Eric Boullier ha dimitido en la víspera del Gran Premio de
casa de McLaren. Una de las dos cabezas más destacadas del equipo ha renunciado
a su cargo tras los malos resultados del equipo británico y la poca perspectiva
de futuro que hay. Con este anuncio, Zak Brown se queda como principal dirigente
de la escudería, que está pasando por uno de sus momentos más bajos en la
Fórmula 1.
Como reza el dicho, a rey muerto, rey puesto. Para esta
sucesión, Brown consultó a su gente de confianza, entre la que se encuentran
sus pilotos. Fernando Alonso es uno de los principales baluartes, por no decir
el más importante, del equipo y el americano no ha querido tomar una decisión
sin antes escuchar al bicampeón. El resultado ha sido que llegan al equipo
directivo dos personas de la confianza de Alonso: Andrea Stella y Gil de
Ferrán. El primero de asume el cargo de director de rendimiento. El segundo, el
de director deportivo.
Analizando un poco la situación, creo que más que una
dimisión, a Eric Boullier le han abierto la puerta para que se vaya. Hace tan
solo dos semanas, en la rueda de prensa previa al Gran Premio de Francia, el
todavía director de carreras de McLaren aseguraba que de ningún modo iba a
dimitir. No creo que haya decidido abandonar el proyecto por su propio pie en
la semana del Gran Premio de casa para los de Woking. Todo apunta a que es una
marcha forzada por el resto del equipo directivo.
Esta “renuncia” evidencia la crisis en la que está inmersa
la escudería. Que uno de los dirigentes abandone el proyecto a mediados de
campeonato es una mala señal. Indica que las cosas no se están haciendo bien y
que la situación no se va a solucionar en cuestión de semanas. Se necesitan
años para salir del agujero en el que está metido McLaren.
Si siguen el rumbo actual, van camino de convertirse en el
nuevo Williams. Los de Grove están hundidos en el fondo de la parrilla y no
parece que vayan a dejar de estarlo a corto plazo. Es el resultado de años de
mala gestión. Muy a mi pesar, cada día veo más probable que se dé este suceso.
La crisis de rendimiento que tiene McLaren se debe, en gran
medida, a la nube de humo que generó echarle todas las culpas al motor Honda.
Bien es sabido por todos que la fiabilidad del motor nipón era escasa, pero
este 2018 ha demostrado que no solo fallaba el propulsor. El chasis es uno de
los peores de la parrilla. No lo digo yo, lo dicen los resultados cada fin de
semana de Gran Premio. Red Bull ha ganado tres de las nueve carreras disputadas
esta temporada, y lo ha hecho con el mismo motor que McLaren. Los de Woking
son, de lejos, el peor equipo de los tres que hay con motor Renault.
Revertir esta situación va a ser cuestión de años. En el
equipo, deberían poner la vista en 2021 para intentar aprovechar el cambio de
normativa de la categoría. Esta temporada ha demostrado que los problemas de
McLaren están dentro, y que para solucionarlo hay que cambiar muchas cosas y
tomar un buen rumbo. La dimisión de Boullier es el primer paso, pero se deben
de dar muchos más para que cambie el panorama. La realidad es que el equipo
vive en un “querer y no poder”. Se esfuerzan al 120%, pero de nada sirve
ponerle todo el empeño del mundo si la dirección no es la adecuada.
Por ello, McLaren debe entrar desde ya en un proceso de
reestructuración con miras a medio-largo plazo. El corto está prácticamente perdido.
Regresar al podio es una tarea que va a llevar mucho tiempo, si es que
finalmente lo consiguen. Seguir pensando que se puede conseguir este año, que
el MCL33 es un buen coche o que un paquete de mejoras va a solucionar todos los
problemas es solo una mentira que va a mandar al equipo a una situación más
baja de la que está.
Tienen que levantar la cabeza, estudiar que es lo que se
está haciendo mal y cambiar. En sus manos está el conseguirlo. Pero, primero,
toca hacerlo. De lo contrario, les espera el mismo destino que está viviendo
Williams actualmente.
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