La final de la Liga de Campeones 95/96 enfrentó al actual vencedor, un Ajax que comparecía a la cita tras arrasar en toda la competición, y a la Juventus dirigida por Lippi, al alza en el Calcio tras desbancar al abusivo AC Milan. Empate a uno y tanda de penaltis para cerrar una de las etapas más gloriosa del futbol neerlandés.
Meses después y como si todo hubiese sido un grácil y bello sueño, ya no existían el Barça de Cruyff ni el Ajax de van Gaal. Tras tomar el tótem tallado en forma esférica del Dream Team, los ajaccied dejaban la divina figura a merced de otras tribus quizá más brutales, definitivamente más poderosas. Para muchos, el fútbol volvía a vestirse de luto.
En el verano de 1997, van Gaal dejaba a los suyos en una cuarta posición de Eredivisie que bien ejemplifica todos los finales de ciclo que, inescrutablemente, se suceden en la historia de cualquier deporte. Y lo hacía para irse precisamente al FC Barcelona, cuyo presidente veía en su figura al sustituto idóneo de Johan Cruyff, pese a que el británico Robson había ganado tres títulos en un mismo curso. Bogarde, Overmars y Kluivert decían adiós a la vez que su valedor. Nada hacía presumir nuevos éxitos en el club blanquirrojo.
Pero entonces llegó un danés al banquillo, llamado Morten Olsen. Técnico que conocía bien a un compatriota que para entonces disfrutaba de un retiro anticipado en Japón. Así, a través de él, fue como Michael Laudrup tomó el camino inverso a van Gaal, aterrizando en los Países Bajos tras una vida deportiva plena en España. Aunque el fenomenal lustro del club no se volvería a repetir, la conexión danesa haría el golpe menos drástico, consiguiendo revertir el último año en blanco con Louis al mando.
El equipo que formó Olsen
A su llegada para la 97/98, Morten Olsen encontró un conjunto desposeído progresivamente y casi al completo de la esencia que lo llevó al éxito. Al liderazgo de Rijkaard, la creatividad de Seedorf, la influencia física de Davids y el potencial ofensivo de Finidi y Kanu cursos atrás, se sumaron las inmediatas pérdidas de electricidad y talento para el gol que encarnaban Overmars y Kluivert de manera respectiva. Ahora, la ausencia principalmente en sus piezas desequilibrantes, era preocupante.
Viendo el panorama, el técnico no dudó en plantearse que para recuperar la estabilidad, a los campeones de Europa disponibles en la plantilla y los jóvenes que iban abriéndose camino, les vendría de fábula el determinismo de uno de los jugadores más influyentes de la última década. Olsen se acordó de un Laudrup que ya paseaba 33 años. Jugando en el Vissel Kobe, la situación parecía asumible para unas arcas a menudo escasa en una entidad netamente vendedora como la de Ámsterdam, que en ese momento parecía tener liquidez tras la venta de Overmars al Arsenal. Michael se dejó querer y acabó estampando su firma. Volvía a estar ilusionado.
Van de Sar, Blind, los hermanos De Boer, Witschge, Litmanen y ahora Laudrup serían la columna, una estructura sólida sobre la que muchos futbolistas nacientes tendrían la posibilidad de desarrollarse. La media de edad entre todos los habituales rondaba los 25.
Olsen alternó esquemas según la situación, siempre enfocados hacia el marco rival. Por tramos pareció el Ajax campeón de Europa. Nunca llegó a asumir todos los riesgos del 3-4-3 usado a menudo por su predecesor, pero, aun prestando una mayor atención defensiva, hizo gala de los fundamentos del estilo, pretendiendo dominar los partidos desde la base, presionar hacia adelante y no especular según el rival al que se enfrentase. El sistema en 3-4-3, con variable ocasional 4-3-3, se solidificaba en la táctica defensiva y se liberaba en la técnica atacante, con todo el ingenio del jugador que lucía el 11 al servicio del conjunto.
XI tipo, en 3-4-3: Van der Sar/ Melchiot-Oliseh-Frank de Boer/ Blind-Witschge-Ronald de Boer-Litmanen/ Laudrup-Babanguida-Arveladze
En defensa, el canterano Mario Melchiot, espigado lateral derecho de corte físico, habiendo aprovechado la salida de Reiziger acabó asentándose en un línea a la que Blind y Frank de Boer daban fiabilidad y clarividencia.
El nigeriano de 22 años Sunday Oliseh, medio centro defensivo en potencia, llegó de Colonia en pretensión de recuperar una figura como la de Rijkaard, añorada desde la marcha de este. Oliseh se hizo con la titularidad, pero formó en el eje defensivo, haciendo de marcador central y ejerciendo de escudero de un Blind que, unos metros más adelantado y en funciones de hombre libre, apoyaba a Richard Wistchge en la generación. Ole Tobiasen, joven zaguero procedente del Herenveen y el mermado mundialista brasileño Marcio Santos, esperaban desde el banquillo que los 35 años que sumaba el capitán le diesen opciones de comparecer. Tobiasen fue el más útil de ellos, dado que su polivalencia le permitió actuar en cualquier vacante de la retaguardia.
