Llegaba como la selección más sólida del torneo. Con cuatro partidos
consecutivos sin encajar gol y dos victorias contundentes por idéntico
resultado (3-0) en las eliminatorias de octavos y cuartos de final. Con una
pegada letal retratada en la figura de Ellen White, que se despide con seis
goles en su haber (pudieron ser siete). Con una Lucy Bronze que ha demostrado
que se puede ser defensa y al mismo tiempo liderar el ataque de tu equipo. Con
la certeza de que las cosas se están haciendo muy bien en las islas británicas,
donde la liga local crece cada año y sus clubes vuelven a ser protagonistas en
Champions (hace una temporada el Manchester City, este curso el Chelsea).
A Inglaterra le falta dar un paso definitivo y es el de ganar un título.
Finalista de la primera Eurocopa de la historia en 1984 (solo la disputaron
cuatro países) y en 2009 (cayó por un abultado 2-6 frente a la imbatible
Alemania), en el Mundial logró superar la maldita barrera de cuartos de final
(tres veces en sus tres primeras participaciones) para alcanzar las semis tanto
en Canadá como ahora en Francia. Hace cuatro años, su verdugo fue Japón, por
entonces vigente campeona y una de las grandes potencias del fútbol femenino.
La eliminación no pudo ser más dolorosa, pues las lionesses cayeron con un gol
en propia de Laura Basset en el minuto 92, cuando ya se cantaba la prórroga.
También parecía que el partido se marchaba a la prórroga cuando, tras
varios minutos de deliberación y con todo el estadio en vilo, la árbitra Edina
Alves decidió señalar penalti para Inglaterra con ayuda del VAR. Quedaban 10
minutos para el final y la capitana, Steph Houghton, fue esta vez la gran
señalada errando el penalti ante una Naeher que le adivinó las intenciones. Dos
errores históricos en las últimas dos ediciones le han costado muy caro a una
selección que parecía estar en condiciones de, esta vez sí, dar el paso.
Estados Unidos, que tiene una y mil vidas, ha superado las tres eliminatorias
por idéntico resultado (2-1), sin excesiva brillantez pero tirando de veteranía
y de efectividad en las dos áreas. No hizo falta la entrada de Rapinoe (con
molestias) para doblegar a las inglesas, la penúltima bala europea para acabar
con la hegemonía yankee. Solo Holanda o Suecia pueden evitar el cuarto título
con barras y estrellas.
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