El miocardio es ese músculo que se encarga de mover el corazón, se expande y se contrae imperturbable para hacer que la máquina más importante del cuerpo humano funcione. Es un trabajo de desgaste y es algo instintivo, y pertenece a la rutina del miocardio como el grito -de alegría o de pena- tras un gol. El miocardio es el auténtico sustento de la vida, y lo hace sin hacer ruido, sin llamar la atención, como aquel centrocampista que ordena las piezas sin llamar la atención, mientras otros por delante suyo se llevan la gloria de los tantos marcados de camino a la victoria.
A veces el miocardio se rompe, se hace trizas y deja de funcionar, una pequeña brecha en el músculo “centrocampista”, puede confundirse con otras enfermedades, los síntomas no son determinantes ni mucho menos directos. Desmayos, arritmias, tardía respuesta de un reflejo… Son algunos de los síntomas que en futbolistas que juegan bajo el sol durante 90 minutos -o más-, a un ritmo vertiginoso suelen confundirse con golpes de calor o bajones de presión. Sin embargo, puede que un desvanecimiento en medio del terreno de juego sea mucho más que eso.
“Nada es imposible” dicen unas letras en una camiseta azul, un azul entre eléctrico y cielo, y son más que palabras, son una forma de ver la vida y la historia de superación personal de alguien que escogió no rendirse. Daniel Engelbrecht cayó al suelo, desmayado sobre el césped el día 21 de Julio de 2013 y necesitó una reanimación cardiorespiratoria en el acto, antes de llevárselo al hospital con un primer diagnóstico: un golpe de calor. A su llegada al hospital sin embargo los médicos diagnosticaron otra cosa, algo que para muchos hubiese significado el principio del fin: sufría miocarditis, con constantes alteraciones del ritmo cardíaco. ¿El procedimiento a seguir? Un total de cuatro operaciones para recolocar el músculo y quitar la parte afectada y la implantación de un desfribilador en el pecho. La máquina cuenta con sensores que detectan la arritmia en el miocardio y dan una pequeña descarga eléctrica que vuelve a poner al músculo en funcionamiento. Algo con lo que vivir permanentemente y que, en principio, le impediría seguir con su carrera como futbolista.
Daniel es un joven de 24 años de edad que estuvo en las categorías inferiores del Leverkusen antes de recalar en el Stuttgarter Kickers, pasando un breve tiempo antes en el Alemannia Aachen y el VfL Bochum. Vivió un calvario médico en el que se sometió a todas las intervenciones quirúrgicas pertinentes y realizó una intensiva rehabilitación, durante 19 meses estuvo Engelbrecht apartado de su pasión: jugar al fútbol. Contra todo pronóstico médico y con una protección sobre su pecho para prevenir que el desfribilador pueda romperse en una colisión, volvió a jugar. Entró como un sustituto tardío, en el minuto 83, en un partido que iba empatando el Stuttgarter Kickers 1-1 y marcó el gol de la victoria para su equipo, una victoria que no conseguían desde hacía dos meses y que significó mucho más de lo que aparenta: Daniel Engelbrecht es el primer jugador en marcar con un desfribilador en el corazón.
“Fue la confirmación de que hasta el momento he ganado mi pelea . Se demuestra que se puede salir de las situaciones más difíciles si uno lo da todo. Cuando entré al terreno de juego tuve que luchar por contener las lágrimas.” -declara el futbolista sobre su vuelta a los terrenos de juego-: “No volveré a estar completamente sano nunca. Mi corazón sufrió un daño permanente pero está estable ahora. Los médicos dicen que es increíble a lo que he hecho frente, física y mentalmente.”
Actualmente tanto el entrenador, Horst Steffen, han llegado al acuerdo de no sobreexponer al corazón del jugador, de momento se centran en no sobrecargar y estará en el campo durante periodos inferiores a 20 minutos, que es lo que todos -equipo médico y técnico- consideran más que necesario. El jugador admite que durante los entrenos está siempre pendiente de su ritmo cardíaco, y parte del acuerdo con el club es que una vez al mes se deja hacer un chequeo completo en el hospital para revisar el estado de las suturas y de la máquina que lleva pegada a su corazón.
A pesar de ser el primer jugador alemán con un desfribilador en el pecho, en Bélgica hay un caso de un futbolista que actualmente juega en el KV Kortijk -en primera división belga- y esta es la meta de Daniel, llegar algún día a ser profesional en la Bundesliga, aunque sabe que le queda un gran trabajo por delante, y el objetivo a corto-medio plazo es poder jugar los 90 minutos de un partido sin tener una recaída.
La miocarditis es una enfermedad de la cual muchas personas nunca se recuperan, algunas ni siquiera pueden seguir con sus vidas con la normalidad con la que antes disfrutaban, y según muchos médicos, el querer seguir siendo un deportista de alta competición es una locura, sin embargo y como dice el ‘motto’ de Engelbrecht: “nichts ist unmöglich”.
Dortmund / Barcelona, 1992. CM de @BayernSphera. Trabajando en el Deutsches Fußballmuseum en Dortmund. "El fútbol es un juego simple: 22 hombres persiguen un balón durante 90 minutos, y al final los alemanes ganan."
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