Colo Colo es el actual campeón del fútbol chileno y está defendiendo su título de espléndida manera: Es líder solitario del campeonato de Clausura, a cuatro puntos de distancia del segundo que es Palestino, y sus 1,6 goles por partido le han bastado para sostener la defensa del título con algo aún más importante: La defensa menos batida. Apenas dos goles en ocho partidos.
El año partió en conflicto para el Cacique. Aunque acababa de ser campeón, el receso no le permitía por reglamento traer más que tres refuerzos, como a todos los demás y sin excepciones para los equipos que juegan Copa Libertadores. La demora en la llegada de los compañeros nuevos generó una ola de críticas de los mismos jugadores hacia los dirigentes. Fierro, Valdés, Pavez, Villar… El vestuario parecía fuera de control para José Luis Sierra, quien a su vez guardaba silencio y parecía aprovechar convenientemente los reclamos de sus jugadores que, muy probablemente, decían públicamente lo que él no podía.
A esas alturas se hablaba de una interna quebrada, que había quienes no estaban de acuerdo con lavar la ropa sucia en la calle y que Aníbal Mosa -presidente de Blanco y Negro SADP- no hacía nada convincente para callar a sus empleados. Incluso Jaime Valdés, quizás el jugador más importante del equipo, acusó de mentiroso a Mosa, diciendo que le había prometido reforzarse para Copa Libertadores, pero que después aparecía llorando pobreza. Pajarito tenía una oferta de San Lorenzo, declaró a los cuatro vientos que quería irse para estar en un equipo que sí tuviera opciones de pelear internacionalmente. Pero al final Mosa convenció a Pajarito de quedarse, trajo a Tonso, Zaldivia y Reina y la olla a presión soltó sólo el vapor necesario para no explotar.
El empate de la primera fecha no ayudó mucho a aliviar la sensación de desorden y se pensaba que Colo Colo quizás iba a “pelearla” más que a “pelear”. Pero al final de todo, y aunque el equipo no sea el más espectacular o goleador, el “eterno campeón” se sobrepuso espléndidamente y ha conseguido ganar seis partidos, empatar dos y mantenerse invicto ya pasada la mitad del Clausura. En Copa Libertadores, la media inglesa ha sido su fórmula, hasta el momento, con un empate afuera y una victoria en casa.
Pero el hecho de que tan poco le baste para ya arrancarse en la tabla a mitad de campeonato, reafirma la pobreza del nivel del fútbol local. Esta semana Colo Colo tiene en el Monumental un test exigente por Copa Libertadores frente a Atlético Mineiro, que viene con dos victorias y un delantero como Lucas Pratto que bien conoce esos pastos donde supo marcar goles decisivos mientras jugó en Universidad Católica y que aún, si no tuviera ese registro, es una pesadilla para cualquier equipo rival.
El punto es: Con tan poca exigencia en el presente del fútbol chileno ¿podrá Colo Colo mantener y mostrar los exitosos números que presenta en el campeonato también a nivel internacional? La duda es razonable, viendo como semana a semana el equipo no necesita demasiado desgaste para superar a rivales en general deficientes.
Mención especial merecen Justo Villar, uno de los grandes responsables de los 0,2 goles por partido que recibe Colo Colo; Martín Tonso, por validarse con anotaciones como una contratación acertada; Pajarito Valdés por ser el líder y el rotor del equipo; Matías Zaldivia, por convertirse en el compañero que tanto necesitaba Julio Barroso al medio de la zaga.
José Luis Sierra ha sido criticado, incluso desde la hinchada, por hacer de Colo Colo un equipo aburrido que -más allá del gran partido hecho frente a una UC llena de fallos- gana con muy poco. Pero el gran examen será llegar alto jugando así en Copa Libertadores. Si la fórmula también le funciona en lo internacional, estoy segura de que los hinchas albos van a estar felices de aburrirse así