Javier Aznar quizás no lo sepa, pero es uno de esos periodistas que puede decir que se asemeja a su jugador favorito: Fernando Redondo. Charla sobre series, fútbol, literatura, moda o cine como el argentino pasa la pelota: con una elegancia que amilana. Con polivalencia, como si pudiera coser un huevo y freír un alfiler. Puede que forjarse en las playas de Santander, donde pegó sus primeros pelotazos, le haya edificado su amor por el fútbol y por el Real Madrid. Le reconozco que soy un pelín fanboy; que espero no gritar ante su presencia como las quinceañeras con Justin Bieber. Aunque esta es otra historia. Desde su casa de Madrid, en plena desescalada, charla una hora con nosotros. Cede a grabar la entrevista y me llama por mi nombre, lo que me asombra. Philip Marlowe, desde luego, era mucho peor cuando se presentaba a clientes o a sospechosos. Aunque el día no está chandleriano; está para conversar sobre el balompié, su Madrid y, si nos sobra algo de tiempo, sobre Mad Men.
Sé que David Gistau era muy amigo tuyo. Acabo de leer su libro, “Gente que se fue”, en el que tú escribías el prólogo. Él escribió mucho, y muy bien, sobre el Real Madrid. En la etapa de Mourinho, sobre todo.
David Gistau escribiendo sobre fútbol era genial. Guardo muchas columnas y crónicas suyas. De la Euro 2008, del Mundial de Sudáfrica, del Real Madrid… Ahora veo los partidos del Madrid pensando: “¿Qué diría Gistau de todo esto?”. Esa etapa que dices fue muy divertida. Fueron tres años que parecieron tres siglos. Pero una época muy divertida. Se construyeron las bases de lo que luego ha sido este Madrid tan competitivo en Europa. Mourinho, con sus luces y sus sombras, provocaba mucha animadversión y simpatía. Yo reivindico esos tiempos porque el equipo, aunque cayera tres veces consecutivas en semifinales, jugaba muy bien. Se construyó un conjunto que tenía una gran capacidad para rehacerse de esos varapalos y luego ser esa máquina competitiva que ha sido en Europa.
Además, estaba la obsesión de la décima. Parecía que explotaba el mundo.
Era como Moby-Dick. Una obsesión que se palpaba; se necesitaba ganar ya. Costó, pero ese camino fue bonito. Esos disgustos que te llevabas contra el Bayern o el BVB hicieron que luego se saborearan los títulos posteriores.
Mourinho, según algunos periodistas, parece un diablo.
Reniegan mucho de él. Yo intento quedarme con lo bueno. Que fue mucho. Es verdad que Mourinho tenía una personalidad muy determinada, a veces se perdía en el fragor de batallas estériles que él mismo alentaba, pero tenía un espíritu competitivo que le vino fenomenal a la entidad. Devolvió dignidad, carácter y exigencia. Barcelona y Madrid alcanzaron un nivel tremendo y a veces no nos acordamos de que competían contra el unánimemente señalado como mejor Barça de la historia. Se le compitió de tú a tú. Sin pedir permiso ni perdón. La final de Copa del Rey en Mestalla es el pico. La volví a ver hace poco y es impresionante el nivel de tensión, de competitividad en ambos equipos. La sensación de que no podías cometer ningún error. Quizás no se ha vuelto a ver algo así en un Madrid-Barça.
A ese Madrid le quedó el estigma de ser muy contragolpeador, pero no es tan cierto.
Es que además el contragolpe no me parece que sea algo menor. Si por tus movimientos y tu inteligencia posicional puedes jugar al espacio me parece admirable. Mira, por ejemplo, pienso en el Barça de Guardiola: no se hablaba de la increíble presión que hacían. Solo se habla del tiki-taka, que me parece un concepto muy simplista. O solo mostrar una parte del iceberg. Yo creo que hay que saber adaptarte a tus futbolistas y no imponer tu estilo y al final los jugadores que tenían ese equipo -Di María, Cristiano Ronaldo, Özil- eran cuchillos y lo tenías que aprovechar. No era solo contragolpe. Eran muchas más cosas.
