Una de las grandes novelas de la historia de la literatura narra las andanzas de un joven inglés de espíritu aventurero llamado Robinson Crusoe. El chico, que provenía de buena familia y no le hacía falta complicarse la vida, resultó ser algo culo inquieto y decidió dedicarse a surcar los mares con tal de salir de casa a toda costa. Pasó peligros, desdichas y un sinfín de acontecimientos, principalmente provocados porque los navíos de la época no debían ser muy resistentes, lo que hizo que Robinson Crusoe sea conocido como el náufrago más famoso de la historia. Sobrevivió a todo, así que su figura también forma parte de la lista de los más reconocidos y prestigiosos héroes.
No es fácil llegar a ser héroe. Tampoco hay que pasarse como Robinson Crusoe que, aparte de vivir unos cuantos años solo en una isla, tuvo que hacer frente a piratas, esclavistas y hasta unos caníbales. En el fútbol, donde los tiburones pueden aparecer cuando menos te lo esperas, basta con una hazaña en el momento oportuno para convertirte, así como el que no quiere la cosa, como de la noche a la mañana, en todo un héroe.
Y puede que el hecho sea tan relevante que pases a la historia como el héroe de todo un país. Emilio Nsue es el héroe de Guinea Ecuatorial. Su hazaña ha sido marcar el gol de la victoria en el minuto 90 y clasificar a su selección para la Copa de África de Naciones de Camerún-2022. Es la primera vez que Guinea Ecuatorial se gana el pase en la fase de clasificación. En dos ediciones, 2012 y 2015, participó por su condición de organizador del torneo.
Ver a Emilio Nsue marcando y celebrando ese gol ha provocado que haya sentido una enorme alegría por él. Un luchador nato, un superviviente, se merece que el fútbol le haya reservado este capítulo de gloria. He visto a un joven Emilio Nsue completamente desolado en el campo, tras no haber acertado con el gol en esos últimos suspiros del partido, sin dejar de correr hasta el pitido final y sin poder ocultar su rabia, su frustración y su pena.
Ahora que tiene 31 años veo que conserva esa cara de buena gente, ese rostro que transmite serenidad y felicidad a partes iguales. Lo único que delata el paso de los años es su poblada barba, diría que al más puro estilo Robinson Crusoe. Ese gol ante la selección de Tanzania ha sido como si se hubiera detenido el tiempo, como si estuviera volviendo a contemplar al Emilio Nsue que con 19 años era aquel delantero felino, rápido y poderoso, al acecho para atrapar la presa y someterla a su antojo.
El pase desde la izquierda de Basilio Ndong no es que fuera precisamente una maravilla. Lo bueno es que llegó al área. Aunque había que domesticarlo. En su isla Robinson Crusoe se construyó una casa, cultivó plantaciones, crió ganado y hasta amaestró un loro. Emilio Nsue tuvo que dar la espalda a la portería para poder amaestrar con su pie izquierdo ese balón sin rumbo fijo. Le dio el impulso necesario para escorarse lo justo y alejarse lo preciso del defensa que tenía detrás. Otro toque para asegurarse que el zaguero no llegara y el impacto definitivo, un zurdazo cruzado con un giro de cadera de por lo menos 120 grados para que el balón entrara por la esquina contraria al portero.
La imagen de ese gol es la misma que tengo del Emilio Nsue que jugó en todas las categorías inferiores de la selección española. Con la sub-17, en el Europeo de Luxemburgo-2006, tuvo la mala suerte de lesionarse en el primer partido y no pudo jugar más. Un año después, con la sub-19 en Austria, se proclamó campeón de Europa siendo el delantero titular en todos los encuentros. Con la sub-20 fue un jugador importante en el Mundial de Egipto-2009, en un equipo con futbolistas como Jordi Alba, Azpilicueta, Parejo o Aarón Ñíguez, su compañero en ataque más asiduo. Y con los sub-21 formó parte de los campeones de Europa en Dinamarca-2011, un torneo en el que apenas dispuso de minutos pero que disfrutó y celebró como el que más.
Todo ese bagaje con la selección española quedó atrás y Emilio Nsue, mallorquín de padre ecuatoguineano, se embarcó en la aventura de defender los colores de Guinea Ecuatorial, selección de la que ahora es el capitán. Deportivamente hablando se hizo futbolista en el RCD Mallorca, sin olvidar sus dos temporadas cedido al Castellón y a la Real Sociedad, sobre todo esta última en la que tuvo que cuidar al que llamaba su “hermanito pequeño” Griezmann, con el que vivió el ascenso del equipo donostiarra a Primera División.
Zarpó de su isla de Mallorca para poner rumbo hacia las islas Británicas, concretamente al Middlesbrough que dirigía Aitor Karanka y luego al Birmingham. Su espíritu aventurero haría que fuera a conocer una nueva isla, Chipre, donde ha estado enrolado en el Apollon Limassol y donde juega actualmente en el Apoel de Nicosia. Al consultar su ficha en el club aparece un Emilio Nsue de barba negra, número 22, de nacionalidad “spanish” y posición defensa. Creo que es porque juega de lateral derecho, aunque yo sigo viéndolo como delantero.
Como el número 10 que marcó ese gol histórico contra Tanzania y salió corriendo loco de alegría. Antes de que le envolvieran en un abrazo sus compañeros, se señaló con ambos pulgares el dorso de su camiseta. Y ahí no ponía su nombre, sino el de un país. Guinea Ecuatorial. Robinson Crusoe, el náufrago, sobrevivió y se convirtió en un héroe. Emilio Nsue se ha convertido en el Robinson Crusoe de Guinea Ecuatorial.
Imagen de cabecera: Imago Images
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