La llegada de Gattuso al Valencia ha sido un impacto tan grande como necesario para el club y para la afición ché. La ‘Gattuseta’ ya está en marcha y cada vez hay más y más gente subida en ella. Y no sólo por lo que dice los resultados, que mantienen al equipo rondando los puestos europeos, sino por el carácter entrañable del míster. Digo entrañable por si me cae una colleja como a Justin Kluivert en su bienvenida a la capital del Turia. Seguramente sea una de las imágenes más icónicas que nos ha dejado (de momento) el italiano. Al pobre Justin le tocó aguantar como pudo, pero él sabe que es la colleja que te da un padre cuando espera mucho de ti, una colleja de ánimo (no quiero saber cómo serán las otras). Primera lección de las collejas: te va a tocar correr.
Otra imagen que llenará el álbum de Gennaro esta temporada es la expulsión de Diakhaby ante Osasuna. El técnico se lo quería comer después de ver la roja por una tontería. Con el partido resuelto y ya en el banquillo tras haber sido sustituido, vio la segunda amarilla por protestar una posible falta sobre Gayá. La cara de Gattuso, absolutamente descompuesto, girándose hacia el banquillo como si fuera a arrasar con todo y mordiéndose el labio a lo macarra por no darle una colleja de esas que no son de bienvenida, era para salir corriendo. Y Mouctar lo sabía, agachó la cabeza y asumió la bronca que se le venía en el vestuario. Esa bronca que te enseña a no volver a cometer ese error nunca más.
Y la más reciente del ‘método Gattuso’: el penalti de Mamardashvili sobre Pedro Bigas, saliendo de puños con todo y que acabó con el jugador del Elche retirado en camilla. Explicó el míster en ruda de prensa que el portero georgiano “me ha dicho lo siento y le he dado una hostia”. Es su manera de reiterar su confianza en el guardameta. Método Gattuso. En ese método, los jugadores cometen el error una vez pero no dos. Y saben que nadie les va a exigir más que su entrenador, pero que también se va a partir la cara por ellos.
Pero la figura del ‘padre Gennaro’ no es nueva, viene de la escuela Mendilibar. Creo que hablo en nombre de todos cuando digo que se echa de menos tener a ‘Mendi’ en la banda, haciendo aspavientos como si estuviera aparcando un avión, poniéndole la cabeza al cuarto árbitro como un bombo para luego escucharle en sala de prensa y ver que es un trozo de pan. Cada vez que las cámaras de El Día Después iban a Eibar sólo tenían que mirar al banquillo, de ahí sale un vídeo, seguro. Un entrenador de la vieja escuela y un padre futbolístico para muchos en Atxabalpe: Cucurella, Joan Jordán, Pedro León y cómo olvidar el cariño que le tiene Takashi Inui. Aunque les costó entenderse al principio, el futbolista japonés japonés y el míster, han sido como padre e hijo de hecho el técnico dijo que Taka era el que mejor había sabido interpretar su fútbol. Dejando claro que en el mundo del fútbol el idioma no es una excusa. Mendi no es de collejas pero la bronca que te vas a llevar si fallas la vas a oír aunque tengas la suerte de estar en la otra banda del campo. Al igual que el italiano, el técnico de Zaldibar también nos ha dejado grandes momentos ante los medios como por ejemplo en su despedida de Eibar: “Mientras no sea abuelo para ellos…ya tengo una nieta pero bueno. A ver…a mí me gustaría que dijeran que soy buen entrenador, que soy su padre…soy padre de mis hijos. Está bien, ¿no? que digan que soy como un padre pero a veces el padre es el más cabrón para el hijo y prefieres al del amigo”.
Futbolísticamente son dos entrenadores distintos, pero en esencia se parecen más de lo que imaginan y encarnan la figura de padre que a muchos jugadores les está haciendo crecer y madurar a pasos agigantados.
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