica /1999)
Un futbolista que responde al perfil de centrocampista moderno, con grandes condiciones físicas y una buena base técnica. Con personalidad para influir en la elaboración del juego ofensivo, distribuyó el balón con acierto a los costados gracias a su criterio en la entrega en corto y su buen desplazamiento de balón. Su zancada le permitió sortear rivales en conducción y eludir la presión con pocos toques y ante posibles pérdidas se mostró disciplinado para contribuir en la rápida recuperación. Ambicioso para filtrar pases y descolgarse con insistencia hacia zonas de gol, se animó a probar fortunas con disparos de media y larga distancia.
Morlanes (Villarreal /1999)
La llave maestra que activaba todo el engranaje de la selección española. Nunca le quemó el balón en los pies, bajó a recibirlo en el balcón de su área cuando la situación requería hilvanar juego con pausa y se hizo notar en campo contrario. Con un volumen bajo de pérdidas, activó a sus compañeros en la zona de tres cuartos gracias a su visión de juego y superó líneas de presión también con soltura en el manejo de balón. No es el más rápido ejecutando, pero su agilidad mental le confiera una gran ventaja. Cuanto toca confrontación física, no escurre el bulto y baja al barro. Su lanzamiento al poste en la tanda definitiva de penaltis no empañó un torneo mayúsculo.
Brahim Díaz (Manchester City /1999)
Un prestidigitador del balón que acompañó su magia con la interpretación colectiva de los grandes directores de orquesta. Imprevisible con balón por su clarividencia, capacidad creativa y bajo centro de gravedad que le predispone para el regate, su excelente manejo de ambas piernas dificulta sobremanera la labor de frenarle cuando encara, aunque su superioridad en ocasiones parece inducirle al error. Su escasa presencia física le hace partir en desventaja de un fútbol cada vez más tendente a lo muscular, aunque sabe jugar sus bazas y lo suple con buena lectura táctica. De menos a más, su paso a la mediapunta a lo largo del torneo favoreció su mayor impacto y dejó una muestra de su personalidad atrevida con el lanzamiento a lo panenka desde los once metros para dirimir el vencedor de la final.
Abel Ruiz (Barcelona /2000)
Además de por sus tantos, es un incordio para los zagueros y un gran aliado para los compañeros que juegan a su espalda por su hiperactividad en el frente de ataque. Con el gol entre ceja y ceja, sus continuos movimientos le convierten en un delantero prolífico en la generación de espacios e incisivo para atacarlos. Con buen remate al primer toque y potencia en la carrera, sabe deshacerse de su par con el recorte para generarse el hueco necesario con el que poder armar el golpeo. Fuerte físicamente para aguantar el balón de espaldas a portería y resistir los choques con los centrales, su voracidad puede llegar a ocultarle la mejor opción en la jugada, pero sabe reponerse si la precisión le juega una mala pasada en el área.
José Gomes (Benfica /1999)
El ejecutor del caudal ofensivo portugués. Finalizó como máximo artillero de la competición, con más dianas que partidos disputados y la sensación de que su contribución al equipo es bastante más amplia que la ofrecida por un simple rematador. Bien desarrollado físicamente, con una zancada portentosa que explota al contragolpe, expuso su oportunismo para castigar cualquier error de los centrales. Punzante para atacar los espacios y aprovechar los pases filtrados por los agudos centrocampistas lusos, demostró ser un excelso cabeceador, orientando bien sus remates y ganando las disputas sin dificultades gracias a su potencia de salto. Enérgico, cayó con frecuencia a los costados. Más discreto en la final que en el resto del torneo.
También destacaron:
Diogo Costa (Oporto /1999) exhibió su sangre fría e intuición en el uno contra uno, además de su sobriedad, para mantener su portería a cero hasta la final. En el duelo por el título encajó su único tanto de la competición, un testarazo de Brahim Díaz en el que se mostró titubeante en la salida. En ese duelo estaba en la portería rival Iñaki Peña (Barcelona /1999), un guardameta con un magnífico juego de pies, muy académico en sus estiradas, aunque algo errático a la hora de abandonar su portería. Una faceta en la que también debe progresar el ucraniano Lunin (Dnipro /1999), cancerbero de mucha personalidad y buenos reflejos.
