El Tour de Francia ha presentado el recorrido de su edición 104, que se disputará entre el 1 y el 23 de julio de 2017. El trayecto de más de 3.000 kilómetros refleja las tendencias de los últimos años en la Grande Boucle: montaña variada, contrarreloj ínfima, pocos finales en alto escaso protagonismo de los Pirineos, creciente importancia de los Vosgos, los Jura y el Macizo Central y un objetivo: que no gane Froome.
La carrera comienza la preciosa ciudad alemana de Dusseldorf con una contrarreloj de 13km y pasará por Bélgica y Luxumburgo antes de pisar tierras francesas. Será en la 3ª etapa, con un final para uphill finishers en Longwy, en la región de Lorena.
Primer contacto en la alta montaña en los Vosgos en la 5ª etapa, con un final que se está convirtiendo en un clásico de los últimos años: La Planche des Belles Filles (6km al 8%), un explosivo puerto que ya ha roto la carrera en otras ocasiones y cuyos dos ganadores (Froome y Nibali) también vencieron la carrera.
En ese fin de semana, recorrido por el macizo del Jura: etapa insidiosa con final en la estación de esquí de Les Rousses tras subir la Combe de Laisia (11,7km al 6,4%); y una de las etapas más bonitas de este Tour de Francia. Se superarán la Col de Biche (10,5km al 9%), la vertiente más dura del Grand Colombier (8,5km al 9,9%) y el tremendo Mont du Chat (8,7km al 10,3%) antes de bajar a Chambéry).
Traslado, descanso y dos etapas pirenaicas: la más larga y las más corta de montaña. La primera, el perfecto encadenado formado por Menté, Balès, Peyresourde y Peyragudes; la segunda, de apenas 100km, con Agnès y el Mur de Peguère antes de bajar a Foiux, etapa peligrosa y si hay emboscadas.
Antes los Alpes, el Macizo Central también tendrá protagonismo con una bonita jornada de media montaña con final en La Puy-en-Velay, previo paso por Peyra Taillade (8,3km al 7,4%). Ya en las etapas alpinas, dos días de aúpa: final en el Galibier por la vertiente del Telegraphe tras superar Croix de Fer; y espectacular meta en el impresionante Izoard.
Para acabar, lo más decepcionante: una contrarreloj de solo 23km en Marsella, el último día antes de llegar a París.
La práctica ausencia de contrarreloj y su absurda situación en la carrera (el primer y el último día) favorece a los escaladores más puros (Nairo Quintana o los franceses Bardet y Pinot) frente a Chris Froome, que tendrá que adaptar su estilo si quiere revalidar su título.
Este hecho, sin embargo, puede provocar una situación de bloqueo total de la carrera, dada la igualdad existente entre los favoritos. Las escasas diferencias que se producirán pueden provocar que etapas que sobre el papel podrían ser maravillosas se queden en simple humo si prevalece el conservadurismo entre los ciclistas, algo que ya ha ocurrido en otras ediciones del Tour. No obstante, recorrido, perfiles y montañas hay para reventar la carrera. Dependerá de los ciclistas.