Lejos quedan aquellos años de principio de siglo donde Panathinaikos era un fijo en las Final Four de la Euroliga, años en los que incluso llegó a ser habitual que levantasen el título (2000, 2002, 2007, 2009, 2011). Sus vecinos del Pireo no aparecieron durante aquellos años, pero fueron los encargados de continuar situando al país heleno en lo más alto de la Euroliga en la década 2010-2020. Tras el título logrado por los del trébol en el año 2011 en el Palau Sant Jordi, Olympiacos conseguiría ganar dos Euroligas de manera consecutiva: la primera en el 2012, con una remontada épica ante el todopoderoso CSKA de Moscú y la segunda en 2013, en la que fue la primera final de Euroliga del Real Madrid de Pablo Laso.
Desde entonces, y hasta el título de Panathinaikos la temporada pasada, años y años de sequía asolaban al baloncesto griego, a pesar de alguna que otra presencia en Final Four de Olympiacos. Fueron años en los que la familia Giannakopoulos (propietarios de Panathinaikos) decidieron desinvertir en el club, lo que provocó, lógicamente, que el nivel del equipo cayese en picado. A partir de la temporada 2012/2013 Panathinaikos pasó a ser un equipo más, un equipo del montón en Euroliga, llegando a tener una temporada en la que fue uno de los tres peores equipos de la competición. Como resultado, lo más doloroso de todo: un OAKA vacío. Un OAKA que terminó de hundirse en el año 2016 con la retirada de la gran leyenda Dimitris Diamantidis.
A todo esto, el enemigo, con Vassilis Spanoulis a la cabeza, se había erigido como el referente griego de la década: Olympiacos jugó tres finales de Euroliga consecutivas (2 títulos) y llegó a cuatro Final Four. Es decir, hubo un claro dominador del baloncesto europeo en la década 2000-2010, que fue Panathinaikos, y otro claro referente en la década 2010-2020, que fue Olympiacos. Cuando uno dominaba, el otro estaba abajo, pero nunca, al menos en el siglo XXI, ambos equipos habían estado claramente por encima de los demás al mismo tiempo. Pero ese momento ha llegado.
Olympiacos nunca ha dejado de pelear por grandes cosas durante las últimas temporadas. Es un equipo que, aunque cambie de proyecto, siempre está ahí, pero es que lo de esta temporada es un all-in en toda regla. Tras perder la final de 2023 en Kaunas frente al Real Madrid, decidieron que este año había que romper la banca y firmaron, entre otros grandes refuerzos, a Vezenkov y Fournier. En el momento en que firmas a semejantes bichos, estás lanzando un mensaje cristalino: voy a por el título desde ya.
Por otro lado, el señor Giannakopoulos decidió que el verano de 2023 era el momento perfecto para volver a invertir en el club de sus amores. Rompió con todo y creó un proyecto desde cero, con 12 jugadores nuevos y con Ergin Ataman a los mandos. Era una gran plantilla, no había duda, pero prácticamente nadie contaba con ellos para optar realmente al título. Con lo que tampoco contaba la gente era con que en el mes de noviembre llegaría Kendrick Nunn. Su fichaje lo cambió todo y les hizo campeones de Europa tras 13 años sin tocar el cielo.
Y hemos llegado al punto en el que, como decía antes, la ambición de los hermanos Angelopoulos (propietarios de Olympiacos) y de Giannakopoulos han coincidido en el tiempo. Ambos proyectos dominan la Euroliga, asustan a los rivales, cuentan con los mejores jugadores de Europa en sus filas y los conducen Bartzokas y Ataman, dos entrenadores que son verdaderas instituciones del basket europeo. Todo hace pensar que los veremos en la Final Four de Abu Dhabi y la única duda es si se enfrentarán en semifinales o en la final (ojalá sea en la final).
Pero lo peor para sus rivales y lo mejor para ellos y sus pasionales aficionados es que tiene pinta de que los proyectos continuarán en el medio/largo plazo, dando lugar a años y años de dominio heleno en la Euroliga. Dentro de 10 años me gustaría volver a leer esta columna y ver cuantas Euroligas ha ganado cada equipo. Lo digo ya, creo que de 5 entre los dos no bajan.
Para cerrar, quiero hacer referencia a uno de los mejores narradores de este país, mi admirado Lalo Alzueta: “Esto ya no hay quien lo pare”, así que… abran paso a la hegemonía griega.