Además de Diogo Dalot, en Azerbayán mostraron su condición de lateral de largo recorrido el infatigable Bellanova (Milan / 2000) y Dujon Sterling (Chelsea/ 1999), muy potente en la zancada, percutor pese a sus carencias en el apartado técnico. Más soltura con el balón en los pies mostró Brandariz (Barcelona / 1999), un central sobrio y capacitado para ofrecer una salida aseada de balón. Más impetuso es Zagadou (PSG / 1999), zaguero zurdo pegajoso en el marcaje y dominante, que no renunciada a adentrarse en campo contrario a base de potencia en la conducción. Diogo Leite (Oporto /1999) fue otra de las notas positivas en el eje de la zaga, sin errores graves y sereno para ser el primer receptor en el inicio de la jugada. El ucraniano Popov (Dinamo Kiev/ 1999), que desde el eje de la zaga plasmó jerarquía, contundencia y buen juego aéreo.
En el costado izquierdo emergió Gian-Luca Itter (Wolfsburgo /1999), un lateral zurdo que irrumpe en compo contrario con insistencia e inteligencia tanto en conducción como doblando a su compañero de banda y asiste sin dificultades gracias a su gran golpeo, aunque le cuesta detener a extremos con gran cambio de ritmo. A pierna cambiada, Gorka Zabarte (Real Madrid/1999) se mostró como un lateral rocoso, muy bien dotado físicamente, con pocas alegrías ofensivas, pero difícil de superar en velocidad por su marcado.
Una sombra para los mediapuntas fue Florentino (Benfica/1999), el perro de presa portugués, que barrió el juego ofensivo del rival con su imponente físico. Recorre la zona ancha sin dificultades merced a una poderosa zancada que le otorga una superioridad que podría verse minimizada con el salto a una categoría superior. Comparte demarcación con un perfil muy diferente el germano Akkaynak (Bayer Leverkusen/1999), un pivote inteligente en lo posicional y ambicioso para mostrar su zancada y descolgarse hasta el balcón del área rival. El mediocentro de origen turco era el lugarteniente de Arne Meier (Hertha/1999), un centrocampista con facilidad para conferir dinamismo a los ataques de su equipo, gran manejo de balón y buen timming de pase, que facilitaba la labor a Havertz (Bayer Leverkusen/1999), mediapunta de poca fortaleza muscular y larga zancada, que le resta velocidad en la ejecución, pero habilidoso para eliminar rivales con su liviana pierna izquierda.
Fina zurda que caracteriza a Chong (Feyenoord/1999), atacante de trote fatigoso en apariencia, pero mucho tacto para asistir y amenazar al portero desde fuera del área. En el otro costado de la selección holandesa destacó Nunnelly (Ajax/1999), extremo eléctrico y siempre dispuesto a desafiar en carrera al lateral, aunque no siempre con la pausa precisa para que sus centros encuentren rematador. Esa facilidad para el desborde también la mostró Fran García (Real Madrid/1999), un jugador de banda izquierda, incisivo y muy vertical. Demostró una gran personalidad para firmar el gol más espectacular del torneo. Un tanto que supuso la eliminación de Inglaterra, aferrada las combinaciones entre los centrocampistas de buen pie Dozzell (Ipswich Town/1999) y Mount (Chelsea, 1999), faros ofensivos de un conjunto en el que la dinamita la puso Reiss Nelson (Arsenal/1999) un atacante que aúna olfato y buen regate para desenvolverse en el costado, su punto de partida en esta competición.
Desde la banda mostró su extenso catálogo de recursos para el regate Joao Filipe (Benfica/1999), un extremo con un tremendo desparpajo, muy preciso en el golpeo, que se erigió en el socio de lujo para José Gomes. Otro fue Quina (West Ham/1999), un interior con buena visión de juego y llegada el área que le arrebató el puesto a Miguel Luis (Sporting/1999), centrocampista de buen manejo de balón y excelente inteligencia que le permite detectar el momento adecuado para sus llegadas de segunda línea. También mostró buena lectura de los espacios Yari Otto (Wolfsburgo/1999), que apareció por sorpresa para golear y aprovechar los movimientos de arrastre de Dadashov (Red Bull Leipzig/1999), quien fue de menos a más y tardó en justificar su olfato, avalado por su superioridad en el plano físico y buen golpeo. Entre los atacantes que no pudieron superar la fase de grupos, Pinamonti (Inter/1999), un ariete corpulento de buena capacidad técnica e inteligencia en la interpretación del juego. En la decepcionante defensa del título de la selección francesa, El Mokkedem (Toulouse/1999) dejó pinceladas de su facilidad para el regate en conducción, a veces lastrado por su individualismo. El error en la toma de decisiones es uno de los pecados más frecuentes en todos los participantes de una competición que sigue siendo una gran cuna de talentos.
Orgulloso asturiano que observa con pasión el fútbol en cualquier parte del planeta. De los que intentan quedarse boquiabiertos con un jugador antes de que lo haga el resto del mundo. El éxito sin honor es el mayor de los fracasos.
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