Pasan los partidos y ya no hay nadie que pueda discutirlo: Fede Valverde es clave en el sistema de Carlo Ancelotti. El Real Madrid recibía en su estadio a un duro rival, un RB Leipzig que pese sus 0 puntos, tras ser goleado en su primer envite, es un cuadro que está llamado a ser segundo de grupo. Planteó un 4-4-2 con un bloque muy junto, como mandan los cánones, que complicó en todo momento a un equipo que se presentó ante su gente en la máxima competición continental con un césped lamentable.
Y quizás esa fuera una de las razones por la que los blancos padecieran durante el primer acto. Jugaba Thibaut Courtois con su zaga, pero estos no conectaban ni con los centrocampistas ni con sus delanteros. Protagonizaban el mito de Sísifo: trenzaban muchos pases para acabar perdiendo el cuero. De hecho, en muchos momentos los anfitriones anduvieron sobre la cornisa con varios regates en zonas comprometidas que no terminaron en pérdidas de milagro. Además, la velocidad de Timo Werner y la calidad de Christopher Nkunku –llamado a ser la próxima gran venta de los alemanes- acentuaban la sensación de peligro. Se avecinaba el drama.
El desasosiego que provocaba el conjunto de Marco Rose solo podía quebrarse de una manera: con valentía, ímpetu y osadía. Ese mejunje es Valverde, que parece que en cada jugada tiene que enseñar al mundo que es uruguayo. Ya se ha hablado muchas veces lo de ese minúsculo país que no entiende de generaciones de futbolistas. Cada pocos meses sacan a uno que parece mejor que el anterior. Deben tener algún tipo de acuerdo con un multimillonario que los crea en un laboratorio porque el fenómeno es inexplicable. El madridista sigue sin confirmar cuál es su mejor posición. Llegó como centrocampista, pero desde la banda está marcando goles y regalando asistencias. No se le puede pedir más.
Además, la noche acabó siendo redonda para Carlo Ancelotti por el gol de Marco Asensio. Es evidente que el balear, que está más fuera que dentro, no pasa por un buen momento. El italiano decidió otorgarle una oportunidad y no la desaprovechó. Finiquitó el choque y encarriló el pase de los blancos a los octavos de final. Ahora queda el clásico doble enfrentamiento ante el Shakhtar, que no será sencillo: los ucranianos, pese a su horrible situación, han arrancado brillantemente en la Champions.
Imagen de cabecera: @realmadrid