Año nuevo vida nueva. Eso es lo que reza el dicho, ayudándonos a confiar en que a partir del 1 de enero podamos dejar atrás todo lo negativo de los últimos 365 días. Con estas mismas palabras esperaban la llegada del 2021 en Sevilla, para intentar que la dinámica cambiara radicalmente en comparación con la de 2020. El Betis no parecía destinado a tener que sufrir esta temporada, de hecho sus incorporaciones durante el mercado estival hacían presagiar que viviría acomodado en la parte alta de la tabla, pero las expectativas creadas antes de iniciar el curso poco habían tenido que ver con la realidad que sufría el conjunto verdiblanco.
El equipo dirigido por Pier Luigi Cherubino había alcanzado el parón navideño hundido en la tabla, compartiendo el farolillo rojo con el Deportivo Abanca. Los resultados eran preocupantes, pero quizás lo eran más las sensaciones que transmitía el cuadro andaluz; apático, falto de confianza y huérfano de recursos parecía transmitir un desesperado SOS para que alguien acudiera en su ayuda. Los más optimistas pensaron que el reset que suponía la llegada de las navidades podía aportar ese punto de inflexión tan necesario, y que ese “año nuevo vida nueva” llegaría con el primer encuentro del 2021. Un primer choque que además resultaba especial, dado que el calendario había querido obsequiarnos con un siempre emocionante Betis – Sevilla el día de Reyes.
Rápidamente se vio que pocas cosas habían cambiado, aparte del año claro. El conjunto bético tampoco tuvo su mejor tarde ante el eterno rival ciudadano, e inauguró el 2021 con una nueva y preocupante derrota. Pier acabó por poner el cargo a disposición del club, y por lo tanto tocaba rastrear el mercado en busca de un técnico que quisiera afrontar un reto mayúsculo; revivir a un Betis moribundo. Coincidencias de la vida pocas semanas antes también había movimiento en los banquillos de la FA Women’s Super League, donde Juan Carlos Amorós dejaba de ser entrenador del Tottenham tras diez años en la entidad londinense.
A la hora de pensar en posibles inquilinos para el banquillo verdiblanco a pocos se nos vino ese nombre a la cabeza. Parecía difícil que Amorós, que había logrado una meritoria sexta plaza al frente de las Spurs la temporada anterior, quisiera enrolarse en la dramática situación que se vivía en el conjunto verdiblanco. Pero lo cierto es que ambas partes llegaron rápidamente a un acuerdo, de modo que la figura encargada de obrar el milagro que suponía intentar reconducir la situación del Betis pasó a tener nombre y apellidos.
No solo la situación anímica de la plantilla era algo que hubiera echado para atrás a muchos técnicos. El calendario tampoco era nada halagüeño, y ese factor sin duda se convertía en otro handicap para alguien que debía aumentar la autoestima de todo un grupo en el menor tiempo posible. Madrid CFF y Real Sociedad, equipos que luchaban en ese momento y que siguen haciéndolo a día de hoy por estar en Europa la temporada próxima, eran los siguientes rivales del Betis. Y para más inri, dos jornadas después debía visitarse al todopoderoso FC Barcelona. No era por lo tanto el mejor de los escenarios para lograr un resultado positivo nada más aterrizar.
Pero los ojos de Amorós no estaban puestos en esos partidos. El Betis competiría al máximo en ellos, por supuesto, pero focalizó toda su atención en los encuentros que rodeaban ese pequeño Tourmalet. Duelos ante rivales que podían ser directos en la lucha por la salvación. Y es que perder ante los equipos de la zona alta de la tabla entraba dentro de lo previsible, dado que por mucho que se trabajara el plano anímico el Betis no estaba para plantarle cara a los cocos de la competición. Pero sí sería posible convencer a sus futbolistas de que los choques importantes eran los que te permiten sumar tres puntos y al mismo tiempo restárselos a otros con quien compartas objetivo.
El Betis cayó ante Madrid CFF, Real Sociedad y FC Barcelona, algo que estaba en el guión. Pero por el contrario, ha sido capaz de hacer algo que prácticamente nadie hubiera imaginado; doblegar en tan solo 20 días a Sporting Huelva, Deportivo Abanca y Athletic Club en esos duelos directos por la permanencia. ¿Milagro? La respuesta está completamente alejada del plano divino. Simplemente el equipo ha empezado a creer en sí mismo. Sabedor de sus limitaciones encara los partidos consciente de que son finales, mordiendo desde el minuto uno al noventa y, a diferencia de lo que sucedía meses atrás, sin bajar los brazos bajo ningún concepto.
El efecto Amorós es un hecho. Era complicado pensar que un conjunto como el Betis, cabizbajo y apático, pudiera volver a dar muestras de vida. Pero así ha sido. Un movimiento en el banquillo ha bastado para que una plantilla diseñada para aspirar a grandes cosas empiece a estar a la altura de lo que de ella se espera. El objetivo final todavía está lejos, puesto que el cuadro andaluz todavía no ha logrado abandonar las plazas de descenso y el calendario vuelve a ser muy exigente, pero sin duda la salvación a día de hoy está mucho más cerca que semanas atrás. Al fútbol se juega con las piernas, pero muchas veces el secreto del éxito está un poco más arriba, donde la confianza y la mentalidad ganadora pueden llevarte en volandas hasta tu objetivo final. Y ahí Amorós ha dado con la tecla para activar ambos aspectos.
Imagen de cabecera: Óscar Barroso/ImagoImages
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