Rubén Semedo es
protagonista en el Villarreal, y no precisamente por su rendimiento en el
campo. El joven central portugués, considerado un movimiento de primer nivel el
pasado verano, se ha convertido en un quebradero de cabeza para la institución
amarilla.
La salida de Mateo
Musacchio rumbo a Milán obligó a la búsqueda de un central joven, con
proyección y destinado a liderar la zaga amarilla. Pretendido por multitud de
clubes europeos, el club groguet se adelantó y se hizo con los servicios de
Rubén Semedo, una de las grandes revelaciones del fútbol luso y el principal
relevo en la zaga de los Pepe, Carvalho, Fonte y Bruno Alves en la vigente
campeona de Europa.
“Es un jugador que
parecía fuera de nuestras opciones, pero nos movimos rápido y pudimos cerrar su
fichaje», decía Roig Negueroles en su presentación. El Submarino pagó 14
millones al Sporting de Portugal, el tercer traspaso más caro de la historia
amarilla. Sin embargo, su debut no fue nada esperanzador: El Villarreal cayó
3-0 ante la Real Sociedad, y Semedo estuvo involucrado, de una u otra forma, en
los tres tantos. Su siguiente partido completo fue en Getafe, en una dolorosa
derrota (4-0) que le costó la destitución a Fran Escribá. Semedo regaló el 2-0
a Jorge Molina en una falta de concentración impropia de un jugador
profesional.
Entonces aparecieron las
lesiones, que se cebaron con él. En diciembre tuvo que pasar por el quirófano
tras una rotura miotendinosa en el recto anterior de la pierna derecha. Se le
diagnosticaron tres meses de baja. Sin embargo, Semedo ha aparecido hasta en
tres ocasiones en la prensa por temas extradeportivos graves. Primero, una
supuesta detención por amenazas con una pistola en un club de alterne y en un
pub, en dos fines de semana distintos a lo largo del mes de noviembre. “Que
sigan inventando, que yo sigo mi recuperación”, publicó en redes sociales el
central portugués.
No quedó ahí la cosa.
Fue denunciado por un supuesto ‘botellazo’ en la cabeza a un joven en octubre,
en el parking de una conocida discoteca de Valencia. Y ahora, ha sido detenido
por atar, golpear y retener a un hombre en su casa para robarle. El Villarreal,
que no se había pronunciado hasta este suceso, ha decidido abrir un expediente
para investigar lo sucedido y sancionar debidamente al jugador.
Los problemas persiguen
a Semedo, un jugador que hace años tenía fama de rebelde. Pasó su infancia en
un ambiente difícil, marcado por el divorcio de sus padres y la falta de
recursos. Aterrizó en las categorías inferiores del Sporting, pero apenas tuvo
oportunidades. En la temporada 2014-2015, con apenas 19 años, acabó cedido en
el Reus. Años después reconoció que aquella etapa de su vida le ayudó a mejorar
como persona: “Era importante alejarme del ambiente en que estaba y de las
malas influencias. Me encontré una ciudad tranquila en la que me trataron muy
bien”.
Pasó de ir dando tumbos
a convertirse en la revelación del campeonato luso y titularísimo en un
Sporting de Portugal que estuvo a punto de ganar en el Santiago Bernabéu con
Semedo como titular. Su buen hacer le llevó al Villarreal, un club con
aspiraciones europeas que quizá vio como un trampolín para soñar con llegar al
Real Madrid, el equipo de sus sueños. Pero su cabeza, que parecía reformada, le
está jugando malas pasadas. Días antes de su fichaje por el Submarino, el
director deportivo del Reus, Sergi Parés, apreciaba su transformación tras su paso
por el equipo catalán: “Aquí maduró mucho, dentro y fuera del campo. Se ordenó. Apreciamos un
cambio muy grande en el segundo semestre del curso. Los empleados guardan muy
buen recuerdo suyo, era un chico que se hacía querer. Por circunstancias de la
vida tenía un carácter muy fuerte, pero en el fondo es noble. Si alguna vez se
equivocó, con el entrenador o con quien fuera, enseguida llegó la disculpa”.
Pero Semedo, tras
reconducir su carrera y convertirse en uno de los centrales más prometedores de
Europa, parece haberlo tirado todo por la borda. Rendimiento deportivo nulo,
lesiones, y supuestos delitos con violencia y armas de por medio. El
Villarreal, acostumbrado a vivir en un mar de tranquilidad, ve como las aguas
se agitan más bruscas que nunca. Y Rubén tiene toda la pinta de quedarse en la
orilla.
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