Pese a su dilatada experiencia, el fino interior zurdo Witschge tenía aún 27 años y empezaba su tercera campaña en la entidad. Había sido campeón de Europa en un papel importante para Cruyff, subcampeón UEFA en la 95/96 con una labor trascendental junto a Zidane en el Girondins y venía de disputar la EURO ´96 de Inglaterra. Por supuesto, Olsen no lo desperdiciaría, dándole la batuta en la elaboración de los ataques en posesión y la responsabilidad de los balones parados.
El curtido volante polaco Rudy, llegado del Lierse, y Ronald de Boer en la transición, completaban la medular, dando paso a un ataque en que Litmanen y Laudrup, jugasen juntos o no, más centrado el primero de ellos, se encargaban de limpiar los ataques y filtrar balones hacia extremo y delantero. Para desgracia del club y particularmente del entrenador, Michael solo se mantuvo una temporada, pero a partir de su salida el portugués Dani tomaría protagonismo, lo que no puede considerarse una mala alternativa.
En el pasado, Overmars y Kluivert pesaron mucho, pero en Tijani Babanguida y Arveladze tuvieron dignos sucesores. El velocísimo nigeriano de 22 años había sido fichado un año antes del Roda, y para la presente causaba estragos en las defensas de tal manera que ya era considerado una estrella en su país, relevo generacional de Amokachi para perpetuar el buen hacer de los africanos desde su fulgurante presentación al mundo escasos años antes. Luego, por desgracia, no dio el paso necesario para consolidarse en el primer nivel.
Shota Arveladze fue la principal sorpresa. Adquirido del Trabzonspor en el mercado veraniego, al georgiano le costó poco hacerse con el puesto. Se le caían los goles. Mejorando los registros de Kluivert, anotó 25 en las treinta y una citas domésticas, 7 en los ocho partidos europeos y pleno al cinco en la copa. Una barbaridad de delantero. Para completar el exótico ataque, en la suplencia aguardaba el sudafricano Benny McCarthy, que a sus 19 años disfrutó de solo tres titularidades en 17 encuentros jugados, pero le sirvieron para elevar a 9 el número de goles en su haber.
El sistema, el papel de Laudrup y el resultado de ello
Michael Laudrup se convirtió en la punta adelantada de la principal vía de elaboración ideada por el entrenador, una línea vertical imaginaria trazada a ras de césped por Frank de Boer, Witschge y Laudrup. El «11» se situaba en 3/4 de campo con plena libertad de acción y un acolchado defensivo tras él que le permitía los momentos de desatención física que su edad demandaba. Según lo indicado por Olsen, desde su zona de influencia caería habitualmente a la izquierda, para aprovechar allí la limpia circulación de balón que el interior solía ofrecer. Una vez con el balón en su poder: invención.
Si por la izquierda se avanzaba mediante el pase hasta que el crack daba el plus, por la derecha las cualidades de Ronald y Babanguida exigían un menor amase de las jugadas. Cuando el equipo robaba, la salida pasaba por el gemelo hasta llegar a Litmanen o Tijani con prontitud, en la firme pretensión de que el hombre gol pudiese sorprender a la defensa sin marca fija. En ausencia del nigeriano, el flanco derecho quedaba aclarado para el propio Ronald, que no dudaba en cabalgarlo a la menor ocasión.
Por otro lado, no se descuidó el plan alternativo. Al fútbol de creación pausada se unían los envíos diagonales desde Frank de Boer y Blind cuando el rival estaba desordenado o la presión dificultaba las cosas. A dicho recurso, usado desde principios de la década, no le vino mal la nueva presencia de Oliseh, cuya notoria capacidad de pase largo respondía a las demandas.
El equipo desarrolló tramos de juego ofensivo vertiginoso, situación que desembocó en los correspondientes resultados positivos, acabando el curso como campeones de Copa y líder de Eredivisie, mandando al PSV de Dick Advocaat a 18 puntos de la cabeza. El único punto negro fue la UEFA. El Spartka disputó unos cuartos de final de muy alto nivel, rubricando con un 1-3 en Ámsterdam el 1-0 cosechado en el hielo ruso. Los moscovitas solo fueron frenados por el Inter de Ronaldo, que arrasó aquel año.
Laudrup acabó disputando 21 citas ligueras, 5 europeas y 4 de la KNVB beker donde, además de la excelencia de sus pases de la que se aprovecharon sus compañeros, aportó 13 goles. Litmanen creció con él y se hizo líder, Dani lo hizo con ambos. Michael había vuelto al primer orden, y fruto de ello fue su convocatoria para la cita mundialista, donde una Dinamarca dirigida por Bo Johansson cayó en un partido épico de cuartos de final ante la Brasil finalista de, otra vez, Ronaldo Nazario. Pese a la eliminación, el danés dejó una última estadística a su favor, siendo incluido en el mejor once del Mundial.
Tras ello, Michael Laudrup colgaría las botas y Morten Olsen no llegaría a Navidad, siendo sustituido por Jan Wooters, que se conseguiría repetir título copero. De ahí en adelante y hasta 2002, llegó el vacío. Lo que solo es un dato de contraste para alabar aquel último buen Ajax de los años noventa que supo reponerse al trauma de la gloria perdida. Más que los títulos cosechados, el curso 97/98 quedó grabado por la propuesta futbolística del equipo y por ser el breve pero agradable retorno de uno de los mejores futbolistas de todos los tiempos.
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