Durante mucho tiempo, en la gran mayoría de portales de fútbol, se hizo la misma broma: febrero no es el mes de San Valentín. Es el mes en el que vuelve la Champions League. Con la llegada de First Dates se ha llegado a comparar lo que podría ser el amor con ese programa. Madre mía. El Real Madrid, tras la descongelación de la máxima competición continental, salió al verde de París con la timidez de la primera cita. Se escondieron los blancos en un bloque medio en el que salir de su campo se celebraba como una victoria. El espabilado, el más canalla, era Kylian Mbappé. El francés no paró de intentarlo hasta que rompió el hielo mientras los otros 21 futbolistas firmaban ya las tablas. Qué futbolista.
Sorprendió la puesta a punto de los de Carlo Ancelotti. La idea de partido que habíamos pensado muchos era la de un Madrid mandón, con el PSG esperando el mínimo error. No fue así. Los anfitriones controlaron el juego moviendo el balón de un lado al otro. Ver a Kroos y a Modric sin el cuero, padeciendo lo indecible para poder juntar tres pases seguidos, es como ver The Office sin Michael Scott. Duele.
Sin dominar, los merengues tuvieron que edificar su resistencia en dos pilares que están a un nivel espectacular este curso: Thibaut Courtois y Éder Militão. El belga, que detuvo un penalti a Lionel Messi, volvió a demostrar que está entre los mejores guardametas del mundo. Al mismo tiempo, Gianluigi Donnarumma, su homólogo en la otra portería, disfrutaba de una noche de paseo en la capital de Francia. Militão, en varias ocasiones, consiguió dar un descanso al belga. Su choque fue un escándalo. Hay acciones que no cuentan en las estadísticas, pero desvió varios contraataques decisivos para ayudar a su equipo a asentarse en el área y evitar una sangría.
Ahora queda por delante un envite de vuelta que promete. En el Bernabéu es necesario que el Madrid trate de amasar más balón y que busque la portería rival. Tiene una gran ventaja: ya no cuentan doble los goles fuera de casa. El año pasado, sin ir más lejos, un gol parisino en Madrid hubiera sido un golpe casi definitivo. Lo que está claro es que la idea de los de Ancelotti debe mutar si no quieren empezar a ver la competición por la televisión. Mbappé, que será aplaudido en el coliseo blanco, estará cómodo en cualquier contexto. Si consiguen evitar que Verratti mueva los hilos y logran que el portero rival empiece a sudar habrá opciones de progresar. Se viene noche grande en la capital.
Imagen de cabecera: @PSG_inside