De aquella época salió otro tipo de periodismo. ¿Qué te parece aquella tensión y constante debate en algunos medios?
Ambos entrenadores absorbían mucha atención. Al final cada uno tenía una legión de admiradores y de críticos. No había término medio. Y la gente se fue escorando. A mí nunca me ha gustado que me metieran en rebaños, o que me dejaran llevar. Me quedo con lo bueno. Más allá de la hostilidad, me guardo esa parte divertida de la que surgieron periodistas, blogs y tuiteros muy interesantes. Todo se vivía con pasión. Una Supercopa de España de repente era el torneo del año. Además es que el nivel de La Liga creció muchísimo. Sobre todo, esa carrera entre Messi y Ronaldo, dos profesionales que nunca se dieron tregua. Fue una gozada disfrutar aquello. ¿Por qué hay que pedir perdón por que te gustara Mourinho? ¿Por qué? (Léase con acento portugués). Se verá con nostalgia esta época.
Ya verás dentro de unos años cuando ya no los tengamos en el verde…
Ya, pero yo en aquel momento ya lo disfrutaba. Recuerdo que coincidieron cuatro Madrid-Barça consecutivos y los más cursis decían a lo Ned Flanders: “Esto va a ser inaguantable. El odio no se va a controlar. Qué van a pensar los niños.» Sin embargo, y eso que yo lo paso fatal con los clásicos, yo los disfruté y los valoré enormemente.
Hablando de polémicas y de términos medios: semanas atrás Isco dio un like y fue tema de conversación durante días. ¿Los jugadores no pueden tener opinión? ¿Solo tienen que ser máquinas que no piensan?
Yo estoy muy en contra del ‘shut up and dribble’ (calla y juega). Nosotros no podemos exigir a un deportista a que se erija como un modelo: si quieren posicionarse bien; si no quieren también. Si yo me dedicara a jugar probablemente sería muy discreto, pero más que nada por un tema de agotamiento, por no poder comprometerme con cosas que escapan de mi control. Además, en cuanto te posiciones muy activamente en un tema, inmediatamente vas a sentir (y te van a exigir) que no te calles sobre otros. Y esa rueda es peligrosa. Ahora te obligan a estar en un carril, a posicionarte, y como te desvíes un milímetro de ahí no te lo perdonan. Funcionamos como por paquetes, llevamos asignados una serie de apoyos y de rechazos: si te gusta esto, tienes que odiar esto otro… No puedes romper filas y yo eso lo odio. Pero, bueno, la política genera tanta bilis y opinión…
Hay gente que obliga a clubs y jugadores a que se posicionen sobre un tema. Pero, si luego te sales de lo que te piden tienes un problema. Queremos que los jugadores no sean herméticos, pero cuando se abren…
Ahora tenemos obsesión por las palabras y no por los hechos. Hay una frase de Marco Aurelio que siempre la repito: “No hables tanto de ser un buen hombre; sé uno.” Muchas veces se olvida. La gente está obsesionada con dar lecciones de moral y de ética en las redes sociales y muchas veces esa misma gente no han podido mostrar con hechos lo que han predicado. Si eres un deportista de élite es importante posicionarte. Sobre todo si lo haces con inteligencia y con hechos. Lebron James, por ejemplo. Pero es eso: primero demuestra en tu día a día, que es lo más difícil, esos valores y luego ya vendrá lo demás. Lo otro son atajos.
Volviendo al Madrid, ¿cómo crees que ha vuelto a la competición tras el parón?
Esta situación va a ser muy extraña. Me lo he preguntado muchas veces y no tengo ni idea. Lo de jugar sin público, lo de los cinco cambios, lo de las pausas para hidratación… Por momentos parece otro deporte. No lo critico, solo digo que es distinto, raro. Y los jugadores (y entrenadores) se tienen que adaptar. No sé, veremos cómo vuelve la Champions League, por ejemplo. Yo empezaría de nuevo la eliminatoria contra el Manchester City. No tiene nada que ver con que el Madrid perdiera. Es desde un punto objetivo (risas).
