El Inter venció 0-2 en San Siro y dio un paso de gigante para estar en la final de la Champions League. Dos tempraneros goles de Edin Dzeko (8′) y Henrikh Mkhitaryan (10′) fueron una losa demasiado pesada para un Milan muy inferior en líneas generales.
Sobre el papel, si había algún favorito en esta eliminatoria era el Inter. Los nerazzurri atravesaban una mejor dinámica de resultados (5 victorias seguidas) y existía una diferencia evidente respecto al Milan tanto en el talento individual del once como en la profundidad de plantilla. Además, la gran estrella de los de Stefano Pioli, Rafael Leao, no se recuperó a tiempo para la ida en San Siro. Sin embargo, muchos no contábamos con dos aspectos más que agrandaron esa brecha.
El primero fue precisamente la nula capacidad del Milan para amenazar a su rival sin la presencia de Leao. Incluso en la segunda parte, cuando a los rossoneri no les quedó otra que dar un paso adelante y llevar la iniciativa del partido, el Inter vivió relativamente cómodo en su área, más allá del tiro al palo de Sandro Tonali. Pero el aspecto que marcó el partido fue la endeblez atrás del Milan y esto sí que no entraba en los planes de nadie. Si los rossoneri se habían plantado en las semifinales de la Champions League era, en gran parte, por su gran nivel defensivo. Pues bien, el castillo de naipes se derrumbó el día menos indicado. Edin Dzeko y Lautaro Martínez hicieron lo que quisieron con Simon Kjaer y sobre todo un Fikayo Tomori perdido.
El Milan entró al partido completamente descosido, permitiendo al Inter plantarse en su área con una facilidad pasmosa, y no habían pasado ni 15 minutos y ya estaba perdiendo 0-2 contra su gran rival. Un golpe demasiado grande que condenó a los de Pioli, que jugaron sin convicción el resto del encuentro. En el césped de San Siro había 10 Copas de Europa y 7 de ellas eran del Milan, pero fue el Inter quien demostró la calidad y el poso que demandan unas semifinales de la Champions League.
Foto de cabecera: Inter (Twitter)