El FC Barcelona ganó 1-3 al Paris Saint-Germain en su fortaleza del Parc des Princes. El cuadro catalán doblegó a los pupilos de Blanc con fases de gran fútbol e intensidad. Neymar abrió el marcador en el primer acto y un letal Luis Suárez remató a los galos con un doblete excepcional que le acredita como lo que es: un depredador. El conjunto blaugrana vence por primera vez al PSG en París y acaba así con la racha continental del cuadro francés, que llevaba 33 partidos consecutivos sin caer en su estadio.
El Barça salió al tapete parisino con responsabilidad y determinación. El escenario, el rival y la instancia así lo requerían. Luis Enrique sacó el XI de gala, aunque sorprendió la titularidad de Montoya por el sancionado Alves, cuando muchos esperaban tal vez a Adriano en el rol de lateral derecho. El canterano cumplió con nota, como el resto de sus compañeros. Neymar fue titular, lo cual indica que Luis Enrique no da importancia al desplante de Sevilla o bien prefiere lavar la ropa sucia dentro del vestuario. Sea como fuere, todo queda opacado desde el momento en que el brasileño abre la lata y la eliminatoria.
Excelencia en todas las líneas, no de forma constante, pero sí por momentos. Buenos reflejos y seguridad en el cancerbero (ésta se la apuntan al destituido Zubizarreta), solidez en la zaga salvo algún cortocircuito puntual, con un Piqué imperial y un Mascherano que es ira y fuego en cada acción. Jordi Alba incisivo y Montoya cumplidor, sin alardes ni estridencias, pero rindiendo ante un hueso como Matuidi, que no es poco.
En la medular Busquets era eje, ancla y faro, un seguro de vida y una nueva demostración de poderío del mejor jugador del planeta en su posición. Ivan Rakitic volvió a ser de nuevo intrascendente en el juego de ataque y abnegado en defensa, aunque eso haga que a la hora de partido no pueda con su alma. Iniesta optó por tirar de clásicos, la intendencia es para el rubio y el de Badia, él es más de poner pausa y luz. Lo hizo hasta que una dura entrada amenazó su rodilla y otra de Pastore le castigó el lumbar. El manchego salió en camilla y entró un tal Xavi a falta de media hora, y eso en cuartos de final de Champions League y con el rival tocado físicamente es un exceso y un lujo que Luis Enrique empieza a administrar como el que dosifica el whisky de 15 años cuando le vienen los amigos a casa. El pianista egarense se asoció con Messi por enésima vez en los últimos años para crear espacios y Neymar se abrió a banda para ensanchar el campo. ¿Conclusión de todo ello? Luis Suárez como respuesta. El charrúa aprovechó un contexto idóneo con dos ‘retratitos’ a David Luiz en forma de sendos caños, dos golazos de bandera, un killer en definitiva. Luis Suárez enamora aunque no marque, si lo hace es un plus, y si además los goles son de autor, entonces ya es cum laude.
Fue una victoria de solera, un triunfo convincente. El Barça tacha París de su lista de tareas pendientes y lo hace sin que Messi haya tenido que marcar. Los pupilos de Luis Enrique tienen 48 horas para relamerse de gusto, el sábado a las 16.00 -hora de la siesta- llega el Valencia al Camp Nou y hay una Liga en juego.