Si algo hemos aprendido del Real Madrid es que jamás, pero jamás de los jamases, le puedes dar por muerto. En un año convulso, en el que el juego del equipo ha dejado mucho que desear y en el que las malas decisiones han tenido un gran protagonismo, el mejor momento de los de Chus Mateo ha llegado en abril, en el momento clave de la temporada. En ACB el equipo va como un tiro, líder destacado y con una racha de 16 victorias consecutivas, pero cuando hablas del Real Madrid… hablas de Copa de Europa. La Euroliga, por muy buena campaña que haga el Madrid en las competiciones domésticas, es lo que marca si una temporada es buena o no lo es. Y en ese punto nos encontramos.
La mala temporada del club blanco en Euroliga ha propiciado que su rival en playoffs sea el temible Olympiacos del para mí, MVP, Sasha Vezenkov (que pena que quien vota en la Euroliga no piense así). Un Olympiacos que ha quedado primero en liga regular, que ha sido el equipo que mejor baloncesto ha practicado y que es claramente favorito en este cruce. Pero los de Bartzokas tienen un problema, y es que les ha tocado el Real Madrid. Estoy convencido de que en El Pireo no ha hecho gracia que, habiendo quedado primeros, su cruce haya sido el maldito Real Madrid. Porque en Olympiacos esta película ya la han visto, y lo de ser favoritos contra el Madrid creo que no les trae muy buenos recuerdos (Bartzokas, Vezenkov y Fall siguen teniendo pesadillas con Lull).
La lógica, la cabeza y lo que he visto durante toda la temporada no me hacen pensar otra cosa que no sea que Olympiacos estará en la Final Four, pero lo bonito del baloncesto, y del deporte en general, es que en ocasiones la lógica no sirve de absolutamente nada y ocurren cosas impredecibles. Si los partidos o los campeonatos los ganasen siempre los favoritos, ¿para qué jugar? ¿para qué competir? Esa es la magia del deporte: creer, creer y volver a creer. Y en creer, no hay club en el mundo que crea como el Real Madrid.
Y esta eliminatoria es un ejercicio de fe, de resiliencia… y de baloncesto. Lamento comunicaros que apelar a la fe, al aguante y al poder divino del de arriba (que es madridista) no será suficiente. Si el Madrid quiere ganar tiene que haber baloncesto, tiene que haber variedad táctica, tiene que haber un plan para desactivar o incomodar a Vezenkov, y tiene que haber acierto de los peces gordos. El talento ofensivo del Madrid va a ser la clave de este cruce, porque si Musa y Hezonja encuentran sensaciones y vías de anotación, ahí el Madrid podrá competir de tú a tú con los griegos. Si, por el contrario, están con la pólvora mojada, por muy buenos partidos que hagan Campazzo y Tavares, creo que el Madrid no llega.
Y después de esta chapa, pues que queréis que os diga, que yo, igual que tú que me estás leyendo, sabemos que no, que está muy complicado, pero… ¿y si sí?