Esto me recuerda a aquello que decías en Mundo Deportivo: “Si el Barça juega un partido contra las drogas, yo voy con las drogas.”
Otro tema importante es Gareth Bale: yo siempre he creído que es un gran jugador, pero es verdad que su carrera con los blancos ha tenido luces y sombras. Quizás ese punto hermético del que hablábamos antes no le ayuda demasiado.
Cuando eres una persona muy cerrada, te conviertes inmediatamente en sospechoso. Ya les pasó a Walter Samuel o a Michael Owen. Para empezar, con Bale a veces la gente es injusta. Es un jugador impresionante (cuando está) y ha marcado goles determinantes. Siempre reivindico la importancia de su infravalorado gol de cabeza en Lisboa, por ejemplo. Nos acordamos del de Ramos, y el 4-1 final ha endulzado el recuerdo, pero fue bien entrada la segunda parte y a saber qué habría pasado en una tanda de penaltis. Y los goles de Kiev, Múnich, Mestalla… Pero, tenemos una relación tóxica porque parece aislado de todo el mundo. Y más allá de eso, ese pulso con el Madrid, o la prensa, con la pancarta, el golf o irse antes de los partidos me parece cínico. Él presume de que la prensa le da igual, pero luego está todo el día alimentando y disfrutando esa situación, entrando al trapo. Y además creo que en algunos momentos no ha sido un ejemplo de profesionalidad porque se ha recuperado en el club y luego ha jugado con su selección Ya pasó con Kaká, y eso es algo que me pone muy nervioso. ¿A ti qué te parece? Es que yo siento que al final nos vamos a hacer daño. Esto debe acabarse ya y venderlo bien no me parecería mal. Incluso Zidane, que gestiona todo esto de maravilla, se le ha visto nervioso en este contexto.
Es que encima parecía que se iba ya y de repente es titular en el primer partido liguero.
Es que es una montaña rusa emocional. Parece que se va, que ya no va a jugar más, y luego vuelve. Incluso jugó en el Camp Nou como titular.
Es que es difícil que un club inglés pague 80 o 100 millones.
Bueno, un precio razonable, ya que se le ha amortizado. A ver el Newcastle, si lo compra el jeque. Yo ya sufro por Nacho, el de La Media Inglesa.
Lo veo complicado. A ver qué sucede con esa compra.
Bueno, yo soy de Santander y estas compras de jeques y millonarios salidos de la nada me dan miedo. Ya sufrí con Piterman y con Ali Ali Syed. No hay nada peor que te compre un equipo un iluminado de estos de procedencia dudosa.
Parecía un tipo serio, más allá de sus celebraciones excéntricas. ¿Qué le pasó?
Habría que hacer un Informe Robinson. Estuvo perseguido por la CIA. Estos falsos millonarios suelen engañar a todas las capas de la sociedad. Incluso hay una foto muy famosa con Revilla.
Oye, si juegan Madrid y Racing, ¿con quién irías?
A pesar de todo, soy muy de Santander, pero es que soy muy del Madrid. Me sería muy difícil ir en contra del Madrid, incluso aunque el Racing se juegue la salvación. Es que voy con el Madrid en pretemporada. Y eso que quiero mucho al Racing y sigo todos sus partidos. Pero soy sincero y no quiero paternalismos condescendientes para el Racing.
Volvemos a lo de las drogas.
Es que estoy programado así: soy del Madrid siempre, sin permisos especiales.
En tu última pieza para Líbero hablabas de tu etapa jugando a fútbol en Santander. Decías que había un cabrón, un tal Jandro, que era muy bueno. Todos sabíais su nombre, pero cuando se acercaba decías: “Cubre al 7”.
