Hay muchas maneras de evaluar la
importancia de un jugador en un equipo. Una de ellas es el balance de
victorias-derrotas con y sin él. Con Stephen Curry la estadística no da lugar a
dudas: desde la llegada de Steve Kerr, los Warriors ganan más del 80% de los partidos con el
base en pista, porcentaje que se reduce a alrededor del 50% en su ausencia.
La llegada de Kevin Durant al
equipo de la Bahía fue un auténtico boom en la NBA. Para muchos, una decisión
criticada. El ex de Oklahoma se sumó a un proyecto ya definido que con la suma
de su talento iba a ser prácticamente invencible. Dos temporadas y dos títulos
después, el debate sobre quién es el mejor de los Warriors continúa vigente.
En este aspecto, creo que es necesaria
hacer una aclaración. El liderazgo es igual de importante que el talento. Si
bien hablamos de dos fuera de serie en cuánto a talento, en liderazgo el alma
de los Warriors tiene nombre y apellido: Stephen Curry.
Al base estadounidense se le
alaba constantemente por su producción ofensiva, obviando lo que contagia en
sus compañeros cuando está presente. El dato anteriormente mencionado es la
mejor carta de presentación de Stephen Curry: con él hay unos Warriors y sin él
hay otros. Sin ir más lejos, esta temporada el balance es de 10-2 con él y 5 iguales
sin él. Si hay un jugador intocable en la Bahía ese es Curry.
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