El mercado se ha vuelto loco por dos razones: primero porque al menos un club es capaz de gastarse 222 millones por un solo futbolista y, segundo, porque otros no están por la labor de aceptar más de 100 ‘kilos’ por vender a otro. Ambas posturas, de momento y más allá de la moral de cada uno, son legítimas.
Pero, ¿está bien que una entidad no acepte semejante cantidad de dinero? Hablamos del caso Coutinho, jugador que quiere el Barça y que ya el club inglés se ha encargado de cerrar filas: no saldrá de Liverpool. Las informaciones que hasta ahora manejaba la prensa eran cercanas o superiores a los 100 millones. Esa es, supuestamente, la oferta que presentó el equipo culé. ¡Y el Liverpool la ha rechazado!
¿Cómo ha podido ocurrir? La respuesta es sencilla: Coutinho es uno de los pilares del proyecto de Klopp. Y a veces da la casualidad de que tres dígitos de pasta no sustituyen a un jugador esencial dentro del equipo. Que se lo digan al Barcelona, que ha llenado sus arcas al vender al tercer mejor jugador del mundo pero que, por ahora, no encuentra cómo llenar su hueco en el terreno de juego. ¿Una operación rentable? La respuesta viene a decir que sí porque Messi es la pieza clave del equipo, no el brasileño.
Sin embargo, y salvando las distancias, en Liverpool Coutinho viene a ser Messi, por lo que la postura de no vender a su jugador estrella por 100 millones o más es, como mínimo, entendible. Significa dos cosas: que el dinero no da la felicidad y que no aceptas las nuevas reglas de un mercado que ha perdido el norte por mucho que los clubes facturen más y más.
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