Lo que nos viene este fin de semana no es poca cosa. El calendario balompédico, entre otros, nos ha brindado dos duelos de altura. El Real Madrid recibe al Girona en el Bernabéu, mientras en Leverkusen esperan al Bayern de Múnich. Dos encuentros vitales, significativos y que podrían suponer un golpe encima de la mesa. Sofá, manta y palomitas estallando en el microondas.
Ya no hablamos con la boca pequeña cuando nos dirigimos al cuadro de Míchel; óleo sobre lienzo. El Girona está peleando la liga, tal como suena, y sueña. Ya podemos quitarle la capa de modesto y el antifaz de la prudencia, aunque sea Carnaval. Porque estar a dos puntos del líder en el mes de febrero no es casualidad ni circunstancial. No tiene pinta de explotar si le pinchan con una aguja. Ha brindado exhibiciones en el tapete y ha remontado en estadios ásperos e incómodos. Carácter competitivo para aguantar carros y carretas. Que el jeque y el City Group, aunque nos guste más o menos, no ciegue a nadie. Lo de este equipo sigue teniendo un mérito increíble.
En otro lado del mapa, los de Xabi Alonso van lanzadísimos. El Leverkusen va sobrado de fútbol y de registros. Es el único equipo de Europa que no ha perdido un partido. Lo que significa que estos chavales no se han ido a su casa de mala hostia ni un solo día. Pura felicidad. Porque si se les complica el asunto, se agarran a la épica para darle la vuelta. Entre ceja y ceja, los octavos de Europa League, las semis de la Copa Alemana y cargarse el longevo trono del Bayern. Hay que ser osado.
En Girona y en Leverkusen hay dos maestros dando clases magistrales frente a la pizarra. Han puesto la escuela patas arriba. No son de los que castigan sin recreo o copiando 100 veces la misma frase. Son de los que, además de prestar sus conocimientos a la perfección, gestionan vestuarios, motivan, capacitan y hacen creer en lo que uno puede llegar a ser. Valioso aprendizaje.
Nadie sabe cómo va a terminar la historia que ambos conjuntos ya están escribiendo y todo el mundo conoce. Eso sí, como se les ocurra destrozar los monopolios, va a ser un best seller llevado a la gran pantalla. Porque el reparto de la liga entre Atlético, Barça y Real Madrid, sin que nadie se cuele, ya va durando veinte años y porque en Alemania se impone el imbatible reinado que los de Múnich llevan jerarquizando durante once ediciones consecutivas. Aunque el Leverkusen ha estado algo más cerca, ninguno de los dos sabe qué es ganar una liga. Son palabras mayores. Si alguno lo consigue, será de cine, con palomitas.
