
Una de las grandes dificultades que plantea el estudio del deporte desde cualquiera de sus vertientes es su conceptualización. ¿De qué hablamos realmente cuando lo hacemos sobre «deporte» y qué actividades quedan englobadas dentro de este campo? La formulación de esta doble pregunta es obligada, un paso previo necesario para tratar de entender luego por qué las secciones de Deportes de los medios de comunicación llegan a ser tan variopintas y, en ocasiones, acogen contenidos que difícilmente pueden ser catalogables como deportivos.
Acotar el campo conceptual de «deporte» es, en realidad, una tarea mucho más complicada de lo que pueda parecer en un principio. Basta para ello fijarse en lo que dicen los diccionarios y las enciclopedias de temática deportiva, que, históricamente, no se han puesto de acuerdo en este asunto. Partiendo de su sentido original de ocio, recreación o pasatiempo, el término evolucionado hasta entenderse actualmente sobre todo como práctica, actividad, esfuerzo, ejercicio físico o competitividad.
Parece claro que estas acepciones valen para referirnos a modalidades como el fútbol, el balonmano, el esquí, el atletismo o la natación, pero ¿qué ocurre cuando el esfuerzo principal lo realiza un animal, como son los casos de la hípica, los galgos y los palomos deportivos (que cuentan con federaciones deportivas propias en España), cuando el rendimiento depende de una máquina, como en el automovilismo, o resultado tiene que ver con la decisión subjetiva de jueces, como en el patinaje artístico? Aquí surgen los primeros problemas.
Sin ir más lejos, L´Encyclopédie des Sports (2005), obra monumental confeccionada por más de cien investigadores internacionales y coordinada por Wojciech Liponski, define deporte como “una forma de actividad humana (algunas veces ayudada por el esfuerzo de animales o el impulso de vehículos o aparatos diversos), cuyo resultado está más determinado por el esfuerzo físico que por el intelectual”. Según esta definición, cabrían dudas para calificar como deporte, por ejemplo, el ajedrez, que, por supuesto, cuenta con Federación Internacional y tiene, por tanto, el reconocimiento de modalidad.
Otros autores como el historiador portugués Francisco Pinheiro, a la hora de catalogar la materia sobre la que han tratado históricamente los periódicos deportivos, incluye al ajedrez y la tauromaquia como deportes, algo muy ligado a la tradición ibérica y que se ha manifestado a lo largo de la historia en la inclusión de la crónica taurina dentro de las páginas deportivas de muchos medios. Pinheiro toma como referencia la definición del francés George Hébert en su obra El deporte contra la educación física (1925): “Deporte es todo género de ejercicio o actividad física que tenga como meta la obtención de una marca o cuya ejecución se base esencialmente en la idea de la lucha contra un elemento concreto: una distancia, un animal, un adversario y, por extensión, uno mismo”.
Si acudimos al Diccionario de la lengua española (DRAE) nos aparecen nuevas dudas. Así, esta obra define el fútbol como «juego» mientras que, curiosamente, el fútbol americano adquiere la categoría de «deporte». Igualmente, mantiene un criterio muy particular cuando califica como juego disciplinas como el tenis, el baloncesto o el golf (juegos de pelota); señala con la marca «deporte» modalidades como el aeromodelismo, el alpinismo o el ciclismo; mientras define como «arte» la esgrima o la equitación (en esta misma categoría se encuentra la tauromaquia).
Con el fin de fijar el campo semántico que abarca un ámbito tan amplio, disperso y heterogéneo como el deportivo, la Asociación Sport Accord, institución con sede en Lausana (Suiza) a la que pertenecen 92 federaciones y 15 organismos internacionales, ha enumerado las diferentes características que han de reunir las actividades que pueden ser consideradas como deporte.
Opta por una descripción de carácter «democrático» en la que se engloban tanto las modalidades que se basan en el ejercicio físico, las que requieren un esfuerzo intelectual, las que dependen de vehículos a motor, como las relacionadas con la expresión artística, entre las que se sitúan disciplinas que dependen de las calificaciones de jueces y en las que se ayudan de animales para su desarrollo.
A juicio de esta asociación, puede ser considerado deporte toda modalidad en la que haya un elemento de competición, que no haya violencia ni suponga un daño físico para ningún ser vivo o que no dependa de ninguna «suerte añadida» específicamente diseñada para obtener mejores resultados (eufemismo referido al dopaje).
De esta forma, según esta definición, quedarían excluidos de la categoría deportiva modalidades como el boxeo (el diario El País excluye esta modalidad de sus páginas deportivas, tal como recoge su Libro de Estilo), determinadas disciplinas de combate, la caza o la pesca por el daño que pueden ocasionar y de hecho ocasionan; o bien actividades donde el objetivo no se reside en conseguir y mejorar resultados sino sobre todo en realizar una actividad de ocio y disfrute con efectos saludables (como el senderismo o el fitness).
La definición de deporte más reconocida y convencionalmente aceptada es quizá la recogida en la Carta Europea del Deporte (1992), del Consejo de Europa, que dice así: “Se entenderá por “deporte” todo tipo de actividades físicas que, mediante una participación, organizada o de otro tipo, tengan por finalidad la expresión o la mejora de la condición física y síquica, el desarrollo de las relaciones sociales o el logro de resultados en competiciones de todos los niveles”.
Efectivamente, tal como afirma José María Cagigal en su libro Cultura intelectual y cultura física (1979), la palabra «deporte» no es un término unívoco, motivo que origina la dificultad de su estudio. Habla de un deporte-esparcimiento, un deporte-educación, un deporte-rendimiento, un deporte-competición, etcétera, pero señala que todas estas concepciones se pueden encuadrar fundamentalmente en dos orientaciones: el deporte-espectáculo y el deporte-práctica o deporte para todos.
Dentro de estas grandes categorías, hoy solemos hablar de deporte de competición, deporte adaptado, deporte (de) base, deporte en edad escolar, deporte federado o deporte para todos, si bien el periodismo, salvo contadas excepciones como en diarios locales, se ocupa solo del deporte de alta competición o del llamado deporte-espectáculo.
Teniendo en cuenta la gran dificultad que reviste hallar con claridad una definición de «deporte» que satisfaga a todos y refleje la realidad cultural de cada país, no es de extrañar que dentro de las secciones y páginas de temática deportiva lleguen a aparecer contenidos tan dispares y desconcertantes como relativos al póquer, a videojuegos, a concursos de perros o a peleas de gallos. Mientras tanto, el debate continúa.
Sevilla. Periodista y profesor universitario. Periodismo, lenguaje y deporte.

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