Claro, es que nunca hay que darle esa satisfacción ni aunque juegues contra Zidane. Siempre me lo pregunto cómo lo harán en primera: “Cubre a Messi”. Me suena muy infantil.
¿Cuál es tu jugador favorito?
Fernando Redondo. Además, siempre me ha gustado ese punto enigmático suyo. Nunca ha vivido del pasado; tenía mucho carácter.
En el imaginario colectivo queda ese taconazo en Old Trafford.
Esa jugada la tengo grabada. Recuerdo todo. Aun así, esa jugada es demasiado simbólica. Esa forma de dominar los partidos que tenía era increíble. Tenía una forma de moverse con balón y sin balón parecía que podía jugar él solo en el centro del campo. A veces no se le recuerda tanto así; solo esa jugada muy particular del tacón.
Hablando de eventos que se quedan grabados. El pasado a partir del fútbol es algo importante. Te hace recordar todo.
Yo es que mido mi vida por el fútbol. Pienso en 2010 y pienso automáticamente en Sudafrica; en 1994, en Estados Unidos. Sé que en 2014 fue Lisboa, por ejemplo, y también me ayuda a pensar dónde estaban los futbolistas dependiendo del año.
¿Qué te parece lo del odio eterno al fútbol moderno? Yo por ejemplo hace poco veía un partido de los 80 en el que no había cesiones. Y eso se nos olvida.
Yo reivindico que se pueda ser nostálgico, por los recuerdos, y que no se desprecie el fútbol actual por una cuestión evolutiva. Igual que los coches actuales son mejores o que la gente salta más. Lo mismo pasa en el baloncesto: ¿Por qué hay que despreciar al baloncesto pasado para elogiar al actual o viceversa? Si Stephen Curry ahora es tan bueno es porque creció viendo a su padre y sus compañeros. Todo evoluciona y mejora; es lo normal. Hay una frase muy bonita que dice Larry Bird: “Todos, cuando jugamos, intentamos dejar la barrera un poquito más alta a como nos la encontramos cuando llegamos”. Eso es honrar un deporte; lejos de caer, tengo que superarme. Los deportistas pasados, los comparas con lo de ahora y no tienen nada que ver. Pero, eso no es malo, es que ellos inventaron cosas que ahora mucha gente se aprovecha: los regates, los detalles tácticos… Se puede admirar el fútbol que ha pasado y a la vez ser realista y saber que el fútbol actual es mucho mejor. Es como el debate entre Maradona y Messi. ¿Por qué hay que menospreciar a uno? Han vivido épocas muy distintas; es complicado valorar. Esos debates de ciencia ficción son contrarios a lo que yo pienso.
Aseguraba Ray Loriga, que hablar de fútbol en ambientes más culturales estaba muy mal visto. Tú eres una persona muy leída y que tiene otros intereses. Hace poco había un lema en una casa que decía que se podía vivir sin fútbol.
Eso me parece una lerdez, pero, bueno, son cosas que pasan. Yo tampoco creo que tenga que defender el fútbol. Cuando la gente desprecia este deporte desde un punto intelectual, en el fondo ellos mismos se desprecian. Alguien muy inteligente no lo hará nunca de menos. Yo nunca he sentido esa necesidad de defender este deporte como si fuera arte y tampoco quiero intelectualizarlo. Es más, creo que salir a la palestra a defenderlo y sentirte ultrajado es una pequeña forma de reconocer que albergas esa duda. No tengo ningún tipo de afán para que este deporte vuelva a ser cool.
Y algunos dicen que los futbolistas no saben ni leer.
Es que es eso, cuando alguien quiere despreciar enseguida cae en esos clichés… O lo de que el fútbol mueve muchos millones. Eso es horrible.
Tú escribías con seudónimo en tus inicios. Me recuerda a Francisco de Quevedo cuando colgaba sus poemas. Dice mucho de tu personalidad.
