Cuando Fede Valverde vio a Álvaro Morata encarar la puerta de Thibaut Courtois debió tener la misma sensación que tenemos todos cuando un amigo en un videojuego se avecina a nuestra área sin que nadie le pueda parar. Lo hemos hecho todos. «O lo mato o pierdo», nos hemos dicho mientras ya no vemos otra cosa que no sea la pierna del delantero. Desde Fifa a Pes, desde Piqué a Ibrahimovic; desde Chivu a Obafemi Martins. Según Diego Pablo Simeone el Real Madrid “ganó el encuentro en esa acción” pese a los ánimos vehementes desde la banda, tratando de levantar una final que se le escapaba en favor de Zinedine Zidane.
El francés anduvo tranquilo. Ha ganado todas las finales que ha disputado, nueve de nueve, sin tener ninguna gracia táctica. O eso dicen. Esta no fue muy distinta a las que han tenido frente a su eterno rival: el Atlético esperando pacientemente alguna pérdida o despiste de los merengues con sus dos líneas de cuatro. No sucedió. Y en los penaltis poco puede hacer un técnico desde la banda.
Esto de la táctica a veces puede ser confuso. Sigue habiendo gente que quiere dar vueltas una y otra vez sobre conceptos teóricos de difícil comprensión. Sin embargo, hay detalles intangibles, imposibles de medir. Carlo Ancelotti se convirtió en ídolo por levantar la máxima competición continental, pero si el remate de Sergio Ramos llega a ir unos metros más a la izquierda hubiéramos hablado de uno más que cayó en esas arenas movedizas llamadas ‘La Décima’ que enquistó al Madrid en una época de obsesión por un trofeo que no llegaba. Ray Loriga, en el libro Barraca y Tangana, aseguraba que Del Bosque tenía dos tácticas. “Al principio decía que hicieran lo que sabían hacer y si la cosa iba mal al descanso les pedía que lo hicieran más rápido”. No quedaba otra.
Julio Maldonado se desesperó por momentos en la retransmisión viendo como los del Bernabéu colgaban balones sin cesar al área. Posiblemente, el Madrid no haya tenido otra manera más directa y efectiva de hacer lo que normalmente hace, que es vencer. Las Champions League de la época moderna, desde Heynckes a Zidane, tienen en sus finales o partidos para la historia eso del centro y remate que sí, que probablemente el Madrid abusó en Yeda. Pero así, solo así, el francés marcó en Glasgow aquel gol con la zurda que dejó boquiabierto a toda Europa. De hecho, Roberto Carlos todavía le recuerda al actual entrenador del Madrid su “gran asistencia”. Esta vez ganaron el primer torneo del año desde el punto fatídico y con la acción de Fede Valverde, al que alguno pide que se cambie la norma para que estas faltas, aunque se hagan en el centro del campo, se conviertan en penalti y expulsión. Corramos un tupido velo.
Al pajarito, brillante desde su irrupción, le podría haber caído la bronca que tuvo que aguantar Ole Gunnar Solskjær de Alex Ferguson. El eterno técnico del Manchester United sancionó al noruego por una acción muy parecida a la que cuajó el uruguayo. ¿La reacción de Ferguson? “Me llamó a su oficina y me dijo que tenía que pagar una multa. Me dijo que no quería acciones así de sus jugadores”, apostilló Solskjær. A Valverde, de momento, solo le han aplaudido. Será porque no le pitaron penalti.
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