Se estrecha el cerco por arriba y por abajo en un final de Liga apasionante. En el fútbol de la última sensación va ganando el Barça, en la tabla y aún con una ventaja más que solvente, el Real Madrid.
El clásico fue mal digerido por un madridismo más pendiente que nunca históricamente de lo que sucede en Barcelona. Más allá de lo que supone perder 0-4 en casa ante el eterno rival, un palo enorme y eso no ha cambiado ni cambiará desde ninguno de los dos bandos, los últimos 20 años han invertido una tendencia histórica en la que el Barcelona le ha dado la vuelta a la tortilla.
Desde la llegada del nuevo siglo el Real Madrid ha conquistado seis Champions, siendo uno de los espacios temporales más brillantes de la historia del club, sin embargo, está muy extendida la sensación de rivalidad extrema con el Barcelona, más allá de lo que a mi entender sería recomendable.
Una fijación que durante muchos años fue al revés. En aquel Barça del Nuñismo, todo lo que sucedía en Madrid tenía más repercusión que los éxitos propios. En unos años donde futbolistas del calado de Schuster o Maradona defendieron la camiseta del Barça, era más fuerte el sentimiento anti Real Madrid que las conquistas propias, en una forma que termina siendo nociva con uno mismo a la hora de entender una rivalidad. Y que lleva a una toma de decisiones equivocada muchas veces.
Vivimos tiempos donde parece que situarse en polos opuestos y cada vez más radicales, te coloca en ventaja deportiva, desde el periodismo también se fomenta en determinados casos y es imposible intentar hacer un análisis más reposado, sin que te encasillen rápidamente en uno de los extremos o te recriminen algo desde uno de los dos lugares donde todo se entiende y discute desde una trinchera.
En lo futbolístico, el Madrid sufre de agotamiento. En algunos jugadores es físico y en otros físico y mental. Ancelotti apostó por jugársela con un once titular tipo, el mejor a su juicio, y ver hasta dónde le podía llevar. Y por eso tiene hoy esa ventaja en Liga a falta de 8 jornadas para el final. Xavi le ha dado la vuelta al Barça como un calcetín. En lo futbolístico y en lo anímico. Públicamente guarda más prudencia que Laporta, pero aunque no lo diga, piensa que con el fútbol que viene jugando en las últimas jornadas, la Liga aún es posible.
El Madrid pide a gritos ese cuarto centrocampista que oxigene esa zona y permita al equipo controlar un poco más lo que sucede en los partidos. En Vigo pudo mantener la victoria al final cuando Valverde y Ceballos aparecieron con ayuda extra para Casemiro, en forma de piernas para ir y venir.
Vinicius no tiene la frescura del principio del curso, pero no es lo mismo tener que hacer siempre la jugada del año a 45 metros de la portería rival, como le sucede ahora, a que el juego del equipo le permita recibir el balón muchas más veces y más adelante.
Y para eso el Madrid necesita jugadores que impriman un ritmo de juego más alto. Incluso a los más veteranos y de más calidad, Kroos y Modric, les iría mucho mejor tener más movimiento a su alrededor. Camavinga y sobre todo Valverde, se antojan futbolistas fundamentales para el Real Madrid en este final de curso para poder aprobar las dos asignaturas en las que aún se puede examinar a finales de mayo. Los laterales también necesitan ese auxilio porque son desbordados con facilidad.
Ancelotti se empecinó en el 4-3-3 y nunca es tarde para rectificar. Nos esperan casi dos meses apasionantes en esta recta final de campeonato. El lunes que viene a estas horas podemos pensar distinto. ¿O no?
Imagen de cabecera: FC Barcelona