Puede
sonar a broma pero, ciertamente, no deja de ser real. Argentina ha llegado a
Rusia, por fin. ¿Y cómo es que ha llegado ahora y no antes? Ante Nigeria se ha
visto la mejor versión de la albiceleste aunque, eso sí, aún por debajo de lo
que se le presupone. Lo visto frente al combinado africano estaba a años luz de
la imagen dada ante la selección croata de Luka Modric, que pasó por encima de
Leo Messi y compañía. Argentina no había aparecido durante los primeros 180
minutos del torneo, bien sea por mala suerte (penalti que Hannes Halldorsson le
detuvo a Messi) o por una imagen pésima como la de la 2ª jornada. Ante Nigeria
fue otra cosa. Con o sin Sampaoli, los argentinos entendían que debían ganar el
partido, por lo civil o por lo criminal, como se dice. Pusieron garra, pusieron
corazón. Y Leo por fin apareció. Con un aliado que casi había pasado de
puntillas por los partidos anteriores, Banega. Con el sevillista y el culé
asociándose, Argentina era otra.
Nada
podía empeorar más. La afición se había encolerizado con la expedición que
partió a Rusia representando a su país tras el bochornoso partido ante Croacia.
Ya no creían en Sampaoli. Pocos creían en él. Ni en Willy Caballero, uno de los
peor parados por su actuación ante los balcánicos. El barco estaba a la deriva
y, ni siquiera el galardonado en cinco ocasiones con el Balón de Oro podía
salvarles. Más bien, se hundía con ellos. No obstante, ahí están, en octavos,
con la mente puesta en su segunda víctima, Francia. La segunda, porque ellos
fueron víctimas en los duelos ante Islandia y Croacia. Porque, hasta el día 26
de junio no se dignaron a aparecer, a pesar de que su participación comenzara el
día 16.
Comenzó
ante Nigeria y Leo Messi por fin marcaría su primer gol. Lo intentó de falta,
lo intentó de penalti… Pero su gol llegó, como no, tras un pase de Banega, el
casi ausente durante el inicio del torneo para los argentinos. Se vieron con el
agua al cuello y el gol de Messi les devolvía la esperanza. Quién si no, Messi.
Ese que muchos adoran y al que otros le echan en cara, desde Argentina, que no
sea el mismo con su selección que con el FC Barcelona, pero claro, para ser el
mismo hacen falta similares jugadores y eso Argentina, o Sampaoli, no los
tiene. Y a los que tiene, los pone más bien poco. Con la conexión entre Banega
y Messi la albiceleste empezaba a funcionar, pero un penalti más que discutido,
provocado por Mascherano, hizo que las pesadillas volvieran a rondar por la
cabeza de los aficionados de aquel país.
Un
drama. Los últimos minutos del Grupo D eran dignos de una novela de Stephen
King. Islandia igualaba a Croacia en el marcador y un gol más suyo dejaba fuera
a Argentina, si ellos mantenían el empate ante Nigeria. Muchas uñas mordidas,
muchos temblores, muchos gritos… Pero no faltó el ánimo. Argentina sí ganaba
por goleada a Nigeria en la grada y durante todo el partido se notó esa
superioridad. Dale fútbol a los argentinos y te lo convertirán en pasión. La
albiceleste jugaba con 12. Messi no estaba solo. Él no iba a dejar de
intentarlo, ni Banega, ni el debutante Armani… Nadie. Pero, quizás, lo que
nadie esperaba, era el desenlace de esa novela. No fue Leo Messi el autor del
gol de la victoria definitiva, sino el defensa del Manchester United, Marcos
Rojo, un héroe con el que nadie contaba. El héroe que, a su manera, quiso
parecerse al Leo de Quito, al Maradona de México… El protagonista de la
clasificación casi milagrosa de Argentina para los octavos de final tenía
nombre y apellido, pero no era el que todos tenían en la boca, sino el héroe
inesperado. Rojo evitó teñir de negro la participación de Argentina en Rusia y
pintó los corazones de toda su afición con el color verde esperanza. Ahora
empieza el Mundial para Argentina y Francia es su próximo rival.
You must be logged in to post a comment Login