REDACCIÓN– Un jefe ordena, manda a sus subalternos, siguiendo unas pautas marcadas. Sin embargo, por debajo de su figura, aparecen los líderes, capaces de mover tierra y aire por el beneficio de los suyos.
El Atlético de Madrid consiguió una victoria meritoria, histórica, en Stamford Bridge el pasado miércoles. La alegría rojiblanca era universal, máxima, casi inexplicable para sus protagonistas. Pero en el mismo terreno de juego, en el mismo césped, a escasos metros de ellos, John Terry no podía reprimir unas lágrimas que reflejaban la desilusión de quien no logra el objetivo.
Una figura destaca por encima del resto en el vestuario del Chelsea. Un líder absoluto, un capitán que es el máximo representante del grupo a nivel deportivo, tanto sobre el terreno de juego como en el vestuario, siempre respetando la figura del técnico.
John Terry es el claro ejemplo de ese prototipo de futbolista británico que entra en el selecto grupo de los One Club Man. Tras pasar por varias categorías inferiores, entre ellas la del West Ham, aterrizaría en el club del Bridge para, sin saberlo, iniciar la etapa que consagraría su carrera profesional como futbolista. Desde los 14 años, Terry ha ido ascendiendo, a base de esfuerzo, a base de trabajo, hasta llegar en 1998 a debutar con la primera plantilla blue.
El sueño de ese niño pequeño cogía brillo, cogía peso, y comenzaba a cumplir pasos, barreras. Un punto de inflexión en su carrera: la llegada de Jose Mourinho. Aquel técnico que en su primera rueda de prensa se definió como "the Special One", además, instalaría un gen ganador que todavía dura en la capital londinense. Aquella primera etapa de Mou comenzó a desvelar a nivel mediático nombres como Frank Lampard, Petr Cech o John Terry, jugadores que en la actualidad siguen en la plantilla, con su experiencia, siendo líderes del vestuario.
Un seguidor del club. Un futbolista que siente los colores, que pelea cada balón como si fuera el último, que es uno de los claros ídolos de la grada. Tras la marcha del central francés Desailly, quien supuso un líder en la zaga del Chelsea, llegó un joven canterano desde categorías inferiores, que poco a poco ha ido ganando peso futbolístico, ha ido ganando un liderazgo que a día de hoy es indudable. Desailly tiene sucesor en la historia del club.
John Terry ha sido noticia por múltiples casos extradeportivos que poco tienen que ver con el fútbol en Inglaterra, pero su profesionalidad, pese a todo, pese a lesiones, sigue siendo su principal estandarte en cada encuentro.
La derrota final por 1-3, tras ir 1-0 gracias al gol de Fernando Torres, suponía la eliminación del Chelsea. La opción de disputar una tercera final europea de forma consecutiva (tras ganar la Champions en 2012 y tras ganar la Europa League en 2013) se esfumaba, en favor de un Atlético de Madrid que sigue adelante en una temporada brillante, llena de sonrisas. Ahí, entonces, irrumpía una expresión natural en forma de lágrimas, de desilusión.
El capitán reflejaba la decepción de cualquier aficionado del Chelsea que estuviera en el propio estadio o en sus respectivas casas. Era el reflejo de un sentimiento que superaba la profesionalidad. El partido no quedaba ahí, sin más. Se había perdido, se había faltado al cumplimiento del objetivo. Tanto él como sus compañeros no habían podido dar el premio dulce a una afición fiel, incansable, que una vez más no faltó a la cita con su equipo.
Varios jugadores del Atlético de Madrid no dudaron en acercarse a un John Terry triste, casi inconsolable por una derrota que le cerraba la puerta sobre la bocina, para alentarle, para animarle.
Las lágrimas de un jugador que es líder, que no jefe, de uno de los vestuarios más mediáticos en la Premier League y del fútbol europeo.
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