Pablo LEIVA | Un jugador de barrio que acaba siendo vitoreado por 80.000 personas. Delgado, feo para que mentir, de origen humilde. En su vida el trabajo ha sido la única filosofía a seguir. Lo aprendió de su padre. El pequeño Ángel le ayudaba a preparar aquellas pesadas bolsas de carbón. El fútbol mientras permanecía en segundo plano y es que de hecho, éste llegó de casualidad a la vida del ‘Fideo’. Un médico, quien le aconsejó hacer deporte, fue el culpable de que Di María se apuntara a un club por primera vez, el de su barrio. Desde muy pequeño mostró el carácter competidor y eran muchas las entidades que se acercaban a verle jugar. Rosario Central se adelantó al resto y le compró por una cantidad casi cómica: 25 balones de fútbol. No fue fácil su camino en el club y es que su constitución física no ayudaba. A pesar de eso Ángel no rehuía los golpes. Se caía y se levantaba y todo eso acompañado de algo: una sonrisa. Eso fue lo que le hizo llegar a la élite y es que el destino estaba escrito, su debut terminaría llegando tarde o temprano.
De Argentina a Madrid pasando por Lisboa
En 2005 aparecía en Rosario Central un joven de 17 años que sin embargo no era un desconocido. La afición había escuchado sobre la habilidad de ese chaval delgado que se atrevía con todo y con todos. Debutó en primera división en Argentina y pocos meses después hacía lo propio en la Libertadores. La Academia rosarina disfrutaba de su ‘pequeño’, quien con el paso del tiempo fue haciendo sombra incluso a refuerzos de peso. ‘Kily’ González, uno de sus ídolos, compartió vestuario con Ángel y entre la admiración mutua se fue gestando una relación que formó el ambiente perfecto para que Di María continuara con su crecimiento, de la mano como no del ‘Kily’. El ritmo imparable con Rosario Central se le quedaba incluso pequeño. Era momento de triunfar con la Albiceleste. Con la sub-20 venció el Mundial de Canadá de 2007. Se perdió, por lesión, la final que su equipo, con Agüero y Mauro Zárate entre otros, vencieron ante la República Checa. Su ausencia en la final no importó y es que Boca Juniors, Tottenham y Benfica se lanzaron a por él. La familia entera tomó la decisión, el destino estaba claro: Lisboa.
Tras dos temporadas en las que no dio el nivel esperado, en la tercera llegó su despegue. Cinco goles y doce asistencias eran, para aquellos que adoran las estadísticas, su carta de presentación. Sin embargo sus actuaciones iban mucho más lejos. Desborde, verticalidad, una visión de juego envidiable y la sensación de que cada vez que el balón llegaba a sus botas algo podía pasar. En España el Madrid llamó a su puerta y a su llegada se mostró tranquilo, como si aún estuviera en su barrio y el reto no fuera mayor que aquellas tardes que pasaba con sus amigos jugando en el barrio de La Cerámica. Entre la crítica y el halago. Entre el pito y el aplauso. Entre la sonrisa y el cabreo. Con el balón Di María es feliz pero sin él no tiene esa red de seguridad que tanto añora. El Bernabéu le exigió y sabía de su potencial. Ese que le llevó a convertirse en el futbolista clave que fue en su última temporada en el club, pero entonces llegó la hora del adiós. No se sabe bien de quien fue la culpa. Si Ancelotti, Florentino Pérez o el entorno del argentino, pero al fin y al cabo el resultado sigue siendo el mismo.
La llegada a Manchester
Con honores de crack mundial. Como una estrella del rock o un actor cuando pisa la alfombra roja. La melodía en Manchester tenía el sonido de aquellos flashes que apuntaban en dirección al argentino. Un matrimonio que, a priori, parecía destinado a funcionar. Los ‘red devils’ querían apuntalar un equipo que tenía un objetivo claro: volver a recuperar el dominio en Inglaterra, o al menos acercarse a la cabeza. El ‘Fideo’ por su parte buscaba sentirse importante, líder al fin y al cabo. Louis Van Gaal le preparó el equipo y Di María no tardó en hacer disfrutar a la grada de Old Trafford, sin embargo, desde aquellos inicios todo ha ido envuelto de un aura extraña. La primera vez que se enfundó la camiseta del United, ante el Burnley, se vio a un Di María voluntarioso pero sin premio. Ya con el apoyo de los suyos y en Old Trafford, el argentino tardó 24 minutos en anotar su primer gol en Manchester, además firmó una asistencia, a Juan Mata. Ese pack –gol y asistencia- lo firmaría también ante el Leicester y Everton entre la jornada cuatro y siete pero entonces el ‘7’ se fue diluyendo.
En esa racha irregular del equipo de Van Gaal, Di María se contagió del ritmo del equipo y compaginó actuaciones de nivel medio con otras demasiado discretas para el papel que debía tomar en esa plantilla. El 29 de noviembre sin embargo sufrió su peor momento. Lesión ante el Hull City y tocaba parar. En 2014 no volvería a aparecer. En el ostracismo su equipo no notó la baja y de hecho sumó grandes resultados. Victoria en St. Mary’s ante el Southampton, en Old Trafford al Liverpool y empate en White Hart Lane. El 4 de enero y tras esa racha del equipo llegó de nuevo Di María y en un contexto diferente Louis Van Gaal ha conseguido un grupo práctico, sin lujos, sin excesos. Ganar por encima de la diversión, algo que ha dado resultado. El equipo duerme en la cuarta posición, en lugar Champions. En ese escenario, el jugador de Rosario ha perdido protagonismo y el técnico holandés ha reconocido esta misma semana que la adaptación del argentino todavía está en proceso. “Cuando un jugador no está en el juego, tengo que sustituirlo. Soy el entrenador y no puedo negar lo que veo”, explicó.
A pesar de esas palabras, Louis Van Gaal también aseguró que tanto el público como él mismo deben tener paciencia. “Hay que darle tiempo para adaptarse al juego de Inglaterra”, afirmó. Mientras el holandés cuida a Di María, son muchos los que ya entienden que en el próximo partido, el argentino será suplente. Mucho más teniendo en cuenta el papel decisivo de Ahsley Young en el último choque ante el Newcastle. Momento delicado para el ‘Fideo’. En entredicho y con la sombra de la duda sobre su cabeza, la pregunta ahora es si aquel niño que llamó la atención en Canadá 2007 volverá a disfrutar. Si de nuevo tirará mano de la rabona para hacer levantarse al público. Si volverá a ser determinante, en definitiva, si Di María volverá a recuperar su ‘Ángel’. Mientras, él continúa en busca de la felicidad.
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