Si eres asiduo a uno de esos juegos que consiste en formar parte de una liga virtual en la que tienes un equipo base y un dinero para incorporar fichajes para competir cada jornada contra otros, este artículo lo podrías haber escrito tú. En esa competición, cada futbolista termina la jornada con una serie de puntos dependiendo de su rendimiento en el partido, que se acaban sumando a tu equipo. Si juega más de 60 minutos, puntos para ti. Si da una asistencia o marca gol, puntos para ti. Si su equipo deja la portería a cero, puntos para ti. Hasta ahí todo bien. El drama llega más adelante. Una tarjeta amarilla, y ya no digamos una tarjeta roja, puntos que vuelan. Cada gol que recibe su equipo, puntos que vuelan. Balones perdidos, puntos que vuelan. Una especie de ingeniería de puntuación que te tiene en vilo todo el fin de semana. Un juego que hace que recibas un mensaje en el grupo de whatsapp el viernes a las 22.40 mofándose porque tal defensa del Huesca, después de una exhaustiva revisión en el VAR, ha sido el autor material de un penalti que ahonda en la herida de ese colega que está en la zona baja de nuestra liga virtual. El pasado sábado escribí en Twitter: ‘En el fútbol actual con tanta acumulación de partidos, los jugadores sufren un desgaste brutal. Se multiplican las lesiones, los contagios y las ausencias por precaución. Todos quieren seguir ganando su dinero y nadie piensa en las verdaderas víctimas: los jugadores del Fantasy’. Una reflexión que muchos adoptaron como suya también.
Cada jornada se hace más complicado montar tu equipo. Después de revisar las altas y bajas en la previa de la jornada, de estudiar minuciosamente el calendario, las estadísticas de los Cádiz – Elche de los últimos 50 años, de gastarte un pastón en un lateral izquierdo de garantías y de mirar con lupa las combinaciones de los equipos que juegan en Europa entre semana, confías en que tu alineación está preparada. Te crees el más listo porque lo has estudiado todo al detalle. Pero en 2020 no hay certezas. Arranca la jornada, pero Josan no es titular en el Elche, Januzaj entra en la rueda de rotaciones inesperadamente, Paco Alcácer no se recupera de las molestias e Iñigo Martínez ve tarjeta amarilla en el minuto 89 después de aguantar impoluto casi todo el partido en el Coliseum. Resulta que Koeman decide cambiar a Pedri a la media parte y las indescifrables reflexiones de Zidane mandan a Ferland Mendy al banquillo a pesar de las desorbitadas estadísticas del Madrid cuando el francés es titular. De tal manera que ahí te encuentras desamparado por los designios de este fútbol caprichoso. El día que decides quitar a Griezmann del equipo porque no está funcionando, hace el partido de su vida y, por extensión, hace un poco más miserable la tuya. Empiezas a pensar que tienes una influencia negativa en esos deportistas de élite y te entra sentimiento de culpa.
Los infortunios pesan más que las alegrías. A veces incluso, rezas para que un partido acabe cero a cero para ver si así tus defensas y tu portero te sumen los puntos que te hacen falta. Sabes que es lamentable, pero necesitas los puntos. Quien quiera divertirse que vaya al circo.
Una temporada dificílisima de sacar adelante. Un jeroglífico que debemos descifrar cada fin de semana. A veces te dan ganas de desinstalar la aplicación y tirar el móvil por la ventana, pero durante la semana anuncian que Alcácer ya entrena con el equipo, escuchas que Koeman se deshace en elogios hacia Pedri en la rueda de prensa y que Almirón se plantea volver al sistema de 3 centrales y dos carriles para dar entrada a Josan. Pasa la semana y te vas viniendo arriba, movida por esa ilusión que solo el fútbol sabe generar. Afrontamos la Liga Fantasy partido a partido, a pesar de ser las víctimas olvidadas de este maldito 2020.
Imagen de cabecera: LLUIS GENE/AFP via Getty Images