Cuando Kurban Berdyev fue despedido de su querido Rubin Kazán los niños, los hombres y las abuelas lloraban sabiendo que se había acabado una era. Los dirigentes del club tártaro, que le habían mantenido en el cargo durante doce años, relegaban a su guía. Aquel que fue capaz de ascender a su equipo a la primera división y un lustro más tarde coronarlo como campeón ruso. Y siempre con su famoso tasbih entre sus dedos, una especie de rosario musulmán que le acompaña durante todos sus encuentros.
El FC Rostov hasta hace poco era el conjunto que disfrutaba de sus servicios. Y de nuevo, había hecho lo imposible. Tras luchar por ganar la liga durante todo el año, el cuadro de Berdyev finalizó subcampeón a pesar de los problemas económicos- los jugadores no cobraban- y las incesantes voces que comentaban una posible disolución de la entidad. La clasificación a la penúltima fase previa de la Champions League podría haberle hecho cambiar de opinión sumándole un espectacular pase frente al Anderlecht al último Playoff de la máxima competición continental. Pero las desavenencias con los mandatarios del Rostov le inclinaron a dejarlo.
El estilo del entrenador turcomano, a pesar de todo, tiene poco que ver con el fútbol moderno. Su esquema de 5-3-2 –con normalmente tres pivotes defensivos- demuestra que ha sido un técnico inmovilista, poco dado a experimentar con nuevas tendencias. En una época en la que Sampaoli abandera el juego ultraofensivo, el ex del Rubin Kazán se caracteriza por algo totalmente opuesto, el orden y el rigor táctico. Y tras sus éxitos, nadie le puede reprochar nada.
Su marcha del Rostov era un secreto a voces. Además, Spartak de Moscú y la federación Rusa estaban detrás de él. Pero ninguno de los dos rumores se confirmaron. A la vez, su ex equipo viajaba al Amsterdam Arena sin su presencia y con un interino llamado Dmitri Kirichenko dirigiendo la expedición. O eso parecía. Su rúbrica estaba en el campo del Ajax. Los rusos, con una propuesta muy defensiva, chutaron dos veces, tuvieron un 29% de posesión y consiguieron empatar recibiendo 27 disparos. Realmente había estado. Bukharov, ex jugador suyo, reconoció que aquel señor nacido en Turkmenistán había bajado al vestuario a corregir los problemas tácticos y a arengar a sus chicos. Y es que Berdyev ha vuelto con un nuevo rol menos vistoso pero igual de efectivo que puede salvar a la entidad de la desaparición. En la vuelta, frente al Ajax, –que no está en su mejor momento- su método será utilizado para hacer historia. Él, quizás, esté allí escondido con su rosario en las manos sabiendo que todo es posible.