El seudónimo tiene su gracia, además ha habido muchos casos en el periodismo porque la gente se fija en el cómo, no en quién. El seudónimo es divertido si no lo utilizas para esconderte o insultar. Es que no me gusta mucho la exposición, no subo fotos de mí mismo en redes sociales. Me fijo en lo que hay alrededor. Disfruto así, con un poco más de discreción.
¿Harías crónicas de partidos?
He hecho alguna. Sobre las crónicas he pensado muchas veces, sobre todo me interesa ver cómo evoluciona como género porque hace 15 años la gente no tenía acceso a los goles, o a todo lo que sucedía al momento, y ahora sí. Es un trabajo que he devorado y sigo devorando, pero a ver hasta qué punto los periodistas cuentan lo que ha pasado o no. Es decir, leo alguna crónica y no sabes si respetar al formato clásico -contar lo que ha sucedido- o hacer la lectura que tú quieras; admitiendo que la gente ya sabe lo que ha pasado. Además, a veces sale tan tarde que a lo mejor tienes que tirar hacia otro lado. Ofrecer una visión distinta.
Yo, de hecho, tenía un profesor que me decía: “Si vas a un campo igual tienes que poner a qué saben las palomitas.”
Hay una crónica muy famosa de alguien que había ido a un partido tan malo que acaba hablando de la persona que tenía delante. Era un encuentro tan malo, que decidió hacer otra cosa. En el fondo no deja de ser un teatro del que somos todos parte. Es importante que el autor te traslade a la emoción de las gradas y a cómo ha vivido el choque. Puede llegar a ser más interesante, incluso, que el propio partido.
¿Oye, tú sueles nombrar al portero en una táctica? Sé que te obligan a decirlo cuando estudias en los cursos de entrenador.
Es que no es que hagas de menos al portero, es que es la única pieza que no puedes cambiar. No me parece una falta de respeto al portero, sobre todo con el portero de hoy en día, que es importantísimo para el juego de un equipo. Es una elipsis porque se da por hecho.. Es que el resto es cambiable y ellos no.
¿Te gusta la táctica?
Me gusta fijarme en los detalles y lo suelo comentar. Aun así, insisto, con las crónicas es importante encontrar un equilibrio y es difícil; algo ameno y a la vez riguroso. Es como lo del periodismo de datos: si tú te pones a hablar sobre los datos sin un contexto, al final no te dicen nada. Eso sí, me gusta leer esa gente que encuentra ese equilibrio que habla de la belleza de los momentos puntuales y que también nombra la importancia de la táctica. Con lo que hay que acabar es con los mapas de calor en televisión. De verdad, ¿qué aportan? Si no se distingue nada.
Quería preguntarte por Mad Men. Sé que no tiene nada que ver, pero yo no puedo convencer a mis amigos de que la vean. Y sé que tú la has visto ahora de nuevo durante el confinamiento
Esto es lo mismo que con el fútbol. Si quiero convencer a alguien de que el fútbol es un deporte, les intento convencer de otra forma. Es como leer: nunca querré ser ese padre que pide a su hijo leer todo el rato. Al final, basta con que te obliguen, para crear una resistencia. Cuando quieres meter algo a alguien con calzador causa rechazo. La serie tiene muchos detalles muy interesantes. Bebe de clásicos de la literatura americana, como Cheever, Carver, O’Hara o Flannery O’Connor. Algunos me dicen que es lenta, pero es que a mí eso me parece fenomenal. Yo no tengo que convencer a nadie porque habla por sí misma. De Don Draper me gustan tres cosas suyas: 1) siempre está mirando los anuncios de las revistas, viendo lo que hace la competencia, arrancando los anuncios que le gustan; 2) que se largue de las reuniones improductivas, y 3) que su look se mantiene constante durante toda la serie. Otros caen en las modas de la época (bigotones, camisas con chorreras, patillas) pero él no. En definitiva, la serie tiene muchos detalles inteligentes. Si te metes en ese mundo, te absorbe.
Martorell (Barcelona), 1996. Periodista freelance. Amante del fútbol y loco por la Premier League. En mis ratos libres intento practicarlo.
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