El 23 de agosto, Vincenzo Nibali fue expulsado de la Vuelta a España en la 2ª etapa, cuando se agarró de manera clamorosa a su coche para alcanzar al pelotón tras una caída. Una descalificación justa ante la evidencia de su falta, pero que despertó al Squalo unas ganas de revancha que se han convertido en dentelladas otoñales en las últimas carreras de la temporada.
Una vez terminada la ronda española y con la posibilidad de volver a competir, se dedicó a dominar las semiclásicas italianas de preparación al Mundial y al Lombardía: venció la Coppa Bernocchi, hizo podio en la Coppa Agostoni y el Memorial Marco Pantani y un quinto puesto en el GP Industria e Commercio de Prato. Tras un Mundial de Richmond nada adaptado a sus características, ganó con suficiencia en los Tre Valli Varesine, la preparación perfecta para su gran objetivo.
En el siempre maravilloso marco de los alrededores del Lago de Como y con el habitual entretiempo otoñal entre las nubes, la ligera lluvia y las aperturas soleadas se disputó el último Monumento y este año también última carrera World Tour de la temporada. Y tras varias ediciones decepcionantes, el cambio de recorrido funcionó y se vio en el Giro de Lombardía una de las mejores clásicas del año para poner el broche, antes de la París-Tours, al 2015.
Y fue precisamente Vincenzo Nibali quien más se mereció el triunfo, quien más hizo por el espectáculo y quien finalmente se llevó la victoria que no conseguía Italia desde Damiano Cunego en 2008. En la Madonna del Ghisallo se dieron los primeros ataques entre favoritos, que destacaron a Kwiatkowski y Wellens -el ciclista joven más parecido a Nibali por actitud y estilo agresivo- tras el agónico y espectacular Muro di Sormano. Luego, en el Civigno, tras varios ataques de fogueo en el ascenso, Nibali se lanzó en su especialidad, el descenso, para dejar atrás a sus rivales.
Y mientras el caos cundía entre los perseguidores (Valverde, Dani Moreno, Pinot, Nieve, Chaves y su compañero Rosa), Nibali, trazando las curvas como si de una competición de motociclismo se tratara consiguió una distancia de ventaja que se tornaría definitiva. Solo un bravo Dani Moreno le puso en apuros desde la distancia, reduciendo la desventaja en el último ascenso a San Fermo della Battaglia, sin impedir que la tricolore volviera a lucir ganadora en el pecho de Nibali y en el cielo de Como.
Mención especial para el trabajo del Astana: el equipo que ha sido el gran animador del 2015 en tantas carreras también dominó Lombardía. Mikel Landa, que el próximo año corre en Sky, realizó un trabajo excepcional persiguiendo a los ciclistas fugados tras Sormano; y Diego Rosa, brillante vencedor en la Milano-Torino se mantuvo siempre en el grupo de favoritos, secó a los perseguidores tras el ataque de Nibali y terminó 5º sprintando a Valverde, por detrás Nibali, Moreno y Pinot que ocuparon las posiciones de podio.
Y Vincenzo Nibali volvió a demostrar que, pese a que 2015 no ha sido uno de sus mejores años, el ciclismo de ataque y el espectáculo en carrera siempre terminan teniendo premio. Las dentelladas del tiburón esta vez fueron otoñales.